En el verano de 1954 Marilyn Monroe se encontraba en Nueva York a las órdenes del director Billy Wilder filmando "La comezón del séptimo año", una de sus películas más populares.
Más específicamente, el equipo entero estaba trabajando en la ya mítica escena en la que el vestido de Monroe se levanta por el viento que surge de la rejilla de ventilación del metro.
La historia dice que Wilder, descontento con la sesión, decidió volver a filmar la escena en un estudio y de aquella noche en las calles de la Gran Manzana sólo quedaron algunas fotos de mala calidad.
Pero ahora, 60 años después, un video de corta duración realizado por un aficionado registra el momento de la filmación y resalta, también, el trasfondo más oscuro que rodeó al momento, según divulgó el periódico The New York Times.
Jules Schulback, un ciudadano de origen alemán aficionado al cine, tomó su cámara de 16 mm y se acercó en la medianoche del 15 de septiembre a la esquina de la avenida Lexington y la calle 52 donde se estaba intentando fijar en celuloide una de las escenas más conocidas del séptimo arte.
Schulback captó el momento en el que Monroe está esperando el comienzo de la grabación y el viento que sale de la rejilla, generado por un ventilador que miembros del equipo de Wilder operaban, le levanta el vestido. También capturó a la actriz saludando desde una ventana.
No era el único en esa fría noche que aparentaba, ante las cámaras, ser calurosa. Un grupo de hombres se había reunido alrededor de Marilyn para silbar y gritar "¡más arriba!" cada vez que su vestido empezaba a flotar.
Además de Schulback y su cámara había otro hombre entre la muchedumbre: el famoso beisbolista Joe DiMaggio y tercer esposo de Monroe.
A DiMaggio no le gustó lo que vió, se enojó y abandonó el improvisado set de filmación sobre avenida Lexington.
Más tarde esa noche, cuando Marilyn volvió a la habitación del St. Regis Hotel en el que se estaban hospedando, la pareja discutió con fuertes gritos que todos parecieron escuchar.
La maquilladora de Monroe tuvo una particularmente tensa jornada de trabajo por la mañana siguiente, cuando debió cubrir con maquillaje los muchos moretones que DiMaggio le había dejado a su clienta. Tres semanas después la actriz pidió el divorcio.
Schulback, un judío alemán que dejó Alemania en 1938 convencido de la locura homicida de Adolf Hitler, no tenía forma de saber la sórdida historia entre Monroe y DiMaggio, pero sus imágenes caseras del momento se convirtieron en uno de sus tesoros y repetía la historia, ante familiares y amigos, una y otra vez.
Pero nunca mostró la filmación a sus familiares, que recién la encontraron en 2004 cuando ayudaron a un anciano Schulback a mudarse de departamento. Moriría al año siguiente.
Su celuloide muestra un perspectiva distinta de la diva mientras transitaba su problemático matrimonio con DiMaggio, en un estado de constante enojo por su "exhibicionismo" y por los rumores de infidelidad que resultarían ser ciertos.
Existen varias teorías sobre la decisión de Wilder de filmar la escena de nuevo en un estudio. Algunos dicen que aquella noche en Nueva York no fue otra cosa que una campaña de promoción de la película, otros que la muchedumbre arruinó el sonido y el ambiente.
Una tercera establece que la propia Marilyn fue quien lo pidió, considerando la escena demasiado "subida de tono" en el contexto de la furia de DiMaggio.
Sin importar la respuesta, la nieta de Schullback, Bonnie Siegler, mostró por primera vez la obra casi documental de su abuelo a un grupo pequeño de personas en 2004.
Pasaron casi 13 años para que Siegler concediera una entrevista a The New York Times y mostrara finalmente esos recuadros, íconos de la cultura pop, al mundo.
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