Cada día que pasa tras el impacto del huracán María, la vida se vuelve más difícil para los puertorriqueños. Con el sistema eléctrico caído, sólo el 10% del sistema de celulares funciona, alimentado a combustible; y el problema de la falta de agua, que afecta a algo más de 1,5 millones de personas (el 44% de la población) no parece tener una solución a la vista.
"Aunque los dos centros de comunicación de emergencias se mantienen funcionales, hasta el 91% de las estaciones base de telefonía celular están caídas según la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) de los Estados Unidos", publicó The Washington Post.
El cuadro, grave en sí, se vuelve más oscuro porque Puerto Rico depende de sus móviles: la tasa de penetración de la telefonía celular es del 100 por ciento, y reemplaza las líneas fijas y las computadoras para la navegación en internet. Las compañías principales que brindan el servicio son AT&T, T-Mobile, Claro, Sprint y Open Mobile.
"El servicio inalámbrico es vital tanto para las víctimas como para los socorristas", explicó el diario. "Se sabe que equipos especiales de voluntarios viajan a las zonas de desastre para instalar conexiones satelitales para que los servicios de emergencia puedan coordinar la asistencia".
Luego de pasar horas y recorrer kilómetros con el anuncio "Sin servicio" inmutable, los puertorriqueños se detienen aun en el medio de una carretera cuando encuentran señal, describió Reuters. "Los ocupantes [de los vehículos] salían con los teléfonos en las manos en busca de uno de los hallazgos más escasos de la isla: una red de móviles en funcionamiento".
Tras la tormenta más poderosa que azotó Puerto Rico en casi un siglo, encontrar señal es una suerte de búsqueda del tesoro. "Stephanie Trigo, de 28 años, se encontraba entre los que se apoyaban contra la barrera de concreto del puente en la Carretera 17", presentó la agencia a la mujer que dijo: "Al menos ahora tenemos servicio en algunos lugares. De noche, cuando estamos en casa, no tenemos cómo comunicarnos".
En los caminos de la isla la gente peregrina a las inmediaciones de las torres de celulares con los teléfonos alzados, con la ilusión de ver aparecer barras de señal en sus pantallas. Muchos se detienen al verlos, aunque sea un equívoco colectivo y no haya servicio.
"En los escasos hoteles de San Juan que tienen servicio de celulares y wifi, hasta la gente grande se ha echado a llorar luego de comunicarse por primera vez [desde la catástrofe] con el mundo exterior", agregó Reuters.
En el extremo opuesto de las nuevas tecnologías, la necesidad ancestral del agua también quedó en estado de desastre por el embate del huracán. El 44% de los 3,4 millones de habitantes de la isla no tiene agua potable, y ni siquiera agua sin potabilizar que pueda servir para limpiar.
En el interior, los puertorriqueños llenan recipientes de toda clase en los manantiales de los que salen tuberías de PVC, desde las colinas a los caminos, explicó NPR. "Cerca de la ciudad interior de Caguas, al costado de una carretera veloz, la gente espera con botellas de refrescos vacías, surtidores de Gatorade y cubos de 5 galones (casi 19 litros)".
Luis Alberio, un hombre de 76 años, juntaba agua de esta forma por primera vez en su vida, dijo a la radio. Viajó media hora hasta ese manantial porque "necesito el agua para todo: para beber, para asearme, para limpiar la casa". Cerca del arrollo está el Río Cañas, pero sus aguas revueltas están sucias y hervirla es difícil: primero hay que hacer un fuego.
La Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) transportó ya 6 millones de litros de agua. Pero aunque la cifra suena enorme, no lo es si se considera que "para muchas comunidades el agua potable no estará disponible hasta que regrese la electricidad", según un informe de Mother Jones.
"Aun antes de María, el sistema de agua de Puerto Rico estaba en extremas malas formas. Según el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales (NRDC), la isla tiene la mayor cantidad de infracciones al agua potable de todos los estados y territorios", según la revista. La ley estadounidense sobre Agua Bebible Segura no se aplicaba a las fuentes de agua del 99,5% de los puertorriqueños en 2015.
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