El secretario de Estado de Estados Unidos informó este domingo que la Casa Blanca está sopesando cerrar su embajada en La Habana, después de una serie de inexplicables incidentes que han dañado la salud de los funcionarios norteamericanos.
"El tema está en evaluación" y el cierre de la sede diplomática "está bajo revisión", afirmó Rex Tillerson, en declaraciones a CBS, en las que calificó de "muy serio" el asunto.
Al menos 21 estadounidenses han sufrido daños a su salud en La Habana, según cifras oficiales, aunque la Secretaría de Estado optó por considerarlos "incidentes", cuya causa no ha sido determinada. Algunas de las víctimas fueron enviadas de regreso al país.
Los investigadores estadounidenses tienen muchas hipótesis sobre lo que podría estar detrás de las misteriosas afectaciones, como un ataque sónico, un arma electromagnética o un dispositivo de espionaje defectuoso.
De las 21 víctimas estadounidenses confirmadas médicamente, algunas sufren pérdidas auditivas permanentes o conmociones cerebrales, mientras que otras sufrieron náuseas, dolores de cabeza y zumbidos en los oídos. Algunos tienen problemas para concentrarse o recordar palabras comunes, reportó la AP. Algunos sintieron vibraciones u oyeron sonidos fuertes que misteriosamente solo eran audibles en partes de ciertas habitaciones, mientras otros no escucharon nada.
Cuando los primeros incidentes fueron reportados, en noviembre del año pasado, Washington y La Habana se encontraban en una modalidad de cooperación, trabajando febrilmente para garantizar el progreso en varios asuntos, desde el acceso a internet hasta las reglas migratorias, antes de que finalizara la presidencia de Barack Obama. El sorpresivo triunfo electoral de Donald Trump el 8 de noviembre significó que pronto estaría al frente un presidente que había amenazado con revertir la distensión.
Mientras Estados Unidos se preparaba para un nuevo e impredecible gobierno, Cuba también enfrentaba un punto de inflexión.
Fidel Castro falleció el 25 de noviembre. El dictador había gobernado durante casi medio siglo antes de cederle el poder a su hermano, Raúl, en sus últimos años de vida. Para nadie era secreto en Cuba que Fidel, junto con algunos simpatizantes dentro del gobierno, no estaban cómodos con el acercamiento de Raúl Castro con Washington.
(Con información de AP)
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