Thomas Maupin tenía 51 años cuando en agosto de 2001 caminaba por Thomas Street, en Memphis. Un lugar desértico, industrial, a las afueras del centro de la ciudad. Parecía uno más en las vacías calles. Hasta que vio a su presa e inició el ataque. Su víctima: una mujer de 31 años a quien amenazó con un objeto metálico que colocó sobre su mandíbula. La apartó del camino y la forzó a realizarle sexo oral.
Cuando todo terminó y Maupin abandonó el lugar, la víctima huyó tan pronto como pudo y realizó la denuncia. La Policía de Memphis llegó hasta el lugar y observó que el violador había dejado olvidada su dentadura postiza. La archivaron como parte de la evidencia del crimen. La prueba quedó en un lugar del destacamento policial durante más de una década. Nunca pudieron conectar el hecho con el atacante.
Pero el último verano, las autoridades de la ciudad ordenaron revisar todos los kits que habían sido archivados no solo sobre esa violación, sino sobre otros delitos. Si alguno de los detectives lo hubiera hecho 16 años atrás Maupin habría sido detenido de inmediato: su nombre estaba cincelado en la dentadura abandonada en la escena del crimen.
La prótesis falsa del violador había sido hecha cuando Maupin estuvo en prisión por el asesinato de una niña de seis años. Fue en 1988, luego de una fiesta infantil. Fue sentenciado a 480 meses en prisión, pero un error procesal hizo rever la condena. Fue nuevamente llevado a juicio. Condenado. Pero otra vez un fallo durante la investigación le dio la oportunidad de reducir su pena. La tercera vez se declaró culpable y consiguió que se lo confinara a 12 años de cárcel. Salió en 1997 luego de haber estado en un penal de Washington, donde se confeccionó la dentadura con su nombre grabado.
La semana pasada, Maupin se declaró culpable de la violación de 2001. Estará ocho años tras las rejas.
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