Los inmigrantes que cruzaron la frontera entre México y los Estados Unidos hacinados en el acoplado de un camión el sábado tomaban turnos para poder respirar por un pequeño agujero, señaló un documento presentado el lunes por los investigadores.
El reciente caso de tráfico humano se saldó con una tragedia provocada por el desinterés de los contrabandistas ante las condiciones en las que viajaban las personas y el extremo calor en la zona de San Antonio: 10 personas murieron y 28 sufrieron diferentes grados de deshidratación.
Según uno de los sobrevivientes que habló con los investigadores estadounidenses, durante la primera hora del viaje desde México hasta Texas no hubo problemas. Pero luego, el calor, que alcanzó los 38 grados centígrados en el exterior y los 50° dentro del acoplado, y la falta de aire se hicieron insoportables.
Comenzaron a golpear las paredes para intentar avisar al conductor, y encontraron un agujero porque el que pasaba el aire y tomaron turnos para respirar.
Tras cruzar la frontera, el camión finalmente frenó en el estacionamiento de un Walmart en San Antonio, donde uno de los pasajeros logró salir y alertar a un empleado, quien llamó a la policía.
Las fuerzas de seguridad encontraron a ocho personas muertas y a 30 con diferentes grados de deshidratación, de nacionalidad mexicana y guatemalteca. Dos de estas murieron, pero el peligro aún no cesa, ya que varias están hospitalizadas y en grave estado.
La Justicia Federal de los Estados Unidos acusó el lunes al conductor del camión, James Matthew Bradley, por el transporte ilegal de inmigrantes para fines comerciales o ganancia económica, un cargo que con el agravante de las 10 muertes puede llegar a la pena de muerte en Texas.
Bradley es originario de Clearwater, en Florida, tiene 60 años y fue arrestado poco después de que la policía descubriera el camión y, finalmente se comprobó que lo había manejado.
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