Abbey Conner, de 20 años, murió el 12 de enero pasado durante unas vacaciones con su familia en Cancún, México. Ella y su hermano fueron hallados inconscientes en una piscina. Su hermano pudo ser revivido. Ella, no.
En el peor momento, mientras estaban en el hospital y se enteraban que su hija no viviría, los Conner decidieron donar su órganos. "A los 16 años, ella nos había dicho que quería ser donante", contó su padre, Bill. "Ver a mi hija con respirador artificial fue terrible, pero que nos avisaran que cuatro de sus órganos eran compatibles y podían ser utilizados por personas que los necesitaban hizo las cosas un poco más fáciles".
Para superar el dolor de la pérdida y crear con conciencia sobre la importancia de la donación de órganos, Bill salió a recorrer Estados Unidos en bicicleta. Desde su casa en Wisconsin pedaleó más de 4 mil kilómetros. El día del padre llegó a Baton Rouge, en el estado de Luisiana. Y allí se encontró con un hombre muy especial.
El 13 de enero, Jack Lamouth Jr. había sufrido un ataque cardíaco a raíz de una infección viral. Enseguida los médicos detectaron que necesitaría un trasplante cardíaco para sobrevivir. Jack recibió el corazón de Abbey.
En el Día del padre, Bill Conner pudo abrazar al hombre que lleva el corazón de su hija y conocer a su familia.
Pero Jack lo sorprendió con un obsequio especial: le entregó un estetoscopio para que Bill lo apoyara en su pecho y pudiera volver a escuchar el latido del corazón de su hija.
"Ella está viva. Jack está vivo, así que ella está viva. Es su corazón", dijo Bill después de abrazar entre lágrimas al hombre que lleva el corazón de su hija y antes de continuar pedaleando hasta la Florida. El video que muestra ese conmovedor momento no ha parado de replicarse en las redes sociales.
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