Rufus es un gato gris. Muy lindo y en apariencia, divertido. Sabe hacer todo tipo de trucos. Al parecer su dueño, quien cada vez que logra uno lo felicita, se los enseñó. Y a él le gusta que esas piruetas divertidas las haga frente a la cámara. Sino, se enoja. ¿Quién no adora a un lindo gatito practicando alguna peripecia? En las redes sociales, los felinos no fallan.
Sin embargo, cuando la reconocida asociación Personas para el Tratamiento Ético de Animales (PETA, por sus siglas en inglés) intentó concientizar sobre el maltrato animal mostrando la relación entre Rufus y su dueño, pretendió engañar a su público. Sin necesidad y de manera grotesca.
En el video se muestra que el propietario de Rufus le ordena que haga algunas pruebas para poder grabarlo en su cámara. El gato parece fastidiado y no dispuesto a hacer caso, pero sabe que no hacerlo podría tener consecuencias físicas. Es así que cuando le ordena que salte de una banqueta a otra, su "amo" lo golpea reiteradas veces hasta que en pánico cumple con el mandado. Cuando le repite que lo hiciera para la cámara -sin que mediaran los golpes- el gato gris escapa aterrado.
PETA encargó a una agencia de prensa que intentara filtrar el video en YouTube como si fuera anónimo para que comenzara a viralizarse. Y fueron más allá: la empresa Press Kitchen se contactó con un periodista de Mashable para que dieran el puntapié sobre la violencia animal. Pero nunca le revelaron la verdad.
El pedido era el siguiente: "Tu publicación de la provocadora pieza es para que se conozca su circulación, no para hablar sobre su autenticidad". Una vez hecho viral, comenzaría la campaña de PETA para explicar cuál era el objetivo de la campaña. Pero la respuesta del staff periodístico fue brutal. Contó lo que estaba tratando de hacer la organización de defensa de los animales y la complicidad que buscaba por parte de un medio de comunicación. "La nueva fórmula de PETA: decepción, manipulación y un abuso de animal falso", fue el título del artículo.
Cuando la verdad salió a la luz, la ONG intentó excusarse diciendo que su plan no era engañar al público con el video falso. "Nunca hubo ningún intento de mantener a la gente en la oscuridad de que lo que veían era falso. El único problema acá es el timing", indicó a The Washington Post la presidente de PETA, Ingrid Newkirk.
Las críticas sobre la organización animal comenzaron a llover. Se la acusó –Mashable a la cabeza- de fomentar el abuso de noticias falsas en momentos en que éstas se multiplican. "El abuso a los animales es horrible. No es necesario recurrir a falsedades", manifestó Jessica Coen, editora ejecutiva del sitio y quien autorizó a que se desenmascare el engaño.
Para peor, ni Newkirk ni PETA advirtieron que Rufus, en verdad, era una animación. Al parecer, dieron por descontado que todo el mundo podría darse cuenta.
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