Meteorólogos estadounidenses presentaron hoy en Miami el satélite geoestacionario GOES-16, el más avanzado de las últimas décadas y que se puso en órbita con la misión de proporcionar datos precisos sobre huracanes y tormentas formados en el Atlántico.
La presentación del GOES-16 coincidió con el comienzo de la temporada de huracanes en la cuenca atlántica, que reunió a expertos con el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly, y el gobernador de Florida, Rick Scott, en las instalaciones del Centro Nacional de Huracanes (NHC), con sede en Miami.
Se trata del "avance tecnológico de satélite más significativo de las últimas dos décadas y se ha estado trabajando (en su construcción) durante más de diez años", aseguró Pablo Santos, director del Servicio Nacional de Meteorología de Miami.
La "mayor calidad de las imágenes, así como la resolución y una más alta frecuencia" respecto de los satélites anteriores, "permitirá" a los científicos "tener una visión más detallada de lo que está ocurriendo tanto dentro del huracán como a su alrededor", precisó Santos.
Los datos obtenidos se emplearán también para la elaboración de predicciones y mapas meteorológicos de alta resolución, especialmente cuando los huracanes se forman en zonas del Atlántico "fuera del alcance de los cazahuracanes".
La puesta en órbita de este satélite geoestacionario se produce en una temporada de huracanes en el Atlántico que se prevé con una actividad "por encima" del promedio, con entre 5 y 9 huracanes, de los cuales entre 2 y 4 serían de categoría mayor, según anunció el pasado 25 de mayo la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera de EEUU (NOAA).
Pese a que el presupuesto con que cuenta el NHC esta temporada es menor que el de otros años, debido a recortes presupuestarios de la Administración del presidente, Donald Trump, Santos aseguró que los meteorólogos continuarán "siempre haciendo su trabajo de una u otra manera", aunque este recorte pueda tener un "impacto".
En ese contexto, Kelly dijo que Trump sigue muy de cerca todo lo relativo al peligro que entraña la formación de huracanes y tormentas y su "potencial catastrófico".
"Tomamos muy seriamente este potencial destructor de los huracanes, su poder devastador y el coste astronómico que puede tener" en términos de daños materiales, precisó Kelly, para referirse a continuación al huracán Matthew, que dejó 43 muertos en Estados Unidos.
La temporada de huracanes de 2016 en el Atlántico, que fue más intensa de lo normal, será recordada por el devastador Matthew, el más potente en casi una década y que dejó a su paso por Haití al menos 500 muertos, según cifras de la NOAA.
Las previsiones de la NOAA de cara a la temporada ciclónica en la cuenca atlántica, que afecta durante seis meses a EEUU, el Caribe y México, apuntan además a la formación de 11 a 17 tormentas tropicales y un 45 % de posibilidades de que sea más activa de lo normal.
Santos recordó que, no obstante, es de una importancia menor el número de tormentas que se generen durante la temporada, ya que cualquiera que impacte una zona puede causar una catástrofe.
Así sucedió en 1992, temporada en la que solo se predijeron siete tormentas, pero el poderoso huracán de categoría 5 Andrew, con vientos de más de 252 kilómetros por hora, barrió las ciudades de Homestead y FloridaCity, en el estado de Florida, en el sureste de EEUU.
Andrew causó 65 muertos, destruyó 25.500 casas, otras 100.000 sufrieron daños y 25.000 personas quedaron sin techo, un desastre con unos daños valorados en unos 26.000 millones de dólares del que se cumplen 25 años en agosto próximo.
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