"Dos meses. Dos meses desde que te tuve en mis brazos, escuché cuánto me amabas, besé esos dulces labios de pastel. Dos meses desde que nos acurrucamos. Dos meses de infierno absoluto".
Así es el inicio de la carta abierta que Ruth Scully -de Maryland, Estados Unidos– escribió y que conmovió a cientos de miles de personas. Era la dramática historia que atravesó en los últimos meses y quiso gritar para que todos la escucharan. Para que el mundo supiera cómo se desgarra por dentro una madre que sabe que su hijo de 4 años morirá, indefectiblemente. Y Ruth -y su versión de mayor fortaleza- contó cómo fueron sus últimos días y el diálogo breve y final que mantuvo con Nolan luego de que él despertara de un coma. La última vez que en que podría hablar con él.
"Cuando llevé a Nolan por última vez al hospital supe que había algo más. Supe que él también sabía. No pudo comer o beber nada por días y estaba constantemente vomitando", relató la mujer. Ese día, el 1 de febrero, la médica oncóloga que lo trató le dijo lo peor que una madre podía escuchar. No habría cura para su pequeño. Había sido diagnosticado con cáncer en noviembre de 2015, pero en el último tiempo todo se había precipitado.
Fueron varios días que pasaron en el hospital. Nolan pasaba horas charlando con su madre. Sonriendo. Disfrutando los últimos momentos en soledad. Uno de esos diálogos, cuando debió contarle que no se recuperaría, quedó grabado en la memoria de Ruth.
– Poot, duele al respirar, ¿no?
– Bueno… sí.
– Tienes mucho dolor, ¿no es así bebé?
– Sí.
– Poot, esta cosa del cáncer apesta. No tienes que luchar más.
– ¿No? ¡Pero lo haré por ti, mami!
– ¡No, Poot! ¿Es eso lo que has estado haciendo? ¿Luchar por mami?
– ¡Sí!
– Nolan, ¿cuál es el trabajo de mamá?
– ¡Mantenerme a salvo!
– Cariño… No puedo hacer más eso. La única manera que puedo tenerte a salvo es en el Cielo.
– ¡Entonces iré al Cielo y jugaré hasta que llegues tú! ¿Vendrás, verdad?
– ¡Absolutamente! ¡No podrás librarte de mami tan fácil!
– ¡Gracias, mami! ¡Iré a jugar con Hunter y Brylee y Henry!
Los días siguientes fueron similares. Pero mientras Ruth preparaba todo para irse a su hogar y pasar allí los últimos días, el sufrido Nolan le pidió el último favor. "Mami… está bien. Quedémosnos aquí, ¿de acuerdo?". Las siguientes 36 horas serán imborrables para su memoria. Jugaron, sonrieron, charlaron brevemente de manera cómplice.
En la mañana del 4 de febrero, a las 9 a. m. mientras Nolan observaba en su tablet un capítulo de Peppa Pig, Ruth le dijo que iría a tomar una ducha. No muy convencido, le pidió que llamara a su tío y que moviera su cama para que pudiera verla. Al ingresar al baño, el niño cerró sus ojos. Se durmió profundamente. Al salir, vio que varios enfermeros rodeaban la cama de su pequeño hijo. Creyó lo peor al ver que una de ellas giraba y la miraba con los ojos llenos de lágrimas. Se lanzó sobre él y se recostó. "Está en un sueño profundo. No puede sentir nada", le advirtieron. Nolan había entrado en un coma irreversible, según los médicos.
"Puse mi mano en el costado derecho de su rostro. Entonces, un milagro que nunca olvidaré ocurrió. Mi ángel respiró, abrió sus ojos, me sonrió y me dijo: 'Te amo, mami', giró su cabeza hacia mí y a las 11:54 murió mientras yo le cantaba al oído You Are My Sunshine", contó.
Ruth contó que durante los meses que lucharon contra la enfermedad -Rabdomiosarcoma infantil- su hijo no quería dejar de estar ni por instante lejos de su lado. "La foto llamará la atención de todos porque es mi hijo aterrado de alejarse de mi lado, incluso cuando tomaba una ducha. Ahora soy yo quien está aterrado de bañarme. Con nada salvo una alfombra de baño vacía donde alguna vez un hermoso y pequeño niño se recostaba esperando por su mami".
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