El rascacielos de uso mixto de 202 metros de altura, ubicado sobre la emblemática Quinta Avenida entre las calles 56 y 57 de la ciudad de Manhattan ha logrado convertirse de manera totalmente inesperada en el centro neurálgico de Nueva York.
Pocos podrían haber adelantado allá por 1983 que el imponente edificio ubicado en el distrito de Midtown y construido en el terreno que solía ocupar la prestigiosa tienda de departamentos Bonwitt Teller, sería sede de vitales reuniones protagonizadas por referentes del mundo de la política y el empresariado.
Mucho menos hubiesen imaginado que el desarrollador detrás del proyecto diseñado por el estudio arquitectónico Der Scutt of Poor, Swanke, Hayden & Connel se convertiría poco más de 30 años más tarde en uno de los hombres más poderosos del planeta.
Fiel al estilo del hoy presidente Donald Trump, las controversias alrededor del ambicioso proyecto inmobiliario no tardaron en salir a la luz. El edificio que comenzó a ser construido en 1979 fue aprobado, a pesar de las restricciones vigentes en ese momento para la zona, para que pueda ser comercializado para uso mixto, lo que significa aplicaciones residenciales y comerciales.
El singular atrio ubicado en la planta baja que diferencia a la torre Trump de otros edificios de la era, permitió que se le habilite la construcción de pisos adicionales para alcanzar los 58, una altura inusual en esa zona para la época.
La destrucción de esculturas históricas pertenecientes a la era dorada de la tienda de departamentos que ocupaba el terreno del nuevo rascacielos, sumado a denuncias de salarios por debajo de la media a los obreros de la construcción y la utilización de cemento de sospechosa procedencia ocuparon en su momento las portadas de las secciones locales de los periódicos de la ciudad.
El atrio, apartamentos, oficinas y tiendas fueron abriendo sus puertas de manera gradual desde febrero a noviembre de 1983, y en un principio los pronósticos parecían anunciar un futuro incierto para los espacios destinados a los alquileres comerciales debido a la baja demanda inicial.
Sin lugar a dudas el gran suceso de la torre Trump fueron sus condominios de lujo, que fueron vendidos en pocos meses desde su oferta al mercado en parte debido a los precios atractivos de las unidades, en una zona que se encontraba en crecimiento pero que estaba a años luz de ser lo que representa hoy en el mercado inmobiliario.
Los acabados de los apartamentos distaban de ser lujosos, y muchos compararon el "paquete básico" de la torre Trump con lo que se podía esperar de una construcción en los distritos más accesibles de Brooklyn o Queens, ciudades donde nació el imperio inmobiliario Trump de la mano del padre del flamante presidente.
La inauguración oficial fue celebrada con bombos y platillos y marcó el inicio de la revitalización de una zona que se encontraba inundada de tiendas vacías, obligadas a cerrar sus puertas por la crisis económica que ahogaba a la ciudad y a todo el país a principio de la década de los ochentas.
La "Gran Manzana" contemporánea con la apertura de la torre Trump atravesaba una importante crisis, donde el crimen, los asesinatos y el desempleo amenazaban con acabar definitivamente con su fama de ser la ciudad más grandiosa del mundo, y sin lugar a dudas la torre de vidrios en tono bronce y detalles cromados en dorado de alguna manera anunciaba el futuro promisorio de una ciudad que recuperaría su estatus.
La cascada de siete pisos que recibía a los visitantes a su lobby anunciaba una experiencia de compras digna de la Quinta Avenida, con tiendas de Cartier y la tradicional joyería italiana Buccellati que buscaban satisfacer a los compradores más exigentes.
Celebridades de la talla del comediante y anfitrión de talk-shows Johnny Carson, el director Steven Spielberg y la leyenda de la pantalla grande Sophia Loren compraron apartamentos que para la época alcanzaban la impresionante suma de 12 millones de dólares, un número que hoy resulta "insignificante" en un mercado inmobiliario con propiedades que pueden superar tranquilamente los 100 millones.
Pero no todo fue color de rosas para el magnate de los bienes raíces y su sueño inmobiliario. El edificio fue ridiculizado en su momento por su estética sobrecargada, en muchos casos por prestigiosos referentes del mundo de la arquitectura.
Muchos de los reconocidos personajes del mundo de los negocios y el espectáculo vendieron sus apartamentos, los cuales fueron comprados por personas de dudosa reputación que no podían justificar en muchos casos el origen de su fortuna.
Entre los ocupantes más polémicos se encuentran Joseph Weichselbaum, un empresario ligado a la industria de la renta de helicópteros que fue condenado por malversación de fondos y narcotráfico, así como el galerista Helly Nahmad que se dedica a acumular Renoirs y Modiglianis y pasó tiempo en prisión por estar vinculado a las apuestas ilegales.
Gran parte de las prestigiosas tiendas que ocupaban sus espacios comerciales cerraron sus puertas, prefiriendo migrar a otras zonas donde no serían asociadas con la polémica torre, lo que alimentó durante los ochentas y noventas la baja de los precios de alquileres y atrajo a otra categoría de firmas.
A pesar de los intentos de Donald Trump en su momento de tranquilizar a los inquilinos, al asegurar para 1985 que más de 100 empresas buscaban cerrar un contrato de alquiler en su torre, para 1986 alrededor del 20% de los negocios que habían abierto desde la inauguración habían cerrado sus puertas.
Con precios que superaban a la media que se manejaba en la Quinta Avenida y que representaban alrededor de 4.800 dólares por metro cuadrado por año, la apuesta comercial de la torre parecía tener los días contados.
Pero los 300 millones de dólares acumulados por Trump por la venta de condominios aseguraron el incuestionable éxito comercial del proyecto que tuvo un costo aproximado de 200 millones de dólares. Hoy la torre es la joya de la corona de la Organización Trump, con un valor inmobiliario estimado por Forbes en 600 millones de dólares.
Conocida hoy por los neoyorquinos como la "Black House" en alusión a la tonalidad de su fachada y la importancia de las personas que lo habitan y visitan, fuentes cercanas a la familia Trump aseguran que le ha sido difícil al presidente de los Estados Unidos dejar su penthouse valuado en unos 100 millones de dólares.
Decorado en su momento por Ivana Trump, la primera esposa del magnate con la que luego protagonizaría uno de los divorcios más escandalosos de la historia moderna, la propiedad es conocida como el "Versalles de los cielos" por el estilo Luis XIV del lujoso triplex.
Con la mayoría de sus superficies cubiertas en los mármoles más exóticos y detalles en oro de 24 quilates, la impronta barroca y rococo fue inspirada en el exclusivo restaurante del Upper East Side "Maxwell's Plum" donde la pareja tuvo su primera cita.
El presidente Trump confesó en su momento que llevar adelante junto a su mujer la decoración del penthouse fue mucho más complicada que la construcción de toda la torre, probablemente anunciando por adelantado el desenlace final de su primer matrimonio.
En 1987 llegaría una de las fiestas más recordadas en la torre Trump, el lanzamiento oficial del libro "The Art of the Deal" escrito por el magnate en conjunto con el periodista Tony Schwartz. Concebido en parte como una memoria del empresario y como una guía de negocios, el estilo marcado por la influencia de libros de "auto-ayuda" respondían a una tendencia literaria muy popular para la época.
Miles de invitados vestidos de gala, verdaderos representantes de la crema y nata de la alta sociedad de Nueva York, desfilaron por el atrio del edificio donde fueron servidos champagne Dom Perignon y comieron un pastel traído por un séquito de despampanantes modelos que replicaba a la perfección la adorada torre del magnate de los bienes raíces.
La publicación que llegaría a convertirse en número uno del prestigioso ranking de The New York Times, fue el primer libro publicado por Donald Trump y le permitió convertirse en una celebridad reconocida a nivel nacional.
La inestabilidad marcada por inquilinos comerciales que no encontraban el verdadero atractivo de ser asociados a la torre Trump terminó de una vez en 2008 cuando la firma italiana de indumentaria y accesorios Gucci abrió su tienda insignia en la planta baja del emblemático rascacielos.
A diferencia de sus antecesores, el diseño del nuevo espacio comercial le permite hoy a los potenciales compradores ingresar directamente desde la acera de la Quinta Avenida, sin tener que ingresar al edificio donde se ubican el Trump Grill & Bar que solía estar abarrotado de turistas y curiosos hasta que se definió la campaña electoral.
La llegada de la familia Trump al popular reality show "The Apprentice" fue el golpe maestro que ayudaría a hacer de la torre Trump uno de los edificios más conocidos de la ciudad y de todos los Estados Unidos, disputándole el reinado a construcciones emblemáticas como el Empire State o el Chrysler Building.
Más de 20 millones de personas sintonizaron la primera temporada del programa que se grabó en "territorio Trump" para que el ocupado magnate pudiese aprovechar su tiempo al máximo, y expertos aseguran que las siguientes ediciones emitidas a lo largo de más de una década le sirvieron como plataforma para convertirse hoy en el hombre del que habla todo el mundo.
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