"El trabajo del secretario de Estado, Rex Tillerson, en el Departamento de Estado acaba de complicarse", advirtió The Washington Post al confirmar que todo el personal directivo de alto nivel dimitió el miércoles.
Tillerson estaba en la sede del ministerio discutiendo los posibles candidatos a número 2 para reemplazar a Patrick Kennedy, que ha estado en ese puesto durante nueve años y dimitió días atrás, cuando se enteró de que, además del propio Kennedy, tres de sus altos funcionarios renunciaron inesperadamente.
Los que dimitieron son la subsecretaria de Estado para la Administración, Joyce Anne Barr, el subsecretario de Estado para Asuntos Consulares, Michele Bond, y el embajador Gentry O. Smith, director de la Oficina de Misiones Exteriores. Todos son funcionarios del servicio exterior que han servido bajo administraciones republicanas y demócratas.
Kennedy se retirará del servicio exterior al final del mes, mientras que los demás funcionarios podrían ser destinados a otros lugares de esa cartera. Es que los funcionarios de carrera del servicio exterior pueden renunciar a un puesto y permanecer en la nómina a la espera de otro destino.
A estas renuncias se suma que el secretario de Estado adjunto de Seguridad Diplomática, Gregory Starr, se retiró el 20 de enero, y la directora de la Oficina de Operaciones de Edificios de Ultramar, Lydia Muniz, partió el mismo día. Según The Washington Post, eso equivale a una limpieza casi completa de todos los altos funcionarios que se ocupan de la gestión del Departamento de Estado, sus puestos en el extranjero y su gente.
"Es la salida simultánea más grande de la memoria institucional", dijo David Wade, quien se desempeñó como jefe de Recursos Humanos del Departamento de Estado bajo el mandato de John Kerry. "Son todos puestos que requieren de mucha experiencia y difíciles de reemplazar", agregó.
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El Departamento de Estado emitió un comunicado en el que confirma las renuncias y detalla que esos puestos "son políticos", por lo que es "normal" que haya dimisiones.
El portavoz en funciones del Departamento de Estado, Mark Toner, explicó que las Administraciones de Trump y del ex presidente Barack Obama se coordinaron para "solicitar que todos los funcionarios políticamente nombrados entregaran cartas de renuncia".
"Estas posiciones son políticas y requieren que el presidente las nomine y el Senado las confirme. Entre los que han visto aceptadas sus dimisiones, algunos seguirán en el Servicio Exterior en otros puestos y otros se retirarán por propia decisión o porque ha vencido el tiempo vinculado a su servicio", apuntó Toner.
"Ningún funcionario acepta un nombramiento político con la expectativa de que es ilimitado, y todos entienden que el presidente podría elegir reemplazarlos en cualquier momento", agregó.