"¡Ey chicos, es hora de la cena! ¡Vamos!", exclama el hombre a medida que se acerca al pantano repleto de caimanes en Florida, Estados Unidos. En una de sus manos lleva un balde con comida.
"¿Quieres un poco?", le pregunta a uno de ellos. "¡Buen chico!", le dice al ver que el animal come con ganas.
El caimán, que aparentemente se llama Alfred, no se satisface fácilmente, y acerca peligrosamente su enorme boca al hombre. Pero a éste no parece importarle. Se ríe, lo sigue alimentando y hasta lo acaricia.
En un momento se molesta un poco, porque Alfred no deja comer a los otros. De hecho, estuvo a punto de morderle el brazo cuando intentó lanzar algo a los demás. Pero evidentemente, disuadido por su fiereza, el hombre lo sigue alimentando.
Sólo después de un rato, Alfred se muestra saciado y se aleja. Entonces sí, deja que sus dos compañeros coman tranquilos.
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