Eran los primeros días de septiembre de 2016 y Lawrence John Ripple se mostraba cansado. Ya no quería seguir discutiendo una y otra vez con su esposa. Pero esta vez era diferente. Estaba dispuesto a ir más allá de la imaginación de ambos. Tomó un bolígrafo y escribió una nota: "Tengo una pistola, deme el dinero". Se lo mostró y le dijo: "Voy a asaltar a un banco".
Su mujer —cuyo nombre no trascendió— no creyó que fuera a hacer algo semejante y se quedó en su vivienda, esperando a que regresara. Pero Ripple jamás volvió. En cambio, recibió un llamado telefónico en el que le avisaban que había sido detenido por asaltar un banco.
Ese día, el hombre de 70 años de Kansas City se dirigió a la sucursal del Bank of Labor en el 756 de la avenida Minnesota, a tan solo una manzana del cuartel policial. Se acercó a uno de los empleados y le mostró la nota, en silencio. En la caja había 2.924 dólares y el cajero se los dio al inesperado asaltante, quien en lugar de huir sorprendió al resto de los presentes.
Ripple se sentó en uno de los asientos del banco y esperó, cruzado de brazos con el botín junto a él y sin ningún arma que amenazara a nadie. Un guardia de seguridad se le acercó, lentamente. El impensado ladrón se entregó: "Soy el hombre que está buscando", le dijo. El desconcertado custodio tomó de vuelta el dinero robado y lo detuvo hasta que llegaran los oficiales del Departamento de Policía de Kansas.
Cuando fue interrogado por agentes del FBI, Ripple les contó lo que esa mañana había sucedido y les confesó que no quería volver con su esposa. "No quiero vivir más esa situación", les relató, tras aceptar el delito que había cometido.
A los pocos días, el hombre quedó en libertad bajo fianza. Este lunes fue acompañado por su esposa a la corte, donde escucharía los cargos que pesan en su contra. "¿Cómo se declara?", le preguntó el juez al hombre, a quien su mujer miraba fijamente desde el sector del público. "Culpable", respondió. No quería volver con su esposa. En las próximas semanas se conocerá la sentencia.
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