Viven juntos bajo el mismo techo como hace 70 años. Pero esta vez no es en su casa de Peabody, Massachusetts, sino en un centro de asistencia a la vejez, a muy pocas cuadras de donde crecieron y jugaron hasta que la vida los separó, como a la mayoría de las familias. Hoy, los hermanos Mallia -quienes originalmente eran once, pero solo quedan cinco- viven reunidos y saben que morirán allí.
La primera en llegar al Jeffrey and Susan Brudnick Center for Living fue Carmen Wesala -su apellido de casada-, de 98. Era 2012 y su salud estaba en decadencia. Ahora está ciega y apenas puede escuchar. Pero con el tiempo, sus hermanos Georgia Southwick (93 años), Mary Cena (92), Larry Mallia (90) y Lucy O'Brien (85) se le unieron.
"Nunca soñamos que nos reuniríamos en nuestro vejez, pero ninguno de nosotros puede pensar una forma mejor de pasar nuestros últimos años. Tenernos el uno al otro para hablar todos los días tantos años después ha sido maravilloso. Es un verdadero regalo estar juntos de nuevo", contó Georgia, la que más habla de los hermanos.
Pero esto tiene una explicación. Lucy, la menor, padece Parkinson, y la enfermedad le ha provocado dificultades en el habla. Larry, en cambio, sufrió un ataque cerebral que le dejó secuelas. Entonces, Georgia y Mary son las que más dialogan y las que más hablan a los demás para mantenerlos con ánimo. Lo consiguen. "Pero somos tan unidos que a menudo muchas palabras no son necesarias. Es reconfortante para nosotros saber que nos tenemos el uno al otro", añadió.
Los días en el centro de vejez se pasan volando entre los cinco hermanos. Juegos, comidas, películas, tejidos, cantos y bingo. Así pasan sus días. Divirtiéndose. Como cuando eran (mucho) más pequeños. "Jugamos con naipes, compartimos habitaciones, siempre tenemos alguien con quien hablar. No tuvimos mucho dinero, pero siempre aprendimos a querer y respetar al otro. Es triste hoy escuchar historias de hermanos y hermanas que no se hablan más. Nosotros disfrutamos genuinamente estar juntos. Estoy muy agradecida por eso", cuenta Mary.
"Las hermanas y su hermano son extremadamente unidos. Son cálidos. Es muy raro para estos lugares tener dos hermanos juntos. Cinco es algo que nunca escuché", dice Betsy Mullen, jefa de operaciones del centro médico.
Tony y Janet Mallia inmigraron de Italia a Vermont en los años 20. Diez años después se mudaron hacia Peabody, donde la numerosa familia se asentó. Crecieron entre lasañas y albóndigas, recetas típicas italianas. Todo a gran escala. Las mesas y reuniones familiares eran concurridas y ruidosas. Ninguno de los hijos dejaría jamás Massachusetts. Quien más tiempo pasaba en la cocina con mamá Janet era Mary, quien descubrió todos los secretos de la pasta y las salsas italianas. Hace poco cumplió un sueño: publicó el libro con esas delicias familiares. Y ya piensa en una segunda edición. Los proyectos no terminan allí.
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