Cuando Don Livengood le propuso matrimonio a su por entonces amiga Margaret, tomó su mano y pronunció las palabras mágicas. Esa misma mano fue la que sujetó con fuerza en sus instantes finales, hasta que sintió que sus músculos ya no le respondían. Ambos morirían, 59 años después, con apenas horas de diferencia.
La pareja fue inseparable desde el momento en que se conocieron. "Era normal para ellos tomarse de la mano. Su amor era tan precioso. Verlos de la mano en el hospital era la cosa más dulce y preciosa que puedes imaginar", contó la hija de ambos, Pattie Beaver.
Sabiendo que la salud de ambos era extremadamente delicada, Beaver intentó cumplir con un deseo final de ambos: mantenerlos en la misma habitación del hospital donde pasarían sus últimos momentos. Así fue como la mujer buscó por todos los medios que en el Carolinas Healthcare System Northeast, en Carolina del Norte, atendieran su petición.
Los días de ambos estaban contados cuando los internaron, aunque al principio no estaban juntos. "Se me partió el corazón", recuerda Beaver. Su madre, Margaret, de 80 años, padecía un cáncer terminal. Su padre, Don, en tanto, sufría de fibrosis pulmonar y una pulmonía. Además de no cumplir con el deseo de ambos, sentía que no podía atenderlos. No conseguía estar con ambos al mismo tiempo.
"La necesidad de ambos de estar juntos era mayor a cualquier otra preocupación", explicó. Finalmente, por intermedio del doctor Randy Schisler, pudieron reunirlos en la misma habitación, bien cerca uno del otro, de forma tal que Don pudiera tomar la mano de su amada esposa cuantas veces quisiera.
"Estoy realmente orgulloso. Fuimos tan lejos como pudimos con las reglas que permite el hospital, porque las cosas no eran típicas. Era lo correcto para estos pacientes y para su familia", explicó Schisler. "Una vez que estuvieron de nuevo juntos, el sentido de todo volvía a estar bien", contó la hija del matrimonio.
Schisler se emocionó al observar a ambos pacientes. "Éste es uno de esos casos que ninguno de nosotros podrá olvidar. Ver a estas personas que pasaron su vida juntos, dar sus últimos respiros juntos, en la misma habitación…"
"Recuerdo cómo él sostenía su mano. Ella no podía comunicarse. Pero todos en la habitación podíamos ver la conexión entre ellos. Era muy conmovedor saber que habían pasado toda su vida juntos y en el final de sus vidas, estaban aún juntos", indicó Denise Hopper, capellán del centro médico, a la revista People.
Margaret murió a las 8 a. m. del 15 de agosto. Pocas horas, después, a las 5 p. m., Don dejó de existir. Aún sostenía la mano de su amada. "Cuando estemos en el Cielo, caminaremos juntos, como si estuviéramos casados de nuevo. Otra luna de miel", fueron las palabras finales que logró susurrarle el hombre de 84 años minutos antes de su final.
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