La aparente disposición de Donald Trump a "buscar alguna solución" al tema de los jóvenes traídos ilegalmente al país cuando eran niños está dividiendo a su propio partido Republicano, resaltando lo difícil que será para el Congreso tomar medidas relacionadas con la inmigración ilegal, incluidas la construcción de un muro en la frontera con México y el status de los "dreamers".
Para complicar las cosas, los asesores del presidente electo intentaron dar marcha atrás con sus comentarios apenas fueron publicados, y un integrante de su equipo de transición que exigió anonimidad negó que Trump haya cambiado su política hacia la inmigración ilegal.
En su campaña electoral Trump prometió mano dura hacia los extranjeros que están en el país sin autorización y "cancelar de inmediato" los programas del presidente Barack Obama que dejaron en suspenso la deportación de más de 700.000 de dreamers.
Pero en una entrevista publicada el miércoles por la revista Time, que lo acaba de nombrar "Persona del Año", Trump suavizó un poco su postura.
"Vamos a buscar una solución que deje contentos y orgullosos a todos", expresó. "Fueron traídos a una edad muy joven, trabajaron, fueron a la escuela. Algunos fueron buenos estudiantes. Algunos tienen muy buenos trabajos. Y se encuentran en una especie de tierra de nadie, en la que no saben lo que va a pasar".
Trump no dio detalles y Time indicó que no se desdijo de su compromiso de anular las órdenes ejecutivas de Obama.
Los republicanos que quieren resolver el tema de los dreamers vieron con buenos ojos la nueva postura de Trump.
"Me siento aliviado por sus comentarios y creo que la gente en mi distrito y en todo el país también se va a sentir aliviada", expresó el representante Mike Coffman, republicano de Colorado. "Obviamente los dreamers son una parte del problema y espero que hagamos algo más. Pero pienso que esa es la prioridad".
Los comentarios de Trump cayeron bien asimismo entre algunos demócratas, que han estado presionando a Obama para que perdone a los dreamers para protegerlos de cualquier cambio de política que pueda adoptar Trump.
Entre quienes postulan una línea dura hacia la inmigración ilegal, en cambio, las declaraciones de Trump hicieron sonar campanas de alarma.
"Tenemos la obligación de hacer que vuelva a imperar la ley y no puedes hacer eso mientras premias a quienes la violan", se quejó el representante Steve King. "Está en juego el principio de que hay que respetar las leyes. Espero que prevalezca la prudencia".
Dado que los dreamers deben revalidar su DACA, como se llama al programa que deja en suspenso sus deportaciones, Trump podría dejarlo sin efecto de hecho, sin hacer nada, simplemente no aprobando las solicitudes de renovación. Pero un integrante del equipo de transición, que pidió no ser identificado porque no estaba autorizado a hablar del tema, restó importancia a los comentarios de Trump y dijo que la promesa de anular las órdenes ejecutivas seguía vigente.
Obama tomó esas medidas porque el Congreso no aprobaba una legislación que permitiese a los dreamers regularizar su situación.
Poco después, en el 2013, el Senado aprobó una iniciativa bipartidista, pero el proyecto se estancó en la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos. Obama amplió luego el programa de alivio inmigratorio, cobijando también a inmigrantes con hijos nacidos en Estados Unidos, pero ese proyecto está en el aire, bloqueado por los tribunales.
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El Congreso no aprobó una reforma a las leyes de inmigración en los ocho años de gobierno de Obama y resta por verse si podrá hacerlo con Trump en la Casa Blanca, a pesar de las promesas del magnate de construir un muro a lo largo de la frontera con México y de expulsar a los inmigrantes con antecedentes penales. Trump podría tomar algunas medidas por cuenta propia, pero necesitaría el apoyo del Congreso para imponer cambios profundos en la política inmigratoria, incluidas protecciones permanentes para los dreamers.
Los senadores Lindsey Graham, republicano, y Dick Durbin, demócrata, planeaban presentar un proyecto el jueves abordando el caso de los dreamers.
Los republicanos de la cámara baja quieren una reforma sobre seguridad en la frontera que cumpla con las promesas de Trump de construir un muro a lo largo de los 3.200 kilómetros (2.000 millas) de la frontera mexicano-estadounidense. Sin embargo, algunos legisladores y el propio Trump ya han empezado a hablar de instalar vallas más que muros o "muros virtuales" en partes de la frontera.
Por otro lado, es previsible que, incluso si la Cámara de Representantes aprueba un proyecto de ley enfocado en la seguridad fronteriza, la iniciativa tropiece con la oposición de los demócratas en el Senado si no contempla medidas para resolver al status de unos 11 millones de inmigrantes que se cree viven en el país sin permiso de residencia. Los republicanos no quieren saber nada de eso.
Las diferencias hacen pensar que, a pesar de la relevancia que tuvo la inmigración ilegal en la campaña presidencial, es bastante probable que siga sin hacerse nada en el Congreso.
Con información de AP