John F. Kelly será el hombre que deberá llevar adelante una de las tareas cruciales de la gestión de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos: el control de la inmigración. Durante la campaña, fue uno de los temas más polémicos, por lo que se esperaba la designación del nuevo jefe de Seguridad Interior con gran expectativa.
Los medios norteamericanos definen a Kelly como un "halcón": ha sido crítico de la política inclusiva de Barack Obama con respecto al papel de las mujeres en el Ejército y contrario también al cierre de la cárcel de Guantánamo.
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Kelly aceptó la oferta este miércoles, según fuentes consultadas por varios medios estadounidenses, y se convertirá en el tercer general que integra el gabinete de Trump.
Hasta enero pasado fue el jefe militar del Mando Sur, encargado de las operaciones militares en América del Sur y Central, donde se granjeó amistades en su trabajo de fortalecer alianzas en la lucha contra el narcotráfico y en respuesta a la inmigración indocumentada y los desastres naturales.
Si es confirmado por el Senado, el general retirado se convertiría en el responsable del departamento encargado de hacer cumplir las leyes migratorias y controlar las fronteras, un tema que ha sido central durante la campaña de Trump, que ha prometido la construcción de un muro con la frontera mexicana y deportar a millones de indocumentados que residen en el país.
Antes de tomar las riendas del Mando Sur en noviembre de 2012, Kelly, con casi medio siglo en la Infantería de Marina, fue el comandante de las fuerzas estadounidenses en Irak durante 2008 y hasta comienzos de 2009.
Tras aquel despliegue, fue uno de los asesores más cercanos de los secretarios de Defensa Robert Gates y Leon Panetta.
Kelly nunca pidió públicamente el voto por Trump durante la campaña y es considerado un moderado, ya que fue ascendido por la Administración del presidente Barack Obama.
Junto con Michael Flynn, elegido consejero de Seguridad Nacional, y James Mattis, nominado para dirigir el Pentágono, Kelly es el tercer general del equipo de gobierno de Trump, que nunca hizo el servicio militar ni ocupó cargo electo alguno.
Seguridad Nacional es el tercer ministerio más grande del gobierno federal de Estados Unidos, con más de 240.000 empleados y encargado de la lucha contra el terrorismo, la protección del presidente y de las leyes de inmigración.