El papa Francisco emitió un comunicado de apoyo a Donald Trump.
Dos jóvenes negros mataron a un anciano simpatizante del millonario.
Denzel Washington cantó loas al candidato republicano.
Hillary Clinton vendió armas al Estado Islámico.
Aparecen pruebas de que Barack Obama nació en Kenia.
La candidata demócrata contrató a un sicario para que matara a un oficial del FBI.
El ex presidente Bill Clinton mantiene una relación romántica con Yoko Ono.
Esas y otras noticias falsas saturaron Facebook durante la campaña electoral en los Estados Unidos —en particular durante su tramo final— sin que el logaritmo que las procesó y contagió entre usuarios distinguieran que eran una manipulación y provenían de sitios falsos gestionados en Macedonia. Buzzfeed ubicó 100 sitios pro-Trump en el pueblo de Veles, donde viven 44.000 personas. El diario británico The Guardian encontró 150 en todo el país.
Aunque Mark Zuckerberg le restó importancia al hecho, 44% de la población general de los Estados Unidos emplea Facebook como una fuente de noticias, según el Pew Research Center. Es decir que es un factor capital en la formación de opinión pública y lo fue en la votación nacional más atípica y reñida de los tiempos modernos en el país más poderoso del mundo.
44% de la población general de los Estados Unidos emplea Facebook como una fuente de noticias
La red social parece haber tenido mucho que ver en el desempeño de la democracia el 8 de noviembre de 2016.
Según un análisis de Buzzfeed, a las noticias falsas les fue mucho mejor que a las verdaderas en los tres meses finales de la pelea por la Casa Blanca. Escribió Craig Silverman, editor y fundador del sitio: "Las noticias falsas sobre las elecciones a las que les fue mejor en Facebook generaron más participación que las noticias principales de los medios más importantes, como The New York Times, Washigton Post, The Huffington Post, NBC News y otros".
Las cifras son reveladoras: "En esos momentos críticos de la campaña, las 20 noticias de mejor desempeño de sitios falsos y blogs hiperpartidarios generaron 8.711.000 acciones de compartir, calificar y comentar en Facebook. En el mismo periodo, las 20 noticias de mejor desempeño de 19 sitios de noticias de importancia generaron 7.367.000 acciones de compartir, calificar y comentar en Facebook". En esos meses finales, además, el volumen de contenido falso superó el de las noticias verdaderas.
Brendan Nyhan, quien enseña ciencia política en Dartmouth College, le dijo: "Me preocupa que Facebook haga tan poco para combatir las noticias falsas. Aun si no torcieron la elección, la prueba indica con claridad que las noticias faltas tienen un alcance increíble en la red. Facebook debería luchar contra la desinformación, no amplificarla".
Silverman detectó un eco extra: de la red social se deriva tráfico a sitios políticos por medio de esas noticias. Se estima que el 30% de los usuarios de, por ejemplo, Conservative State —un sitio creado en septiembre— llega desde Facebook, mientras el 10% llega desde Google.
Nadie verifica nada
En el semanario The New Yorker, el periodista Natan Haller citó un trabajo de Cass Sunstein, profesor de derecho y ciencia política de la Universidad de Chicago, "The Polarization of Extremes" ("La polarización de los extremos") para argumentar que "se dice que la elección inesperada de Trump le debe tanto al extremismo de nichos como a la desinformación descontrolada. Facebook, la red social más ubicua, ha sido muy escudriñada y se la ha culpado".
El ensayo retoma una idea del especialista en tecnología Nicholas Negroponte: "The Daily Me", o el diario propio que cada quien se hacía —allá a fines del siglo XX, cuando desarrolló esta idea— eligiendo sobre qué quería enterarse. Pero la personalización ha dado un paso más, advirtió Sunstein: no hace falta crear el diario propio. "En internet es cada vez más fácil que otros lo creen para uno. Con saber un poco sobre uno, se puede descubrir, y decir, qué tiende a gustarle a 'gente como uno'". Por ejemplo, si los hábitos de navegación de alguien señalan que cree que el cambio climático es una mentir, "el proceso de 'filtrado colaborativo' se puede utilizar para encontrar muchos materiales que tenderían a gustarle".
Entonces Sunstein planteó las preguntas relevantes que repitió The New Yorker: "Si las personas se ordenan en enclaves y nichos de mercado, ¿qué sucede con sus perspectivas? ¿Cuáles son los efectos finales en la democracia?".
Paul Horner, quien hace tiempo vive de generar contenidos falsos ("Los Amish votan por Trump", por ejemplo), dio una respuesta posible en una entrevista para el Washington Post. "Los simpatizantes de Trump tomaban cosas de mis sitios todo el tiempo. Creo que Trump está en la Casa Blanca por mí. Sus seguidores no verifican nada, publican todo, creen cualquier cosa. Su administrador de campaña publicó como verdadera mi noticia de un manifestante opositor al que le habían pagado USD 3.500. Yo lo inventé. Y puse un aviso falso en Craigslist".
Horner opinó que hay una sola razón por la cual cosas a veces reñidas con lo verosímil se multiplican viralmente: "La gente está definitivamente más tonta. Se la pasan haciendo circular cosas. Nadie verifica nada ya, así es como Trump resultó elegido. Dijo cualquier cosa que quiso y la gente creyó todo, y cuando se probó que las cosas que dijo no eran verdaderas, a la gente no le importó porque ya lo habían aceptado. Es realmente aterrador. Nunca vi algo así".
Además, las noticias falsas pro-Trump llegaron al 38% de las generadas por sus defensores, mientras que las falsas de los pro-demócratas fueron del 19%, según Heavy.com.
La política post-verdad
Del mismo modo que definir el estado civil a veces, para Zuckerberg "es complicado" desbrozar noticias e inventos.
Tras explicar que su equipo trabaja y seguirá trabajando para mejorar el sistema y evitar que se filtren falsedades, argumentó en un post extenso que es necesario hacerlo con mucho cuidado. "Mientras algunos engaños se pueden desacreditar completamente, una cantidad mayor de contenido, incluido el de fuentes convencionales, con frecuencia tiene una idea básica correcta pero algunos detalles están mal o se los omite".
Sobre la responsabilidad para prevenir la diseminación de noticias falsas, escribió: "De todo el contenido de Facebook, más del 99% de lo que la gente ve es auténtico. Sólo una cantidad muy pequeña son noticias falsas y engaños. Los engaños que existen no se limitan a una perspectiva partidaria, ni siquiera a la política. En general, esto hace extremadamente improbable que los engaños hayan cambiado el resultado de esta elección en un sentido o en otro".
Pocos le creyeron a Zuckerberg. En un texto titulado como una parodia de esas noticias que inundaron la red social ("Sin camisa, Trump salva a un gatito que se ahogaba"), Brian Phillips escribió en MTV: "Uno de los lujos del poder en Silicon Valley es el lujo de negar que el poder que uno tiene existe. No fue uno, fue el algoritmo".
Phillips argumentó que el algoritmo no es inocente: promueve algunos enlaces y no otros, y controla cuáles se presentan a qué usuarios. "Así refleja una serie de elecciones editoriales, y en sí mismo es una mala elección porque entrega la arquitectura de la información nacional a un sistema que es infinitamente fácil de timar".
Bajo el subtítulo "La era de la política post-verdad", en una nota sobre el lado oscuro de la tecnología la revista Wired citó dos trabajos que contradicen la garantía del 99% de Zuckerberg: "Cuanto más erróneo un artículo, más probable era que fuera popular en Facebook. Esto es muy perturbador cuando se advierte que las redes sociales son la segunda fuente, detrás del cable, de noticias políticas para los estadounidenses". En Facebook, además, la campaña de Trump obtuvo su aporte más grande (USD 250 millones) e hizo pruebas con casi infinitas variaciones de publicidades.
¿Una estrategia conocida?
Silverman citó a un gerente de Facebook que habló con Buzzfeed a condición de permanecer anónimo: "Hay empleados preocupados, que ven aquí algo que consideran un gran problema. Y no se siente que la gente a cargo de las decisiones esté tomando esas preocupaciones seriamente".
Un rebelde de Silicon Valey, el autor del libro Chaos Monkeys, no creyó en las explicaciones de la empresa. "En 2012 tratábamos de convencer a los anunciantes políticos de que Facebook precisamente podía influir sobre los votantes", dijo Antonio García-Martínez a CNN. "Ahora Zuck dice 'No, eso es imposible'", ironizó el especialista en tecnología y publicidad. "Facebook comprendió que podía confundir una elección desde que yo estuve ahí", recordó. Se fue en 2013.
Los nichos que se crean en un espacio como la red social tienen aspectos positivos: reducen la soledad, aumentan la creatividad, argumentó el académico Sunstein. Pero advirtió también que la creación de enclaves de personas que piensan igual no sólo hace a los grupos más homogéneos, sino también más extremistas, menos dispuestos a la diversidad. Si alguien escucha todo el día ideas como las propias, difícilmente tenga la oportunidad de pensar en otra dirección. "Se pueden producir problemas serios de suspicacia mutua, ira injustificada y fragmentación social", agregó.
Heller, en The New Yorker, lo complementó: "Sunstein no tomó en cuenta los algoritmos de Facebook o la diseminación de información comprobablemente falsa. El primer factor amplifica el efecto de enclave que él describió; el segundo alimenta el extremismo confiado".
Cuando el Washington Post le preguntó por qué no dejó de publicar noticias falsas si pensó que podía tener un impacto injusto en la votación, Horner dijo que nunca pensó que Trump pudiera ganar. "Pensé que me estaba metiendo con la campaña, y quizá no me metía tanto como hubiera querido. Pero ni lo pensé".
El presidente electo, en cambio, sí. Dijo en su primera entrevista luego del triunfo: "Creo que las redes sociales tienen más poder que el dinero que cuestan, y creo que quizá en cierta medida lo probé".