"Trump nos está en contra de los latinos, todo lo contrario, honra sus tradiciones y cultura. Esto explica por qué obtuvo el martes pasado muchos más votos en esa comunidad que los que obtuviera Romney, el anterior candidato republicano a la presidencia, cuatro años antes". Con esta frase fuerte y contraria a la impresión generalizada que hay del presidente electo en la región, rompió el hielo en nuestra charla mantenida en su casa de Redding, Connecticut, un verdadero paraíso de bosques y lagos a unas 70 millas del centro de Manhattan. Como siempre rodeado de libros y botellas de una bebida cola dietética, el gurú del marketing político norteamericano se mostró eufórico y seguro después de haber sido el único especialista de nivel que pronosticara con exactitud el triunfo del millonario.
Mucho tiempo ha pasado desde que Morris se alejara de los Clinton, a quienes asesoró durante años como estratega jefe, en las reiteradas re-elecciones de Bill a la Gobernación de Arkansas y en su muy afamada hazaña de haber conseguido en 1996, su re-elección como Presidente después de la importante derrota en las elecciones de medio término de 1994.
Gran conocedor de América Latina y la Argentina, donde trabajamos juntos en numerosas campañas presidenciales, señala que el futuro ocupante de la Casa Blanca "se opone a la inmigración ilegal hacia los Estados Unidos porque cree que un flujo constante de trabajadores de muy bajos ingresos por no cumplir con las normas vigentes, hace prácticamente imposible mejorar los salarios para aquellos que viven legalmente aquí, incluyendo millones de latinos. Este tipo de competencia desleal promueve el desempleo y mantiene las retribuciones muy por debajo de lo que se necesita para una vida digna".
Quien en los últimos dos meses proveyera en forma extraoficial un consejo de campaña diario al comando de Trump, sostiene que su candidato "apoya la inmigración legal, que permite que más de un millón de personas arriben a los EEUU cada año, ya que no podrá haber ninguna suba sustancial del salario promedio de USD 700 por semana que se le paga a los trabajadores sin estudios universitarios, mientras prosiga esta verdadera inundación de mano de obra ilegal y esta apertura indiscriminada a productos muy baratos".
Dick Morris, quien junto con su esposa Eileen McGann, recientemente escribieran un libro titulado "Armageddon. How Trump can beat Hillary", ("Armagedón. Cómo Trump puede derrotar a Hillary") por varias semanas consecutivas best seller de la lista del New York Times y guía de acción para la campaña de los republicanos, le adjudicó el triunfo a una pregunta simple que se hizo la mayoría olvidada de los norteamericanos: "Y nosotros, ¿qué?"
"Esa es la pregunta que se vienen haciendo desde hace años millones de mis compatriotas que pertenecen a una mayoría olvidada y despreciada por la academia, las finanzas, la cultura, la economía y hasta por el propio gobierno. Se trata de los ciudadanos de raza blanca, clase media baja, sin estudios universitarios que pertenecían al mundo industrial pre globalización. Aquellos que trabajaban en las fábricas que se mudaron a China o a México en busca de menores salarios y costos. Son aquellos que habitan en el vasto territorio que las elites que viven en las costas conocen como el país que se sobrevuela, cuando viajan entre las grandes ciudades. Son los que entienden que hay que competir en un mundo globalizado pero no se resignan a tener que ganar lo mismo que un obrero casi esclavo de Vietnam o Malasia. Son los que celebran los derechos y reconocimientos a las diferentes minorías – afroamericanos, el colectivo GLBT, latinos – pero que se preguntan al mismo tiempo "Y nosotros, ¿qué?" En definitiva son aquellos estadounidenses que comprenden que el Gobierno se ocupe de los pobres, pero que no quieren tener que llegar hasta esa situación para que alguien se ocupe de sus problemas".
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Dick Morris antes de recibir en su casa a un equipo de la BBC que venía a producir material para sus noticieros y un eventual documental sobre el consultor que durante años aconsejara a los independentistas británicos, aquellos que recientemente ganaran la consulta por el Brexit y ahora hiciera lo mismo con Trump, remató diciendo "Mientras la economía se ocupa del dinero, la política se ocupa de la gente. Por eso estos norteamericanos, olvidados y postergados por años, decidieron golpear fuerte y usar su voto, cambiando de partido, para que los líderes políticos y los policy-makers de Washington finalmente les prestaran atención. Y vaya si lo hicieron".