Arturo Valenzuela vs Otto Reich: Hillary, Trump, Obama y la relación con América Latina

Los ex encargados de la diplomacia continental en el Departamento de Estado, uno demócrata y el otro republicano, conversaron con Infobae sobre la elección presidencial en Estados Unidos

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Uno es chileno de nacimiento, el otro es cubano. Desde jóvenes viven en Estados Unidos, donde se convirtieron en asesores indispensables de la Casa Blanca en sus relaciones con América latina. Uno es demócrata y fue subsecretario de Estado para el América Latina con Barack Obama. El otro es republicano, y ocupó el mismo cargo con George W. Bush, y la oficina de Diplomacia Pública con Ronald Reagan.

Infobae les hizo las mismas preguntas para tener su evaluación sobre está increíble campaña presidencial, conocer cómo imaginan los eventuales gobiernos de Hillary Clinton o Donald Trump y su relación con el continente y cuál es el legado de Barack Obama. Aquí, sus respuestas.

 ¿Cuál es su balance de la campaña presidencial?

Arturo Valenzuela -Es una campaña bastante insólita, donde el candidato presidencial de uno de los dos grandes partidos de Estados Unidos es una persona que tiene un rechazo muy fuerte incluso de los líderes de su propio partido. Quienes ven que probablemente van a perder la presidencia y podría perjudicarlos con la pérdida de escaños en el Senado y la Cámara de Diputados, que controlan con mayorías fuertes. Hay una especie de implosión en uno de los grandes partidos de Estados Unidos, que tiene una situación interna muy, muy difícil gracias a la victoria de Trump en la primaria presidencial.

Otto Reich -Desafortunadamente, hay que admitir que ha sido la campaña menos atractiva que yo recuerde en mi vida. Mi primera campaña, como observador, fue la de Kennedy y Nixon en los 60. He visto muchas campañas, pero nunca ninguna en que el público norteamericano se haya declarado tan descontento con los dos candidatos.

He visto muchas campañas, pero nunca ninguna en que el público norteamericano se haya declarado tan descontento con los dos candidatos
 

¿Cómo imagina que sería un gobierno de Hillary Clinton?

A.V.-Sería de continuidad de muchas de las gestiones del Presidente Obama y una continuidad bastante grande con los grandes lineamientos que ha mantenido el Partido Demócrata hace ya bastante tiempo. Antes de que se eligiera a (Bill) Clinton, tuvimos 12 años de gobiernos republicanos y ahora tendríamos 12 años de gobiernos demócratas. Ha sido una lucha interesante entre ambos partidos pero en este momento la ventaja de ella es bastante clara.

O.R. –Un gobierno de Hillary Clinton depende mucho de qué pase con el Congreso, porque si el Congreso se mantiene en manos republicanas, ella no va a poder hacer mucho de lo que quiere hacer. Ella tampoco ha sido muy específica sobre qué quiere hacer. Pero mucha gente dice que una presidencia de Hillary sería mucho más parecida a la de Obama que a la de su esposo, porque ella está a la izquierda de su esposo en muchas de sus posiciones.

 

-¿Cómo imagina que sería un gobierno de Donald Trump?

A.V.-Es una pregunta muy teórica porque yo creo realmente que las probabilidades de que gane son muy, muy bajas. Es muy difícil decir cómo sería su gobierno porque (su discurso) está basado en una cantidad de consignas, de que "vamos a hacer grande de nuevo a Estados Unidos". Es decir, un nacionalismo muy férreo. Ha dicho claramente que no estaba interesado en los aliados, que le cuestan dinero a Estados Unidos y que no pagan… Un desprecio por las instituciones internacionales, un desprecio de los grandes tratados internacionales, una cosa insólita para el partido republicano porque han sido una política angular suya y no tanto del partido demócrata. Incluso ha ido en contra de preceptos constitucionales, cuando dijo en el último debate que nombraría a un procurador para echarla a la cárcel a ella (Hillary Clinton) por los crímenes que ha cometido, lo que es claramente violar un derecho fundamental. La Justicia no la maneja el presidente de los Estados Unidos. Así que sería una presidencia basada en un estilo muy personal y sin continuidad clara en las políticas, porque ha sido muy contradictorio. En política internacional no ha dicho una sólo cosa coherente, son cosas muy desencontradas.

O.R.: Muy interesante. Quizás demasiado interesante. Hay una maldición china que dice "Que vivas en tiempos interesantes". Nadie sabe lo que puede pasar. Una de las diferencias principales entre Hillary y Trump es que un Congreso republicano no le va a dar a Trump todo lo que pide. A pesar de que Trump es el candidato del partido republicano, muchos miembros del Congreso, la mayoría, no lo consideran como un republicano. Es más, él no ha sido republicano hasta hace poco. Por eso, no va a tener el apoyo del Congreso que hubiera tenido un candidato mucho más normal o tradicional.

-¿Qué cambios veremos en la relación entre Estados Unidos y América Latina?

A.V. -Si gana Hillary, va a haber un esfuerzo de continuidad. Ya se han acabado las tensiones que me tocaron a mí como subsecretario, trabajando con Hillary y el Presidente Obama en su primer gobierno. Me refiero a las dificultades que hubo con el kirchnerismo en Argentina y otras. La gran crisis que va a tener que afrontar Estados Unidos y el continente es la situación en Venezuela, cada vez más preocupante. Lo que se va a ver es una continuidad muy fuerte por parte de Hillary Clinton de la política exterior del Presidente Obama y en especial con América latina, la continuidad del esfuerzo por establecer un diálogo mucho más fluido, concreto y respetuoso entre los países.

O.R. -No creo que vaya a haber, con ninguno de los dos, cambios radicales ni programas nuevos o grandes. América latina está relativamente tranquila en estos momentos, así que no es un tema del que se haya hablado en la campaña.

-Causó sorpresa que Trump pusiera en duda si reconocerá los resultados ¿Teme que pueda haber hechos de violencia el día de la elección?

A.V. –Es la primera vez en la historia de Estados Unidos que un candidato presidencial dice que la elección está mal hecha y se la van a robar. Todo el liderazgo del partido republicano le ha caído encima por esas declaraciones de una irresponsabilidad enorme. Espero que no ocurra nada, pero es por ello mismo que mis amigos republicanos, los más acérrimos, están marginándose de la candidatura de Trump. Yo no le puedo decir la cantidad de gente que me dice "Nunca pensé que lo haría pero voy a votar por Hillary porque lo que está en juego es la institucionalidad del país".

No le puedo decir la cantidad de gente que me dice ‘Nunca pensé que lo haría pero voy a votar por Hillary porque lo que está en juego es la institucionalidad del país’

O.R. – El tiende a hacer ese tipo de declaración sin pensar bien en las consecuencias, aunque al día siguiente se corrigió. Pero este no es un país de personas sino de instituciones. Y gane quien gane, esa persona será declarada presidente de Estados Unidos. Y los otros candidatos, tarde o temprano, van a reconocerlo.

-¿Cuál es el legado de la presidencia de Barack Obama?

A.V. –Es un legado extraordinariamente importante. Cuando él fue electo, Estado Unidos pasaba por la peor crisis económica desde la gran depresión de los años 30. Y se encuentra además con tres guerras como legado del gobierno anterior y problemas internos, los desafíos de la desigualdad, etcétera. En ocho años, se ve una recuperación importante. Desde que se fue Clinton, no ha habido un presidente y una primera dama que se vayan con grados de aprobación tan altos.

O.R.-Para mi no es un legado positivo. El proyecto principal de él, el Obamacare, la reforma al seguro de salud, ha fracasado, está en bancarrota y muchos estados están diciendo que no pueden seguir apoyándolo. La Corte está parando muchas de las decisiones que tomó directamente por decreto ejecutivo porque no tenía apoyo del Congreso, ni siquiera cuando tenía mayoría demócrata. En política exterior no existe un sólo caso de éxito de la administración Obama en ocho años de poder: Libia, Irán, Irak, Afganistán, Rusia, Crimea, Ucrania, China… todo ha sido o un desastre con muchos muertos o ha reducido la influencia de Estados Unidos. Y eso es lo que se va a ver en los próximos años. El legado no ha sido positivo.

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