"Cuando Wired me pidió que actuara como editor invitado para su número de noviembre, no dudé", escribió el presidente de los Estados Unidos en el último número de la revista sobre ciencia y tecnología. "Sé que estamos en el momento culminante de la temporada electoral, y resulta que tengo un trabajo fijo que me mantiene bastante ocupado. Pero ante la oportunidad de sumergirme en la posibilidad del viaje interplanetario o de participar en una conversación profunda sobre inteligencia artificial, decidí decir que sí. Estos asuntos me encantan. Siempre me han encantado".
A lo largo de su historia, Wired ha tenido editores especiales como Bill Gates, Serena Wiliams, J.J. Abrams y Christopher Nolan. Este año, en el mes de las elecciones, Obama aceptó la invitación a hacerlo —la primera vez que un mandatario en el poder realiza esta tarea en la historia de la prensa local— y eligió un tema como una flecha lanzada al futuro: las fronteras. "Mi película favorita del año pasado fue El marciano", escribió el presidente estadounidense, y confesó su predisposición por el cine en que sus compatriotas "desafían todos los obstáculos e inspiran al mundo". Pero algo en especial lo atrapó de la película de Ridley Scott basada en la novela de Andy Weir y protagonizada por Matt Damon: "Muestra cómo los humanos —por nuestra ingenuidad, nuestra devoción por los hechos y la razón y, en definitiva, por nuestra fe en el prójimo— podemos hallar una vuelta científica a básicamente cualquier problema".
Bajo esa luz, la revista mensual enfocó el futuro: "los próximos obstáculos que la humanidad necesitará superar para avanzar", explicaron los editores en su texto introductorio.
"Entre ellos se incluyen las fronteras personales, desde la medicina de precisión al desempeño humano; las fronteras locales, incluidos el uso de datos en la planificación urbana y el reaseguro de que la energía renovable es apta para todos; las fronteras nacionales, desde los derechos civiles a la información médica; las fronteras internacionales, como el cambio climático y la ciberseguridad; y las fronteras distantes, como el viaje espacial y la inteligencia artificial (IA)". Sobre esta última cuestión, la IA y sus aplicaciones, Obama hizo un trabajo más allá de la curaduría: participó en un diálogo con Joi Ito, Director del Laboratorio de Medios del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).
"Cuando los Padres Fundadores escribieron la Declaración de Independencia y la Constitución, estaban a la vanguardia de la filosofía y la tecnología del Iluminismo", dijo el director de Wired, Scott Dadich, quien participó también del diálogo sobre IA con el presidente. "[Benjamin] Franklin hablaba de cosas locas como la electricidad y las redes de comunicaciones. [Thomas] Paine renunció a los derechos de autor de El sentido común [su panfleto sobre la necesidad de la independencia de las colonias] para que pudiera ser publicado de manera más vasta. [Thomas] Jefferson repensaba de manera radical el diseño y el uso de la tierra. Queremos jugar con la idea de cómo la tecnología del presente puede influir sobre el liderazgo político. ¿Y quién mejor para ayudarnos a explorar esas ideas que el presidente Obama?".
Una frontera inquietante: la inteligencia artificial
Para Dadich, según abrió el diálogo con el presidente e Ito sobre IA, "es difícil pensar en siquiera una tecnología que vaya a dar forma a nuestro mundo en los próximos 50 años como la inteligencia artificial". A medida que las máquinas aprenden a enseñarse a sí mimas, "emerge un caudal de innovaciones, desde el diagnóstico médico a los automóviles que se conducen solos". Pero también se proyecta una sombra: "¿Quién controla esta tecnología? ¿Eliminará nuestros empleos? ¿Es peligrosa".
Obama quiso discutir esas cuestiones con Ito, y Dadich fue con el investigador del MIT a la Casa Blanca.
El mandatario observó que la IA se ha ido filtrando en la vida de las personas imperceptiblemente, en parte porque se piensa en ella según la ha pintado la cultura popular. Pero en su diálogo con científicos perdió el candor del fanático de Viaje a las estrellas que confesó ser: la IA "se trata de usar algoritmos y computadoras para resolver tareas cada vez más complejas". La IA especializada está en la medicina, el transporte, la distribución de electricidad, señaló; "y promete crear una economía muchísimo más productiva y eficiente". En ese punto del diálogo, le preguntó a Ito por las desventajas.
Al director del Media Lab del MIT le preocupan los valores que conllevará la IA, dijo. Sus estudiantes —"en su mayoría varones y blancos"— se sienten más cómodos con las computadoras que con los seres humanos, y por ende se han alejado de la política y la sociedad. "Creen que las máquinas lo van a resolver todo por nosotros. Pero subestiman las dificultades". En su opinión comprender el modo en que se comporta la IA —que en su laboratorio se denomina "inteligencia extendida"— es fundamental para responder a una pregunta central: "¿Cómo incluimos valores sociales en la IA?"
Obama citó una conversación que habían tenido durante el almuerzo, sobre un asunto popular: los automóviles que se conducen solos. "Tenemos máquinas que pueden tomar un montón de decisiones rápidamente que podrían, de manera drástica, reducir las muertes por accidentes de tránsito y mejorar la eficiencia de nuestra red de transporte, y ayudar a resolver cuestiones como las emisiones de carbono que causan el calentamiento global".
Joi le planteó de qué contenidos morales se dotaría a esos vehículos —por ejemplo: ante la posibilidad de atropellar a un peatón, ¿se lo salva a riesgo de matar a quienes van en el auto?— y le comentó qué decían las personas a las que había encuestado sobre el tema, con el ejemplo de un choque contra un trolley. "A la mayoría le gustó la idea de que el conductor y el pasajero se sacrificaran para salvar a mucha gente. También dijeron que nunca comprarían un automóvil que se manejase solo".
Avances tecnológicos: ¿cuestión de gobiernos o de iniciativa privada?
—Ya que comenzamos a metemos con estas cuestiones éticas, ¿cuál es el papel del gobierno? —le preguntó Dadich a Obama.
—A medida que emerge la IA, he pensado en la estructura regulatoria, en los estadíos tempranos de la tecnología, de esta manera: que florezcan mil flores. Y el gobierno debería sumar un toque relativamente ligero, invertir con fuerza en la investigación y asegurar que existe una conversación entre la investigación básica y la aplicada. Según emerjan y maduren las tecnologías, comprender cómo se incorporan las tecnologías a las estructuras regulatorias existentes se convierte en un problema más difícil, y el gobierno necesita participar un poquito más. No siempre para hacer que la nueva tecnología encaje por la fuerza en el marco que existe sino para asegurar que la normativa refleja una conjunto de valores de base amplia.
De lo contrario —dijo más adelante en la conversación— la IA podría afectar en bienestar de las personas de bajos ingresos debidos a su capacitación escasa.
El presidente estadounidense también habló de un programa de la Casa Blanca: Preparing for the Future Artificial Intelligence (Preparación para la Inteligencia Artificial Futura). "Parte del problema que hemos visto es que nuestro compromiso general, como sociedad, con la investigación básica ha disminuido. Nuestra confianza en la acción colectiva se ha visto socavada, en parte por la ideología y por la retórica", dijo.
¿Su propuesta para solucionarlo? Sin meterse en las operaciones de Google, volver al futuro tal como se lo veía en tiempos del Programa Espacial, una sociedad entre la investigación privada y la financiación del gobierno. "Parte de lo que tendremos que comprender es que si queremos que los valores de una comunidad diversa se representen en estas tecnologías de innovación, la financiación del gobierno tiene que ser parte".
Al gobierno le conciernen otras cuestiones, agregó: "Si una computadora puede jugar Go, un juego bastante complicado con un montón de variaciones, entonces está a la vista el desarrollo de un algoritmo que permita maximizar las ganancias en la Bolsa de Valores de Nueva York. Y si una persona o una organización lo consiguen primero, podrían hacer colapsar el mercado financiero con bastante rapidez, o al menos podrían plantear dudas sobre su integridad".
Otra de sus preocupaciones es que se desarrolle un algoritmo capaz de penetrar los códigos nucleares y lanzar misiles. "Si es su única tarea, si se enseña solo y si es un algoritmo realmente eficaz, entonces estamos en problemas. Creo que mis órdenes al equipo de seguridad nacional son que no se preocupen mucho sobre máquinas que van a apoderarse del mundo. Que se preocupen, en cambio, por la capacidad de penetrar los sistemas de los actores no-estatales o los actores hostiles, y en ese sentido no hay nada conceptualmente diferente de buena parte del trabajo de ciberseguridad que estamos haciendo".
En un plano muy diferente, a Obama lo inquieta que la IA pueda terminar con parte de lo que define a los humanos: la imperfección. "Las mutaciones, los casos atípicos, las fallas que crean arte o nuevos inventos", ilustró. "Tenemos que suponer que si un sistema es perfecto, entonces es estático. Y parte de lo que nos convierte en quienes somos, y parte de lo que nos hace estar vivos, es que somos dinámicos".
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