Ayman al-Zawahiri, ideólogo de Al-Qaeda
"En junio de 2001 dos organizaciones terroristas, al-Qaeda y el grupo islámico egipcio al-Jihad se fusionaron formalmente", explicó Lawrence Wright en su nuevo libro, The Terror Years: From al-Qaeda to the Islamic State (Los años del terror: de al-Qaeda al Estado Islámico). "El nombre de la nueva entidad —Qaeda al-Jihad— refleja la historia prolongada y dependiente de los dos grupos. Aunque Osama Bin Laden, el fundador de al-Qaeda, fue la cara visible del terrorismo islámico, los miembros de al-Jihad y su figura rectora, Ayman al-Zawahiri, brindaron la columna vertebral del liderazgo de la organización mayor, y tuvieron la responsabilidad de muchos planes de operaciones terroristas contra los Estados Unidos, desde el ataque a los soldados estadounidenses en Somalía en 1993, el bombardeo de las embajadas estadounidenses en África del Este en 1998 y del buque USS Cole en Yemen en 2000, hasta los ataques contra el World Trade Center y el Pentágono el 11 de septiembre".
Cuando se conocieron, en Afganistán invadido por la Unión Soviética, en 1979, Bin Laden era un veintañero y un hombre de negocios, lo caracterizó Wright; Zawahiri, seis años mayor, era un cirujano proveniente de una familia de alcurnia. Uno tenía seguidores pero carecía de organización; el otro tenía un puñado de profesionales con capacidades de crear células. "Cada uno vio en el otro una solución a su dilema".
Y también una perspectiva futura, agregó el escritor y periodista de The New Yorker: "El objetivo de al-Jihad era derrocar al gobierno civil de Egipto e imponer una teocracia que eventualmente se convertiría en un modelo para todo el mundo árabe; sin embargo, años de guerra de guerrillas habían dejado al grupo hecho pedazos y en bancarrota. Para Zawahiri, Bin Laden fue un salvador: rico y generoso, con recursos casi inagotables, pero también maleable y sin formación política".
Además de los aspectos pragmáticos, Wright indagó en los orígenes ideológicos del jihadismo: presentó a Sayyid Qutb, un famoso crítico literario de El Cairo, el primero en elogiar a Naguib Mahfouz, quien recibiría el Premio Nobel y sería apuñalado en 1994 por un fundamentalista. Qutb había estudiado en los Estados Unidos, y apenas puso un pie en el país todo le resultó desagradable: había iglesias pero no espiritualidad, el jazz era una música decadente, la conducta del ciudadano promedio era la de un cavernícola.
"En lo que vio como un baldío espiritual en los Estados Unidos, Qutb se recreó como un militante musulmán, y regresó a Egipto con la visión de un Islam que podría quitarse de encima las influencias vulgares de Occidente", explicó Wright. "La sociedad islámica debía ser purificada, y el único mecanismo lo suficientemente poderoso para limpiarla era el instrumento antiguo y sangriento de la jihad. 'Qutb fue el teórico más prominente de los movimientos fundamentalistas'", citó el autor las palabras que Zawahiri difundió en sus memorias en 2001.
En su periplo hacia el extremismo, el ideólogo planteó: "El hombre blanco de Europa o los Estados Unidos es nuestro enemigo número uno. El hombre blanco nos aplasta bajo sus pies mientras nosotros enseñamos a nuestros niños sobre su civilización". Había que enseñarles otra cosa, según Qutb: "Mejor plantemos las semillas del odio, el desagrado y la venganza en las almas de estos niños. Enseñémosle a estos niños, desde que tienen las uñas blandas, que el hombre blanco es el enemigo de la humanidad, y que deberían destruirlo en la primera oportunidad".
El militar egipcio Gamal Abdel Nasser negoció primero y luego se enfrentó al grupo que lideraba Qutb, los Hermanos Musulmanes, y encarceló y torturó a su líder.
Según una línea de pensamiento, la tragedia del 11 de septiembre comenzó en esa cárcel de Egipto. "Los defensores de los derechos humanos en El Cairo argumentan que la tortura creó un apetito de venganza, primero en Sayyid Qutb y luego en sus acólitos, entre ellos Ayman al-Zawahiri", argumentó Wright. El objetivo original de esa violencia fue el gobierno secular de Egipto; sin embargo, pronto la ola de odio se dirigió a Occidente, "responsable de corromper y humillar la sociedad islámica".
En la cárcel, los escritos de Qutb se radicalizaron: "Hoy la humanidad está al borde de un precipicio. A la humanidad no sólo la amenaza la aniquilación nuclear sino la ausencia de valores. Occidente ha perdido su vitalidad y el marxismo ha fracasado. En esta encrucijada crucial y confusa, ha llegado la hora del Islam y la comunidad musulmana".
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