"Un día, dentro de muchas décadas, cuando sus nietos le pregunten: 'Abuela, ¿qué era un diario?', usted buscará como referencia el miércoles 7 de septiembre de 2016. Porque es posible que quede en la historia como el día en el que los diarios estadounidenses, como los conocimos, fueron trasladados de la unidad de cuidados intensivos a la de cuidados paliativos, en su camino al más allá".
Así comienza la última columna de Jim Rutenberg, el especialista en medios del The New York Times. ¿Cuál será el hecho trascendental y definitivo que ocurrirá este miércoles? Que la Newspaper Association of America (NAA, Asociación de Diarios de los Estados Unidos), que nuclea a los periódicos del país desde 1887, quitará de su nombre la palabra misma que lo define: Newspaper.
La asociación será rebautizada como News Media Alliance (Alianza de Medios de Noticias).
Hay una razón obvia para este cambio: el número de diarios continúa cayendo, lo que deprime la cantidad de socios (cayó de unos 2.700 en 2008 a unos 2.000 en la actualidad).
Pero el motivo principal, según explica David Chavern, presidente de la NAA, es que la palabra 'diario' es un sinsentido para referirse a muchos de los socios, incluidos The Washington Post, The New York Times y Down Jones. Estos pueden tener diarios, pero gran parte de sus lectores acceden online. De hecho, uno no se puede referir sólo a lectores, cuando millones en realidad miran noticias en video en sus sitios.
Y además, están todas las nuevas organizaciones de noticias que hasta ahora no podía asociarse porque no tienen ediciones impresas, como BuzzFeed. El Independent Journal Review se convirtió hace poco en uno de los primeros asociados que no tienen una edición impresa.
El requisito de tener una edición impresa resultaba excluyente para un grupo que necesita ganar fortaleza para enfrentar numerosos desafíos existenciales, como los bloqueadores de publicidad, los fraudes en publicidad online y los agregadores que les roban noticias y compiten con ellos.
"'Diario' no es más una palabra que alcance para describir a la industria", explicó Chavern. "El futuro de la industria es mucho más amplio".
Rutenberg menciona en su columna el descenso de los ingresos de los medios tradicionales (la baja en publicidad de las ediciones impresas no llega a ser remplazada por los ingresos online) y sostiene que el gran desafío es cómo mantener su misión de servicio público mientras al mismo tiempo provee contenido de alto tráfico que sea un suceso online. Además, hacerlo con menos recursos y un redacción más pequeña de periodistas con preparación tradicional.
"Mi mantra es 'no podemos ser el almacén de ramos generales que solíamos ser'", explica Stan Wischnowski, director ejecutivo del Philadelphia Inquirer y Philly.com. "Tenemos que elegir y tenemos que usar a nuestros editores expertos para que tomen decisiones realmente inteligentes".
"No creo que haya nadie en la industria cuyos ingresos mayoritarios no provengan todavía de la edición impresa", dijo Michael J. Klingensmith, director ejecutivo de The Star Tribune de Minneapolis y vicepresidente la nueva News Media Alliance. Y añadió: "El cambio de nombre para mí no no se trata de no ser más de papel, sino de expandir las oportunidades".
Klingensmith cree que los diarios del domingo sobrevivirán por unos 20 años más, pero no está seguro de poder decir lo mismo de las ediciones del resto de la semana.
El diario como lo conocimos está muriendo, afirma el columnista de The New York Times: "Habrá mucho menos que lamentar e incluso algo que celebrar si logramos encontrar que parte de su alma puede sobrevivir".