La historia de Dana T.: fue asaltada sexualmente en un avión y se indignó con la actitud de la aerolínea

Un hombre comenzó a tocarla mientras ella dormía. Entró en crisis e hizo la denuncia en todas partes. Nadie abrió una investigación

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(Reuters)
(Reuters)

Feliz por lo que sería el comienzo de un nuevo desafío laboral, Dana T. se acercó al mostrador de United Airlines en el aeropuerto de Nueva Jersey, presentó su pasaporte, su ticket con destino a Frankfurt, Alemania, y esperó que su vuelo, el 960, fuera anunciado. El trayecto sería operado en conjunto con Lufthansa.

Tras ser recibida con una sonrisa al ingresar al avión, Dana se dirigió a su butaca. Al llegar, observó detenidamente al hombre con quien compartiría el largo trayecto. Éste movía repetidamente las piernas y miraba hacia el frente. "Creí que era por nervios", explicó la mujer en una entrevista dada al sitio Slate.

Era la primera vez que la joven se subía a un avión y quería disfrutar del viaje, lo que implicaba poder descansar pese al breve espacio que tenía en la clase económica de la aerolínea. Fue por eso que bebió dos vasos de vino, comió y eligió una soporífera película para dormirse cuanto antes.

Cuando sus ojos comenzaron a cerrarse, notó que su vecino ponía sobre sí una frazada. "Recuéstate en mi regazo", le ofreció el hombre. "Estaba medio dormida y claramente no quería ser molestada, le di una mirada rara y le dije: 'Mmm… no'. Pensé que sólo era alguien raro", explicó la joven. Luego, en lo que supuso sería el medio del océano Atlántico y cuando todo estaba oscuro y el resto de los pasajeros dormían, el hombre volvió a despertarla.

Pero lo más repudiable llegó minutos después. Dana logró dormirse nuevamente, hasta que un profundo dolor la sobresaltó. El hombre a su lado estaba sosteniendo su seno izquierdo con una mano y pellizcándole el pezón a través de su camisa. "¡Oh, perdón! ¡Perdón!", dijo. La mujer dio un salto, salió de su asiento y buscó ayuda en el personal, según relató en un correo electrónico que envió a la periodista Nora Caplan-Bricker, quien preservó su apellido por pedido de la damnificada.

"Creo que ese hombre me está tocando", les dijo a los tres tripulantes que se acercaron ante su pedido de ayuda. "¿Crees que te tocó?", le preguntó una de los asistentes de vuelo que se presentaron ante ella. "No, no, no… él me tocó", replicó. La azafata le ordenó que volviera a sentarse, pero ella rechazó de plano esa posibilidad.

Entonces los dos tripulantes hombres fueron y hablaron con el abusador. Al volver, uno de origen alemán de la empresa Lufthansa –aliada de la aerolínea norteamericana en ese trayecto– le reprodujo el diálogo que habían mantenido: "Por favor, no me arresten. Fue un accidente", fue la explicación que les dio a los empleados de la compañía aérea. "El hombre lo había admitido", comentó Dana que pensó en ese momento, y comenzó a llorar.

Los empleados decidieron llevar a Dana a un asiento en clase ejecutiva. Fue temblando y no consiguió tranquilizarse cuando intentaron relajarla en ese espacio más cómodo del avión. Otro asistente de abordo alemán trató de consolarla inútilmente: "La gente, a veces, se mueve mientras duerme. Los indios hacen esto todo el tiempo".

La nota origina, en el sitio Slate. En él se pone sobre la lupa la actitud de todas las aerolíneas respecto a las denuncias por abuso dentro de los aviones comerciales
La nota origina, en el sitio Slate. En él se pone sobre la lupa la actitud de todas las aerolíneas respecto a las denuncias por abuso dentro de los aviones comerciales

Luego de unos minutos, cuando logró recobrar la calma, le consultó a otra azafata de origen norteamericano qué debía hacer. Ésta le respondió que al bajar del avión se acercara a una oficina de Lufthansa en el aeropuerto y realizara la denuncia.

Pero al aterrizar en Frankfurt, Dana notó cómo los tripulantes dejaban bajar a todos los pasajeros del avión, incluso al hombre que la había tocado mientras dormía. El agente de la línea aérea alemana que la recibió le preguntó por qué no había hecho la denuncia antes de que el avión tocara tierra. "¡Lo hice!", le replicó con furia. "No hay nada que se pueda hacer", fue la respuesta que recibió. Nadie en Alemania hizo caso alguno a su acusación. Era muy tarde, pese a contar con la fotografía que una de las azafatas le había tomado al agresor.

La denuncia del incidente fue confirmada por Lufthansa, según reportó la periodista Caplan-Bricker, quien continuó averiguando respecto a los ataques sexuales en los aviones comerciales. El FBI le aclaró una sospecha: durante 2015 tuvo 40 casos de ese tipo, mientras que en lo que va de 2016 ya registraron 37, incluido el sufrido por Dana en mayo último.

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