Julie Faith Strauja nunca pensó que su nueva vida en las montañas de Forest Falls, California, se convertiría en una pesadilla. Se mudó allí el 1° de julio, y en pocos días debió soportar que un oso negro de 190 kilogramos irrumpiera en su cocina y atacara a su perro y que los vecinos del pequeño pueblo la odiaran por haberlo matado.
No era la primera vez que el oso ingresaba a su casa para robar la basura o en busca de comida. Era la tercera. Fue por eso que Strauja consiguió un permiso del Departamento de Pesca y Vida Salvaje para matar al animal. No quería estar fuera de la ley. Fue así como un amigo le disparó el 31 de julio pasado.
En declaraciones al diario San Bernardino Sun, Strauja señaló que no se arrepiente de lo hecho, pero que teme por la insólita reacción de la comunidad en la que vive. "No me arrepiento en nada de mi decisión, pero la forma en que la gente en este pueblo respondió inicialmente fue descorazonada", indicó.
"Fue mi decisión, que tomé por la seguridad de mis hijos y mi hogar. Traté de usar formas no letales con él, pero nada lo detenía. Y no pensé que había otras opciones", subrayó Strauja. El vocero de la oficina que dio luz verde a la mujer para matarlo justificó el hecho. "El oso estaba dentro de la casa, lo que satisface todo requerimiento bajo la ley estatal para destruirlo", dijo Andrew Hughan.
Las amenazas que sufrió desde el 31 de julio fueron interminables. "Tuve amenazas de muerte en mi casilla postal y en las redes sociales", manifestó. Una de ellas decía en Facebook: "Contácteme si quiere hacer de su vida un infierno viviente de manera legal". Pero no todo termina allí. Según relató al diario Los Angeles Times, muchos merodean su vivienda y le gritan "obscenidades" y "asesina de osos". Otro de los mensajes dice: "Siempre lleve un cuchillo con usted. Sólo en caso de que haya una cheesecake o conozca a alguien que necesite ser apuñalado".
Alycia Wheeler, una de las vecinas de Forest Falls, reconoció al oso en una red social. Era el mismo que había dado vueltas por su propiedad tiempo atrás. Lo llamaba Big Red (Gran Rojo). Pero la mujer no está enojada con Strauja, pero cree que no agotó todas las opciones. "Necesitamos proteger a las personas, pero también a los osos", comentó Wheeler, quien quiere iniciar una campaña para enseñar a las personas que se mudan a ese pueblo a convivir con los animales. "Las personas que son visitantes o nuevos en el área no entienden que nosotros cohabitamos con los osos", agregó.
Hughan, del Departamento de Pesca y Vida Salvaje de California, explicó que es imposible persuadir a un oso de que deje de buscar comida en las casas cercanas al bosque. "No es un problema de los osos. Es un problema de las personas. No puede juzgarse a las personas en casos así si no conoces todos los hechos. Si tienes a un oso en tu casa y tus hijos están allí contigo, ponte en sus zapatos".