Los Trump: entre los millones y el show

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Donald Trump, junto a su actual esposa, hijos y nietos (Reuters)
Donald Trump, junto a su actual esposa, hijos y nietos (Reuters)

La idea de la familia presidencial tuvo importancia histórica en los Estados Unidos. Los republicanos nunca contaron con una dinastía política como los demócratas, cuyo clan Kennedy crea titulares hasta el presente. Acaso porque los tiempos son otros y la popularidad funciona de modo diferente, Donald Trump podría inaugurar un nuevo Camelot, según se vio en la Convención Republicana.

Luego de las intervenciones de la esposa actual, Melania, y los cuatro hijos mayores –Donald, Ivanka, Eric y Tiffany– en Cleveland, Ohio, los Trump desplazaron a los Kardashian como la familia más buscada en internet: "Donald Trump family", "The Trump family" y "Trump and Family" se impusieron como tendencia en el buscador de Google.

La prensa comparó a Donald Trump Jr. con John John Kennedy (Don Don, como lo llamaron), aunque nadie se atrevió aún a sugerir alguna similitud entre el presidente John F. Kennedy y el millonario candidato por el Partido Republicano.

El estilo de Melania Trump comenzó a ser imitado como lo fue el de Jackeline Bouvier: el día que la ex modelo eslovena dio su discurso emocionado –y un poco plagiado de Michelle Obama– ante los delegados de los estados, el vestido Margot de la marca Roksanda que lució se vendía a 2,190 dólares, pero 24 horas más tarde estaba agotado.

Melania Trump, al hablar en la convención republicana (AFP)
Melania Trump, al hablar en la convención republicana (AFP)

"Nada de pensar en pequeño. Nada de resultados magros. Donald consigue lo que se propone", describió a su marido la primera noche de la Convención Republicana. "Si quieren a alguien que luche por su país, es él. Nunca podrán comprarlo. Y, más importante, nunca los decepcionará". Jackie Kennedy no habló en la Convención Demócrata que nominó a su esposo en 1960 –estaba embarazada–, pero siempre se expresó elogiosamente sobre JFK, tanto como para comentar tras su muerte: "Pienso que tendría que haberme dado cuenta de que todo el tiempo era magia".

Si el candidato republicano ganara las elecciones en noviembre, su esposa y el hijo de ambos –Barron, el Trump más pequeño de los cinco– vivirían con él en la Casa Blanca. Los tres mayores, que tuvo con su primera esposa, Ivana Trump, acaso hagan de 1600 Pennsylvania Avenue una extensión de la Organización Trump donde actualmente son vicepresidentes ejecutivos; queda por ver qué papel cumpliría Tiffany, recién graduada, hija de la actriz Marla Maples.

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Primera dama extranjera

Desde 1829, cuando Louisa, la esposa de John Quincy Adams, dejó los honores de Primera Dama, no hubo otra mujer de origen extranjero –de Londres, en aquel caso: era hija del cónsul estadounidense– que ocupara ese lugar. Melania Trump, nacida Melanija Knavs en 1970, en un territorio que aún se llamaba Yugoslavia, sería la primera.

También sería la primera señora de la Casa Blanca que habría posado desnuda para las revistas y comentado la vida íntima de un presidente: en la edición británica de GQ de enero de 2000 se mostró al natural ­–o casi: con tacones, joyas y esposada a un maletín de ejecutivo– sobre una alfombra de piel en el jet de quien entonces era su novio. Lo enalteció: "Tenemos relaciones sexuales increíbles al menos una vez al día. En ocasiones, todavía más".

Melania, en la portada de la revista GQ, cuando era la novia de Donald Trump
Melania, en la portada de la revista GQ, cuando era la novia de Donald Trump

La hija de un austríaco y una eslovena, Victor y Amalija, estudiaba arquitectura y diseño en la Universidad de Ljubljana cuando la contrataron en la agencia ID Models, le cambiaron el apellido por el más sonoro Knauss y la llevaron a desfiles en Milán. Ella conocía las pasarelas desde los cinco años, y había hecho publicidad desde los 16, pero el salto le cambió la vida. Tanto le gustó su nueva carrera, que en 1996 se mudó a Nueva York para mejorarla.

La filial estadounidense de la agencia la recuerda como una muchacha tímida y seria, que trabajaba e iba al gimnasio. Una de las pocas veces que salió de su rutina, invitada a una fiesta en el Kit Kat Club durante una Semana de la Moda de Nueva York, conoció a Trump. Ella tenía 28 años y se negó a darle su número de teléfono porque lo vio con una mujer. Como él insistió, aceptó recibir los suyos. Lo llamó al regresar de un viaje de trabajo.

Muy poco después –Trump todavía tramitaba su divorcio de su segunda esposa– se mostraron en público, y se quedaron juntos. En 2004, cuando le pidió que se casaran, él la encandiló con un anillo de compromiso de un millón y medio de dólares.

Para su boda en 2005 la señora Trump eligió un vestido de Christian Dior de 100.000 dólares; su gusto por el lujo se ve todavía en su cuenta de Twitter, en la que abundan los paisajes tomados desde su avión y las fotos con piedras preciosas. Desde que Barron, de 10 años, va a la escuela, comenzó su compañía de joyas que comercializa por medio del canal de home shopping QVC.

La boda de Donald Trump y Melania, que eligió un vestido Dior de 100 mil dólares
La boda de Donald Trump y Melania, que eligió un vestido Dior de 100 mil dólares
 

¿Cumpliría Ivana algún papel?

La primera esposa de Trump, la madre de sus tres hijos mayores, se jactó de haberlo asesorado para algunos de sus discursos. ¿Cumpliría algún papel en un hipotético gobierno republicano? Es –enfatizó en varias ocasiones, tan fresca es la memoria de su divorcio escandaloso– muy buena amiga de The Donald, como ella misma lo apodó.

"El inglés no es mi primer idioma", dijo la ex modelo checa que en 1977 se casó con el aspirante a la presidencia. "Cuando vine a vivir a Nueva York, tuve que aprenderlo casi de cero. Algunas cosas fueron fáciles, otras no. Y por alguna razón comencé a poner [el artículo] el [o la] antes de los nombres de las personas". The Donald fue apenas un mal uso del idioma; ahora es un lugar común en los medios y acaso sea una referencia en los libros de historia del porvenir.

A mitad de camino, causó litigio entre la pareja que encarnó el mal gusto opulento de la década de los '80, con sus peinados espectaculares, su vestuario, sus alhajas, y en general las propiedades y bienes de consumo que indicaban el manual del rico sin alcurnia. Ivana quiso registrar The Donald para comercializar una línea de perfumería masculina; argumentó que así se llamaba su hijo mayor. El ex marido, que había tenido que reconocer un acuerdo de divorcio mucho más amplio que el contrato prenupcial que le había hecho firmar, reclamó su nombre.

Donald Trump junto a Ivana, su primera esposa (Gentileza WIREIMAGE)
Donald Trump junto a Ivana, su primera esposa (Gentileza WIREIMAGE)

Ivana cumplió un papel importante en el cimiento de la fortuna del hombre que hoy acumula 4.500 millones de dólares según la revista Forbes, cifra que lo ubica en el puesto 113 de los más ricos de los Estados Unidos y en el 324 de los más ricos del mundo. Y, más importante, lo ayudó a borrar su perfil del barrio de Queens, donde era el hijo de un constructor millonario, para convertirse en el magnate del jet-set que tapizó las zonas más caras de la ciudad de Nueva York con su nombre.

Durante sus doce años con la zarina –como llamaban a Ivana en la prensa amarilla de la época, que le dedicó atención devota– Trump concitó el interés del público al comprar el Hotel Commodore y hacer en su lugar –previa destrucción de unos bajorrelieves que quiso obtener el Museo Metropolitano– el Grand Hyatt; también en ese tiempo construyó la Trump Tower en la 5ta. Avenida. Ella quiso participar en los negocios, y en sus manos quedó la renovación del Hotel Plaza, por un salario de "1 dólar por año, más todos los vestidos que sea capaz de comprar", como famosamente dijo el ex esposo.

Era ejecutiva de la Organización Trump cuando se hartó de las infidelidades del padre de Donald, Ivanka y Eric. Se recluyó con ellos en el triplex de la Trump Tower con pisos de ónix y murales de guerreros. Él se mudo a un pequeño apartamento, en las plantas inferiores.

 

Tiffany, de la joyería al estrado

La menor de las hijas mujeres del candidato republicano, Tiffany, de 22 años, fue la primera que habló en la Convención Republicana. Es la única descendencia del matrimonio con Marla Maples, la actriz con quien Trump comenzó a salir mientras se alejaba de Ivana. La relación fue tormentosa, con separaciones y reconciliaciones, embarazo y boda con la niña entre los invitados.

El divorcio demoró, pero Trump no cedió en sus posiciones. La niña tenía cinco años cuando su madre declaró: "Luego de darle a Donald dos años para honrar los compromisos verbales que me hizo durante nuestros 12 años de relación, decidí alejarme completamente según los términos del acuerdo prenupcial que me presentó cinco días antes de nuestro casamiento en 1993".

Donald Trump, con su segunda esposa, Marla Maples, y su hija Tiffany (Reuters)
Donald Trump, con su segunda esposa, Marla Maples, y su hija Tiffany (Reuters)

Tiffany –cuyo nombre se atribuye a la joyería Tiffany & Co.– creció en California y se graduó hace poco en la Universidad de Pennsylvania. Se mostró tímida al comenzar a hablar en la Convención Republicana: "Nunca me expresé en público fuera del aula". Pero hizo el primero de unos discursos emocionantes de los hijos de Trump: "Como mi padre, nunca rechazo un desafío, así que estoy, un poco nueva en esta escena pero increíblemente honrada".

Por amarga que haya sido aquella experiencia infantil, la hija de Trump lo presentó bajo una luz propicia: "Mi papá es un alentador natural, la última persona que le pediría a uno que baje sus expectativas o abandone su sueño", comenzó. "Siempre quiero presentarlo a mis amigos, en particular a los que tienen ideas preconcebidas, porque conocen a un hombre con un encanto natural y sin fachada. En persona, mi padre es tan amigable, tan considerable, tan divertido y tan real".

Donald Trump y Marla Maples
Donald Trump y Marla Maples

Los tres mayores: la dinastía

Luego de su discurso, el varón del medio entre los hijos de Trump, Eric, trepó al tope de las tendencias de búsqueda. ¿Qué dijo? "Es hora de tener un presidente que haya sido siempre el que firma los cheques en el frente, no en el endoso", dijo Eric.

La presidencia le pareció un sacrificio para alguien como el magnate: "Competir por el puesto más poderoso y más cruel del mundo: no hay un llamado mayor, ni un acto más generoso". Esa pasión por ayudar a otros –como definió– es su herencia principal: "Pocas cosas están más cerca de mi corazón que la caridad". Por eso creó una fundación con su nombre que junta aportes para un centro médico dedicado al investigación pediátrica, el Hospital St. Jude.

Eric Trump (Reuters)
Eric Trump (Reuters)

A los 32 años, Eric es el único hijo casado del candidato republicano que no tiene hijos. Su esposa, Lara Yunaska, trabaja como productora en la cadena CBS, a la que Trump no fustigó tanto como a CNN en sus diatribas contra la prensa en general. Donald Trump Jr., en cambio, se apresuró a tener una familia grande como quiso su padre: a los 38 años tiene cinco niños con la ex modelo Vanessa Haydon: Kai, Chloe, Donald, Tristan y Spencer.

Sus palabras fueron las más alineadas con el discurso de su padre: "No se escondió detrás de un escritorio de ejecutivo. Pasaba tiempo con los hombres que echaban cemento y ponían estuco en las obras en construcción. Los escuchaba y valoraba sus opiniones tanto –y con frecuencia, más– como las de los hombres de Harvard y Wharton encerrados en oficinas, alejados del trabajo real".

Entre los hermanos, con 34 años, Ivanka es probablemente la niña de los ojos de Trump: a ella le tocó presentarlo en la Convención Republicana. Lo hizo con un vestido de su propia línea: además de trabajar, como los otros hijos de Ivana, como vicepresidenta ejecutiva de la empresa familiar, comercializa ropa y accesorios, muchos made in China, según denunció la prensa cuando su padre comenzó a proclamar la necesidad de poner impuestos a la importación de la gran factoría mundial.

Ivanka Trump, hija mayor del magnate, saluda al público  en la Convención Republicana (AP)
Ivanka Trump, hija mayor del magnate, saluda al público  en la Convención Republicana (AP)

Para casarse con el emprendedor inmobiliario Jared Kushner, padre de sus tres hijos –Arabella, Joseph y Theodore–, la ex modelo se convirtió al judaísmo, y adoptó el nombre de Yael. A ese dato recurrió Trump cuando lo acusaron de tuitear una imagen de Hillary Clinton sobre pilas de dinero en una estrella de seis puntas con la leyenda "¡La candidata más corrupta de todos los tiempos!". Era, argumentó, una insignia de sheriff, no una Estrella de David; su yerno salió a defenderlo.

En su discurso, Ivanka se definió como una millennial que no se inclina necesariamente por republicanos o demócratas, sino por candidatos que, como su padre, fueran luchadores. "Cuando las primarias se pusieron duras –y vaya si lo hicieron–, hizo lo que hace cualquier buen líder: trabajó más duro y se fortaleció". 

 

De los ancestros inmigrantes al muro en la frontera

Donald Trump junto a su padre Fred (Barton Silverman/The New York Times/Redux)
Donald Trump junto a su padre Fred (Barton Silverman/The New York Times/Redux)

El certificado de nacimiento de Donald John Trump dice que llegó al mundo a las 10.54 de la mañana del 14 de junio de 1946 en el Hospital de Jamaica, en Queens, ciudad de Nueva York. Su madre había desembarcado en los Estados Unidos 17 años antes, luego de salir de su país, Escocia, en el buque Transylvania. Su padre, Fred Trump, era primera generación estadounidense: el abuelo del candidato, Friedrich, se escapó una noche de la casa de su madre viuda en Kallstadt, Alemania, y dejó una nota para explicar que se marchaba a América para ser rico.

En 1892, luego de siete años en los Estados Unidos, se cambió el nombre por Frederick y se nacionalizó. Durante la fiebre del oro en Alaska abrió un restaurante en Seattle, donde los aventureros de camino podían parar a comer y también pasar a las "habitaciones privadas para damas", eufemismo que designaba a los espacios para prostitución. Por fin instaló un hotel, el primero de la familia.

A su muerte, su hijo Fred creó la empresa constructora Elizabeth Trump & Son, semilla de la Organización Trump, que floreció en Brooklyn y Queens cuando la clase media de posguerra buscó propiedades. Entonces nació el candidato republicano –que a lo largo de su vida fue también demócrata, reformista e independiente–, tercero de los cinco hijos de Fred y Mary Trump. Tenía 13 años cuando el padre lo envió a la Academia Militar para que le suavizara el carácter –atacaba a los maestros con borradores de pizarrón, y a las niñas con botellas de refrescos– y aunque se resistió a estudiar, debió terminar la prestigiosa Escuela de Negocios de Wharton.

El hermano mayor de Trump, llamado como el padre, murió joven, en 1981, debido a su alcoholismo; a ese trauma atribuye el candidato que nunca bebió ni fumó. También se aseguró que los hijos de ese hermano no tuvieran dinero para comprar sustancias tóxicas: persuadió a su padre de cambiar el testamento para que sus bienes se repartieran entre los hijos vivos.

Los cuatro son Elizabeth, una ex empleada del banco Chase; Maryanne, una jueza retirada; Robert, ejecutivo de la empresa familiar, y The Donald.

Acaso se reúnan en el microcine de la residencia, invitados por Trump, para mirar la película favorita del candidato republicano, El ciudadano Kane. Acaso les invente un corte final distinto: su versión personalísima de un final feliz.

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