Los Clinton: dos al precio de uno

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Hillary y Bill Clinton, y la única hija de ambos, Chelsea (AP)
Hillary y Bill Clinton, y la única hija de ambos, Chelsea (AP)

Si la candidata demócrata gana las elecciones nacionales, en Washington D.C. se presentará un problema original de protocolo: Hillary Clinton será presidente, pero con ella no vivirá un Primer Caballero simplemente, sino otro mandatario, que aun retirado –Bill Clinton cumplió sus dos periodos entre 1993 y 2001– conserva los honores del cargo.

"Sólo los Clinton", definió The Washington Post. "Sólo los Clinton han frecuentado juntos la cima de la política estadounidense durante un cuarto de siglo entero. Sólo los Clinton pueden entusiasmar y luego exasperar a sus pares demócratas con una previsibilidad tan vertiginosa". Y sobre todo: "Sólo los Clinton pueden seguir adelante una y otra vez más allá de los obstáculos que otros o ellos mismos planten en su camino largo y sinuoso".

Sólo los Clinton –se podría agregar– pueden combinar dos actos repetidos, como que un ex presidente apoye a una candidata nueva y un marido apoye a su mujer, en uno sin precedentes: nunca antes un ex presidente había defendido la causa de su esposa como aspirante a la primera magistratura que él ocupó no demasiado tiempo atrás.

"En la primavera de 1971 conocí a una muchacha", comenzó Clinton el discurso que les ganó a todos los demás que se pronunciaron en la Convención Demócrata.

Y contó en detalle la historia de amor entre él y su compañera en la especialización en Derecho que cursaron en la Universidad de Yale.

Se le notaban los problemas de salud –desde 2004, sufrió cirugías coronarias–, pero habló con la naturalidad de quien no está dando un discurso: recordó a una joven rubia que usaba anteojos pero no maquillaje, y que se movía con una fuerza y una seguridad que le resultaron magnéticas. Con ella comenzó, entonces –dijo–, una relación que conoció "tiempos buenos y malos, alegría y desgarro".

Bill Clinton y Hillary Rodham, durante su noviazgo en la Universidad de Yale
Bill Clinton y Hillary Rodham, durante su noviazgo en la Universidad de Yale
 

La candidata demócrata en palabras de su esposo

Clinton recorrió la carrera de su esposa desde que, en el segundo año en Yale, ella comenzó a trabajar como voluntaria en el Centro de Estudios sobre la Infancia y en el Hospital de New Haven, donde combinó investigación médica sobre el desarrollo de los niños con experiencia profesional pro bono en casos de abuso de menores.

Dijo, sin decirlo, que ella lo siguió; hubiera quedado mal señalarlo por tratarse de un hombre que valora el feminismo de su mujer. Lo cierto es que en 1974 ella no regresó a su estado, Illinois, ni se quedó en la Costa Este, sino que comenzó a enseñar en la Escuela de Leyes de la Universidad de Arkansas, el profundo sur de los Estados Unidos. Allí, Bill Clinton había nacido huérfano –su padre murió durante el embarazo de su madre, y le dejó el apellido Blythe, que luego él cambiaría por el de su padrastro–; ahí había crecido y allí pensaba desarrollarse mucho más –sería gobernador durante 12 años– a partir de ese otro puesto de profesor que también había conseguido para sí mismo. Su primer paso –en falso– fue postularse a congresista.

A partir de los pormenores que condujeron a su casamiento el 11 de octubre de 1975 –un caso: observó cómo ella admiraba una casa en Lafayette y la compró, con una hipoteca de 175 dólares mensuales, antes de proponerse como marido– comenzó a desenredar y enredar las carreras de ambos. Porque a veces fueron juntas y otras por separado, a lo largo de los 30 años de esta sociedad más que conyugal.

Si hubiera que sintetizarlo: Hillary Clinton conoció distintas localidades, distintas agencias oficiales, distintas posiciones jerárquicas, y desde todas trabajó por el bienestar de los niños, las mujeres, los pobres y los discapacitados, dijo el ex presidente. Cuando parecía que subordinaba su carrera a la de su esposo, en realidad acumulaba experiencia y capital políticos. Fue Primera Dama, fallida precandidata presidencial en 2008, senadora, secretaria de Estado. "Hillary está calificada como nadie para aprovechar las oportunidades y reducir los riesgos que enfrentamos. Y todavía es, absolutamente, la mejor impulsora de cambios que conocí en la vida", dijo el presidente que dejó el poder con una tasa de popularidad del 68%, comparable sólo con las de Ronald Reagan y Franklyn D. Roosevelt.

"Pueden dejarla en cualquier situación problemática, elijan una; vuelvan en un mes y, de algún modo, la habrá mejorado". No se trata solo de lo que ella puede hacer, definió: "Así es como ella es". Otros elogios evocaron sus palabras en su propia campaña electoral, hace 22 años: si lo elegían a él, los estadounidenses tendrían dos gestores hábiles en la Casa Blanca "por el precio de uno".

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La madre de Hillary, Dorothy Rodham, le ayuda a vestirse mientras observa su padre, Hugh, en un hotel de Nueva York, durante la Convención Demócrata de 1992 que consagró a Bill como candidato presidencial (AP)
La madre de Hillary, Dorothy Rodham, le ayuda a vestirse mientras observa su padre, Hugh, en un hotel de Nueva York, durante la Convención Demócrata de 1992 que consagró a Bill como candidato presidencial (AP)
 

La NASA no pudo ser

En la infancia, la primera mujer en la historia del país que compite por la presidencia quiso ser maestra o física nuclear: "Los maestros eran necesarios para entrenar a los ciudadanos jóvenes", escribió en Historia viva, sus memorias de los años que pasó en la Casa Blanca, que vendieron 3 millones de ejemplares y fueron traducidas. "Los Estados Unidos necesitaban científicos porque los rusos tenían cinco por cada uno de las nuestros".

También pensó en explorar el cosmos. "La promesa del presidente Kennedy de mandar hombres a la luna me entusiasmó, y escribí a la NASA para ofrecerme como voluntaria para entrenamiento de astronauta. Recibí una carta de respuesta en la que me informaban que no se aceptaban niñas en el programa. Fue la primera vez que topé con un obstáculo que no pude superar con trabajo duro y determinación, y quedé escandalizada".

Hillary Rodham, junto a su hermano Tony, sobre las rodillas de su padre, Hugh. Ella era la consentida, cuentan sus hermanos (Gentileza Polaris)
Hillary Rodham, junto a su hermano Tony, sobre las rodillas de su padre, Hugh. Ella era la consentida, cuentan sus hermanos (Gentileza Polaris)

Así las cosas, la hija mayor de Hugh Ellsworth Rodham y Dorothy Emma Howell –Hillary Clinton tiene dos hermanos, Hugh y Anthony– comenzó a trabajar como cuidadora de niños durante las vacaciones y a veces a la salida de la escuela. Por entonces participaba en los grupos de jóvenes republicanos. Hasta que un día escuchó a Martin Luther King Jr. en Chicago y decidió que el servicio público sería su camino. Su primera ocupación en política fue bajo las órdenes del senador demócrata Walter Mondale, quien integraba un subcomité sobre trabajadores inmigrantes: conoció los problemas de vivienda, salud y educación de esos sectores.

Como Primera Dama de Arkansas profundizó su trabajo en el área de educación, que su esposo transformó radicalmente. Cofundó la Defensoría de Niños y Familias y formó parte del directorio del Hospital de Niños, entre otras instituciones de servicios sociales para la infancia. Con esa experiencia, cuando acompañó a Bill Clinton a la Casa Blanca, impulsó una reforma de salud que fracasó.

Fue la única Primera Dama que no ocupó la oficina tradicional del Ala Este, sino que eligió una en el Ala Oeste, entre las de los asesores principales del presidente. En eso se convirtió: juntos discutieron el trabajo de él, muchas veces sin coincidir. Eso la convirtió en un blanco favorito de la oposición política, como le sucedió a Claire Underwood en la serie House of Cards.

La familia Clinton llega a la Casa Blanca a bordo del Marine One, 1993
La familia Clinton llega a la Casa Blanca a bordo del Marine One, 1993

Durante 20 días –desde que juró como senadora el 1º de enero de 2001 y hasta que Bill Clinton entregó el mando a George W. Bush–, Hillary cumplió funciones simultáneas en el Poder Ejecutivo y en el Poder Legislativo. En Capitol Hill se ocupó de política exterior, la salud de los veteranos, la investigación en nanotecnología y las energías limpias, entre otros temas, y se opuso a los recortes de impuestos que propició Bush.

En 2007, por primera vez, se postuló como candidata a la presidencia de los Estados Unidos.

Entonces, sin embargo, no logró hacer historia como ahora: el 3 de junio de 2008 reconoció la victoria interna de Barack Obama, y lo apoyó en la Convención Democrática. El demócrata, finalmente elegido, la nombró secretaria de Estado al asumir, en enero de 2009.

Durante su gestión envió e-mails oficiales desde un servidor privado, en lugar del gubernamental: por eso recibió denuncias –la Agencia Federal de Investigaciones, FBI, consideró que los cargos no tenían bases–, en particular del candidato del Partido Republicano. Donald Trump también recordó el caso Whitewater –una acusación de corrupción, nunca probada, de los Clinton durante la gobernación de Arkansas– y aprovechó los e-mails que filtró Wikileaks durante la Convención Demócrata en los que presuntamente se revelan estrategias para perjudicar al contrincante de Hillary en las elecciones internas, Bernie Sanders.

 

Primera temporada en la Casa Blanca

Como en aquellas primarias de 2008, también en las de este año Bill Clinton hizo unas 250 apariciones públicas para mejorar las posibilidades de su esposa: "Estoy orgulloso de ella". Dijo otras cosas, también. Muchas de ellas aludieron a sus logros como presidente en dos ciclos.

"Durante el mandato de Bill, enfrentamos oposición política, desafíos legales y tragedias personales, y tuvimos nuestra cuota de errores", escribió Hillary Clinton en Historia Viva. "Pero cuando él dejó el cargo, los Estados Unidos eran una nación más fuerte, mejor y más justa, lista para enfrentar los desafíos del siglo nuevo".

La familia Clinton en la caminata por la avenida Pensilvani de Washington DC, durante el día de inauguración del segundo mandato de Biil, en 1997 (Clinton Presidential Library)
La familia Clinton en la caminata por la avenida Pensilvani de Washington DC, durante el día de inauguración del segundo mandato de Biil, en 1997 (Clinton Presidential Library)

Cuando ganó las elecciones de 1992 con el 43% de los votos, Clinton interrumpió doce años de mandatos republicanos y gobernó durante uno de los períodos más largos de éxito económico en los Estados Unidos. Eso hizo que en 1996 ganara un segundo término por el 49,2% de los votos: el primer demócrata reelegido desde Roosevelt. Entregó el mando a Bush con un superávit de tres años consecutivos.

Aunque fracasó con la reforma sanitaria, Clinton logró la aprobación de una reestructuración de los servicios sociales y creó un seguro de salud para niños. Durante su gobierno se lanzó la primera página web de la Casa Blanca. "Cuando asumí, sólo los científicos habían escuchado hablar de la red mundial. Ahora, hasta mi gato tiene su propia página", dijo. Socks se llamaba la mascota, famosa en el mundo.

Clinton fue el primer presidente estadounidense que visitó Vietnam luego de la guerra y trató –sin fortuna: en sus memorias, Mi vida, responsabilizó del fracaso a Yasser Arafat– de adelantar el proceso de paz entre Israel y Palestina en la reunión de Camp David. Ordenó las intervenciones militares en Bosnia y Kosovo y anticipó, con la promulgación de una ley, el hostigamiento al dictador iraquí Saddam Hussein. Firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), tan vapuleado por Trump.

Sin embargo, su presidencia quedó marcada por el impeachment al que fue sometido –el segundo mandatario que pasó por ese proceso, luego de Andrew Johnson– por haber cometido perjurio ante un Gran Jurado y por obstrucción de justicia en el escándalo que causó su relación impropia –como la definió al disculparse– con la becaria Mónica Lewinsky, de 22 años entonces.

Hillary Rodham observa a su esposo mientras agradece a los legisladores demócratas su voto contra el impeachment, en diciembre de 1998 (AP)
Hillary Rodham observa a su esposo mientras agradece a los legisladores demócratas su voto contra el impeachment, en diciembre de 1998 (AP)

En 1994, Paula Jones lo había demandado por acoso sexual, que Clinton negó; el caso fue desestimado en 1998, en medio del escándalo de Lewinsky, y Jones apeló. Mientras Clinton acordaba la compensación económica –llegaría a 850.000 dólares– para cerrar el caso con Jones, sin admitir culpa pero con el fin de continuar con su vida, los abogados de la mujer le preguntaron si había tenido relaciones sexuales con Lewinsky. Al negarlo, Clinton dejó abierto el camino al impeachment.

Hillary Clinton se mantuvo al lado de su esposo mientras duraron los rumores de infidelidad y el impeachment; en algún momento denunció una conspiración. Pero a medida que aparecían otros nombres de affairs o acosos de Clinton –Gennifer Flowers, Kathleen Willey, Juanita Broaddrick, Elizabeth Gracen–, reconoció que se había sentido herida.

Una roman è clef de la época, Colores primarios, firmado de manera anónima por un agente político, transfiguró a la pareja presidencial; el autor aludió a "la misteriosa concavidad emocional" de los personajes.

 

La única hija

Un factor capital en la unión de los Clinton durante la crisis del impeachment fue la única hija del matrimonio, Chelsea Victoria, nacida en 1980. Hoy es también un factor capital en la campaña de su madre y en la fundación que su padre creó luego de terminar sus mandatos.

Bill y Hillary, con su hija Chelsea (AP)
Bill y Hillary, con su hija Chelsea (AP)

Desde 2010, Chelsea Clinton está casada con el asesor financiero Marc Mezvinsky; hace un mes tuvo a su segundo hijo, Aidan, hermano de Charlotte, de un año. "Hablo tanto sobre ser abuela –dijo la candidata demócrata–, ahora voy a hablar el doble sobre ser abuela…". Aunque su contrincante electoral la criticó por eso, la ternura familiar suaviza su perfil en general duro.

Además de haberse dedicado a escribir libros y dar conferencias (de los 109 millones que ganaron entre 2000 y 2007, 92 se debieron a eso; y en febrero de 2016 se estimó que entre ambos cobraron 153 millones por discursos desde 2001, con honorarios de entre 100.000 y 300.000 dólares por cada uno), Bill Clinton creó una fundación con su nombre que se ocupa de temas de importancia global como el HIV, la salud pública, el alivio de la pobreza y los conflictos étnicos y religiosos. Y Chelsea es la vicepresidenta de la fundación, con tareas ejecutivas.

Chelsea Clinton, al hablar ante la Convención Demócrata (AFP)
Chelsea Clinton, al hablar ante la Convención Demócrata (AFP)

Con un título de grado en Historia, un máster en Relaciones Internacionales y un doctorado en Salud Pública, la hija de los Clinton intentó un camino propio. De 2011 a 2014 fue muy criticada porque NBC la contrató como corresponsal por 600.000 dólares anuales, por ejemplo.

No obstante, el peso de las figuras paternas la sometió a contradicciones, y sin renunciar a sus iniciativas –actualmente es profesora en la Universidad de Columbia– aceptó un lugar en el proyecto político de la familia. Muchas de las áreas centrales de la Fundación Clinton están en sus manos. Y al acompañar a la candidata demócrata en sus aspiraciones a la Casa Blanca se mostró como una comunicadora que, si bien no entusiasma al público, más parecida a madre que a su padre, tiene una expresión emocional fuerte.

"Mi mamá fue mi heroína toda mi vida", escribió. "Recuerdo que la miraba trabajar duramente mientras crecía, y pensaba que ella podía hacerlo todo. Todavía trabaja duramente, y no terminó de hacer lo que quiere". Su intervención en Filadelfia, Pennsylvania, complementó la de su padre en la proyección de una familia unida, tanto en el afecto como en la escena pública.

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