Los 2.472 delegados republicanos que fueron elegidos a lo largo de las primarias se reunirán desde mañana en Cleveland, Ohio, para oficializar la fórmula que competirá por la presidencia. Todo indica que será una mera formalidad para confirmar la proclamación de Donald Trump. Pero siempre hay un pequeño margen de incertidumbre.
Lo primero que hacen los convencionales es definir las reglas a través de las cuales votarán. La normativa vigente establece que la mayoría de los delegados están atados, es decir que, si durante las primarias fueron elegidos para representar a un postulante, deben votar por él en la convención. Si esto se mantiene, Trump será automáticamente investido, porque recibió el apoyo de 1.447, cuando el mínimo necesario es 1.237.
Un grupo de líderes partidarios que se resisten a la nominación del magnate quiso imponer un cambio este jueves durante la discusión del informe de reglas que servirá de base para la votación del lunes. Su propuesta era desatar a todos los delegados, darles libertad de elegir al postulante de su preferencia.
La idea fue masivamente rechazada por la comisión encargada de redactar el informe. Si bien la última palabra la tiene la convención y en principio no sería imposible que algún representante proponga algo similar, es un hecho que los delegados seguirán atados y que, por ende, se confirmará la nominación de Trump.
Un antes y un después para el Partido Republicano
"La candidatura de Trump es muy inusual porque es resistida por muchos. La convención también será inusual. Los últimos dos presidentes republicanos (George Bush padre e hijo) decidieron no asistir, al igual que el último candidato republicano (Mitt Romney). Tampoco van a ir muchos líderes de alto perfil. Varias corporaciones y donantes que han apoyado en el pasado también se fueron. Gane o pierda, Trump tendrá un fuerte impacto en el partido", explicó Michael Berkman, profesor de ciencia política en la Universidad Estatal de Pennsylvania, consultado por Infobae.
Su candidatura es histórica por muchos motivos. Primero porque nunca llegó alguien tan rechazado por la burocracia partidaria. Segundo, porque no hay antecedentes en la historia estadounidense de un candidato perteneciente a uno de los dos grandes partidos que rompa tantos códigos del comportamiento político aceptado.
"Hay delegados que no van a asistir. Otros todavía tienen la esperanza de elegir a otro candidato, o al menos controlar quién será su compañero de fórmula (Trump anunció el viernes que será Mike Pence, gobernador de Indiana). La plataforma política no es en sí muy diferente a la habitual, pero los partidarios están descontentos", dijo Barry C. Burden, director del Centro de Investigaciones Electorales de la Universidad de Wisconsin-Madison, en diálogo con Infobae.
Uno de los interrogantes es si la convención va a servir para acallar a los críticos al interior del Grand Old Party (GOP), uniendo a todos detrás de su nuevo líder. Los analistas tienen serias dudas.
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"Va a depender de si los dirigentes creen que tiene posibilidades de ganar —dijo Berkman—. Para algunos cuyo futuro político es incierto, Trump ofrece una oportunidad".
En cualquier caso, es difícil que continúe por mucho tiempo más el fuego amigo contra el empresario, porque a partir del martes la alternativa ya no será otro republicano, sino un demócrata. "Muchos van a trabajar para él con el objeto de evitar que Hillary Clinton sea elegida presidente, y para no sufrir pérdidas en las categorías inferiores de la boleta", afirmó Burden.
Lo otro que se develará en las próximas semanas es si la nominación oficial tiene un impacto positivo en las encuestas. Ése es un efecto habitual de las convenciones, aunque en este caso la republicana podría verse opacada por la demócrata, que es pocos días después.
"Si se desarrolla cómodamente, debería mejorar los números de Trump en los sondeos. Su campaña ha sufrido malas noticias y distracciones en las últimas semanas. La convención va a ayudar a redirigir la cobertura de cuestiones negativas hacia otras más positivas", concluyó Burden.