"¿Estás despierto?"
El mensaje llega muchas veces a eso de la una de la mañana, tipeado desde un Blackberry seguro y de una dirección de correo electrónico conocida por unos pocos. Es la señal de que el Presidente aún no se ha ido a dormir.
Pueden ser preguntas incisivas sobre un memo que acaba de leer o alguna burla porque el equipo del que es hincha el receptor perdió un partido. Lo cierto es que las cerca de cinco horas que Barack Obama pasa cada día en soledad en un salón del segundo piso de la Casa Blanca son fundamentales para su trabajo y su estabilidad emocional, según revela una nota publicada por The New York Times.
Obama se define como un "hombre nocturno". Usualmente, cena con su esposa y sus hijas alrededor de las 18:30 y luego se retira al Treaty Room (Salón de Acuerdos), ubicado al final del corredor donde se encuentra su dormitorio, en el segundo piso de la Casa Blanca. Ese lugar es el refugio solitario del presidente hasta pasada la medianoche, a veces hasta las 2 de la madrugada. A las 7, ya está de nuevo despierto.
¿Qué hace el presidente de Estados Unidos en esas largas horas de soledad?
Trabaja en sus discursos, revisa y hace anotaciones en los memos de los diferentes funcionarios que le deja un asistente en una carpeta de cuero, puntual, a las 8 de la noche. Hace algún llamado telefónico a un mandatario del otro lado del mundo. Lee las diez cartas que le selecciona cada día su equipo de las cientos que le envían los ciudadanos estadounidenses. "¿Cómo podemos permitir que la gente compre armas automáticas que son armas de guerra?", leyó el 13 de junio, en la misiva de Liz O'Connor, una maestra de Connecticut.
El mes pasado, envió a las 00:30 un correo electrónico a Benjamin Rhodes, el segundo consejero de Seguridad Nacional, y a Denis McDonough, el jefe de Gabinete de la Casa Blanca, para avisarles que había terminado de revisar el borrador del discurso para la mañana siguiente. Obama había pasado tres horas haciendo anotaciones a mano sobre un block amarillo con sus consideraciones enojadas por la respuesta de Donald trump a la matanza en la disco Pulse de Orlando. Les avisaba que podían recoger sus anotaciones cuando llegaran a la mañana a su oficina.
Hace pocas semanas, Cody Keenan, el jefe de los redactores de discursos presidenciales, acababa de llegar a su casa y pedir una pizza, a las 21:00, cuando recibió un mensaje del presidente: "¿Puedes volver esta noche?".
Keenan se reunió con Obama en el Treaty Room y trabajaron hasta las 23 en el discurso de despedida de los nueve afroamericanos asesinados mientras estudiaban la Biblia en una iglesia metodista de Charleston, Carolina de Sur.
"Hay algo con la noche", dice Keen. "Es más pequeña, te deja pensar".
"Todo el mundo busca algún momento para poner sus ideas en orden. No hay duda de que ese tiempo es su tiempo", cuenta Rahm Emanuel, el primer jefe de Gabinete de Obama. "No puede bloquear media hora y hacerlo durante el día, cuando le llegan cosas urgentes todo el tiempo. Ese es el momento donde todo puede ser dejado a un lado y te puedes enfocar en lo que importa".
Obama muchas veces lee en una silla giratoria, bajo el retrato del ex presidente Ulysses Grant. Las ventanas le dan una visión nocturna del obelisco y del monumento a Jefferson iluminados. Otras noches, se sienta en el sofá, bajo un cuadro de Susan Rothenberg.
La televisión suele estar encendida en silencio, en un canal de deportes. Pero otras veces, el Presidente sube el volumen y se queda viendo algún partido de básqutbol, béisbol o fútbol americano.
También encuentra espacio para el juego. A veces desafía online a sus amigos al "Word", una suerte de scrabble que tiene en su tablet.
Para mantenerse despierto, Obama casi nunca recurre al café. Es raro que tenga una gaseosa. Nunca faltan una botella de agua y siete almendras saladas. "Ni seis, ni ocho, tienen que ser siete", suele bromear su esposa, Michelle.
Le quedan apenas seis meses de esta rutina. En marzo pasado confesó durante un cena de Estado qué es lo primero que hará al dejar la Casa Blanca el próximo enero: "Me voy a tomar tres o cuatro meses en los que sólo dormiré".