Quién es Gary Johnson, el excéntrico candidato que se hace lugar entre Donald Trump y Hillary Clinton

por Gabriela Esquivada

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Gary Johnson fue gobernador de Nuevo México. Luego rompió con el partido republicano (Reuters)
Gary Johnson fue gobernador de Nuevo México. Luego rompió con el partido republicano (Reuters)

Ahora que aspira a la presidencia, dijo, hace un mes que no fuma marihuana con fines recreativos. Tampoco lo hará durante la campaña, ni —en el caso más que improbable— de que llegue a la Casa Blanca.

Se supone que tampoco escalará los montes más altos del mundo, porque ya lo hizo: uno en cada continente, incluido el Everest cuando todavía se recuperaba de la fractura de una pierna.

Perdonaría a Edward Snowden: "Es alguien que ha divulgado información que no sabríamos de otro modo: que el gobierno nos espía a todos los ciudadanos".

Apoyaría que el matrimonio se concibiera como una cuestión entre privados, de manera tal que si uno quiere casarse con alguien del mismo sexo, el gobierno no podría impedírselo.

Por la misma razón favorecería la autorización generalizada del aborto en el primer trimestre del embarazo.

También anularía la reforma de salud y las prestaciones médicas públicas, y su reforma impositiva achicaría —por lo menos— el organismo recolector de impuestos.

Y desde luego, legalizaría el cannabis: "No defiendo la legalización de otras drogas, pero si mañana las legalizáramos todas, el mundo sería un lugar mejor: el 90% del problema de las drogas se debe a la prohibición".

"Conservador en lo económico y liberal en lo social", ha repetido Gary Johnson, el candidato del Partido Libertario, quien se cayó del grupo republicano por el extremo del Tea Party y quedó nominado por segunda vez.

Su discurso ha comenzado a resonar en los medios porque los grandes partidos han elegido como candidatos a figuras antipáticas para sus votantes: el establishment republicano no puede creer que Donald Trump lo represente en la pelea electoral y la base de Bernie Sanders rechaza a Hillary Clinton, para ellos Mrs. Wall Street.

Johnson cree que muchas personas quieren una alternativa. "Si el Ratón Mickey Mouse fuera un tercer nombre, Mickey sacaría el 30% de los votos", dijo.

Mickey no compite en los 50 estados de la unión, y este libertario de 63 años sí. Hace meses comenzó a quejarse de que las encuestadoras lo excluían, y cuando lo incluyeron, surgió una cifra llamativa: según CBS el 10% de los electores preferían a Johnson antes que ponerse un broche en la nariz y votar a Clinton o a Trump. El número llegaba al 12% en la medición de Fox News. Muy por encima del 1% que nunca logró superar en las encuestas en su candidatura previa.

Se trataría de un voto-protesta, describió el especialista de Stanford University (SU) Bruce E. Cain: "Si la gente está dispuesta a psar por alto algunas diferencias doctrinarias, Johnson podría desviar la cantidad suficiente de votos republicanos para privar a Trump de la competencia".

El objetivo de corto plazo de Johnson es lograr que ese porcentaje llegue al número mágico de 15, que se exige para que pueda participar en los debates nacionales.

(Reuters)
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"Es improbable, pero ha pasado antes", dijo a Infobae la profesora Karen Sebold, de la University of Arkansas (UARK). "En 1992, Ross Perot estuvo en la gran escena de la elección nacional. No es imposible, pero no sucede con frecuencia. Y aunque sorprende que los candidatos libertarios lleguen tan alto en las encuestas, a esta altura del juego no es algo fuera de los rangos razonables, dado que los dos candidatos de los partidos mayoriarios son muy negativos y abren una ventana para que un candidato independiente se impulse lo suficiente como para llegar al debate nacional".

En la columna que escribió para CNN, "Why I'm Running for President" ("Por qué me presento como candidato a presidente"), Johnson aludió a este momento histórico que le brinda quizá una oportunidad: "Los Estados Unidos pueden por fin estar listos para un candidato presidencial que cree en el libre mercado, pero rechaza el capitalismo amiguista. Que pueden estar listos para un candidato que de verdad gobernó un estado de frontera y no cree que una gran muro sustituya la reforma migratoria".

Nadie en sus cabales le da el 30% del favor popular que acaso podría conseguir el ratón de Disney. Ni los 19.741.065 votos individuales (aunque ninguno para el colegio electoral) que Ross Perot obtuvo en 1992.

—¿Qué pueden esperar razonablemente Johnson y Weld?

—No les va a ir tan bien como a Ross Perot —comparó la investigadora del Departamento de Ciencia Política de UARK—. En 2012 Johnson compitió en las elecciones generales como libertario y sacó 1%, mientras que Ross Perot sacó casi 19%, y en 2000 Ralph Nader sacó el 2,74% [lo cual favoreció a George W. Bush ante Al Gore] pero ese rango, 1% a 2%, es lo que históricamente sacan los candidatos de terceras fuerzas. Ross Perot fue un fenómeno, en parte porque era un multimillonario ya conocido en Texas, que se financió su propia campaña y pudo imponer su nombre. Estos candidatos libertarios no tienen la estructura ni los recursos.

También les faltan otras cosas, señaló Cain, titular de la cátedra Charles Louis Ducommun de Humanidades y Ciencias en SU. "Los libertarios no tienen el mismo parecer que los que republicanos del Tea Party, no en todos los temas: por ejemplo, su actitud es más permisiva con temas como el consumo de drogas o la intervención militar", explicó a Infobae. "Es decir que no queda claro cuán atractivo puede resultar Gary Johnson".

No obstante, observó que si en los años anteriores el Partido Verde (Naser) o el Libertario carecían de importancia, este año es diferente: "Porque hay conservadores republicanos que no aprueban a Trump y liberales progresistas que prefirieron a Sanders sobre Clinton. Ellos podrían quitarle votos a los candidatos republicanos y demócratas. Fue una preocupación para los republicanos en 1992 con Ross Perot y para los demócratas en 2000 con Nader".

Cuando se presentó a candidato a gobernador en Nuevo México, Johnson tenía todas las de perder: no venía de la política —un emprendedor de la construcción que nunca había tenido cargo alguno— y levantaba banderas republicanas en un territorio demócrata. Ganó con un discurso conservador: achicar el gobierno, bajar impuestos y administrar el estado con criterios empresariales.

(Reuters)
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Dice que sus gestión se basó en las mismas premisas que impulsan su empresa ya millonaria: "No prometas lo que no puedes cumplir. Cumple en tiempo y dentro del presupuesto". Ganó la reelección aunque sus opositores lo llamaban Gobernador Veto porque no dejó pasar ni una ley que le pareciera innecesaria o demasiado costosa.

En 2012 salió de su mansión en la Meca hippie de Taos indignado porque republicanos y demócratas por igual se habían dedicado a generar un endeudamiento descomunal y desarrollar políticas intervencionistas: "Pusieron a nuestros jóvenes en peligro para combatir en guerras desacertadas y transformaron nuestro gobierno de protector de la libertad en una amenaza que invade virtualmente cada aspecto de nuestras vidas privadas y financieras".

Esa visión sobre el precipicio del paisaje ideológico es parte de su interés para los electores, opinó Sebold: "Otra cosa que vemos que sucede en general a lo largo de los años es que los votantes de dos partidos se han movido hacia los extremos ideológicos. Eso también abre esta ventana para los independientes: los candidatos de este año son bastante moderados. Hillary Clinton ha trabajado para moderar sus posiciones; Donald Trump puede tener algunas posturas extremas pero en general son bastante moderadas. El todo de este año ha marcado que los votantes busquen un outsider en los dos partidos".

Dijo Johnson a International Business Times: "Creo que la mayoría de las personas son libertarias. Sucede que no lo saben". Estimó que en la calle hay unos 30 millones de votos libertarios, pero se niega a convencerlos: "Les diré lo que tengo para decirles, y lo pensarán", agregó. "No voy a tratar de convencer a nadie sobre cómo debería votar".

Estas son las posturas que Johnson ha repetido a quien quiera oírlo:

La decisión de abortar pertenece a la mujer.

No hay que rescatar a los bancos, no hay que subsidiar al campo, no hay que dar estímulos.

Hay que equilibrar el presupuesto federal con una reducción de más del 40 por ciento.

Hay que terminar con la Reserva Federal: ha devaluado el dólar al imprimir billetes.

El gobierno no tiene que inmiscuirse en el matrimonio.

Hay que eliminar ese impuesto doble que es el impuesto a las ganancias.

Las prisiones privades salen 20 dólares menos por individuo por día que las públicas

¿Por qué hay que decirle  los adultos qué pueden meterse en el cuerpo?

No podemos gastar miles de millones en ayuda para el extranjero, mucho menos si no protege los intereses estadounidenses.

Me opuse a la guerra de Irak desde el comienzo.

Hay que normalizar los vuelos a Cuba: el comercio promueve la amistad.

Hay que eliminar todas las barreras innecesarias al libre comercio.

Un sistema de salud administrado por el gobierno es algo demencial.

Espiar a los ciudadanos estadounidenses destroza la Cuarta Enmienda.

No hay que torturar, ni a los sospechosos de terrorismo.

Hay que reducir el gasto militar en un 43%, y también cortar la ayuda al exterior.

Un muro más alto en la frontera sólo tendrá como consecuencia que se hagan escaleras más altas.

Dos años de periodo de gracia para que los ilegales obtengan visas de trabajo.

Sus opositores lo llamaban Gobernador Veto, porque no dejó pasar ni una ley que le pareciera innecesaria.

Esta semana, por primera vez, la atención de los grandes medios se desvió de Trump y Clinton: CNN le dedicó una hora de su prime time a Johnson. Con la coordinación de Chris Cuomo, el Town Hall se transmitió en todos los canales de la cadena: el público (demócratas, republicanos e independientes que no querían votar a Clinton ni a Trump) le hizo preguntas. Lo acompañó su candidato a vice —también ex gobernador, en su caso de Massachussetts; también reelegido para un segundo período—, Bill Weld.

—¿Qué es un libertario? —abrió el periodista.

—Alguien conservador en lo fiscal y liberal, inclusivo, en lo social. Creemos que las personas tienen que poder tomar las decisiones sobre su vida sin que participe el gobierno. No somos aislacionistas, pero tampoco intervencionistas.

Cuando intentó sacarles algunas palabras sobre los candidatos principales, que tienen los porcentajes de imagen negativa más altos de las elecciones recientes, ellos prefirieron hablar sobre los asuntos de campaña: inmigración, libre comercio, terrorismo. "El gobierno tiene que estar fuera de nuestros bolsillos y de nuestros dormitorios".

—¿Y con respecto a los fondos de campaña?

—Solamente el hecho de estar sentados acá tendrá impacto—respondió Johnson.

También lo ha tenido el hecho de que el ex candidato presidencial Mitt Romney haya declarado que considera la posibilidad de votar por la fórmula libertaria.

(Reuters)
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Excepto que haya un margen muy estrecho entre los candidatos demócrata y republicano (que no es el caso en este momento: según las últimas encuestas, Clinton llega al 43% contra el 37% de Trump), los terceros candidatos han tenido históricamente pocas posibilidades de arruinarle el pastel al ganador. "Si el margen es estrecho, en cambio, pueden tener un efecto, y en ese caso suelen tenerlo sobre el candidato que está más cerca de su tendencia", dijo Sebold.

Pero si el margen entre Clinton y Trump se mantiene amplio, las posibilidades de Johonson son remotas. Siguió la profesora de UARK: "Es una elección diferente, dados los candidatos que se presentan, pero es improbable que los libertarios tengan algún efecto porque en sí no son conocidos. En cambio, si Bernie Sanders decidiera presentarse como candidato independiente, tendría una oportunidad mejor".

—¿Quién pierde los votos que gane la fórmula Johnson-Weld?

—El Partido Libertario va a sacar votos del Partido Republicano.

Cain —también coautor de la serie de libros Novedades de la política estadounidense y director del Centro Bill Lane sobre el Oeste Estadounidense de la SU— coincidió: "No hay duda sobre eso. Johnson puede resultar atractivo para los simpatizantes de Sanders en el aislacionismo militar y la legalización de la marihuana, pero temas como el cambio climático y el fin de la desigualdad económica separan a los libertarios de los progresistas. Claro que esto presume que el Partido Verde no hace lo mismo por los votantes de Sanders decepcionados".

—¿Qué pasa con los que apoyan al senador Bernie Sanders, en particular los jóvenes?

—Aunque Sanders parece haber abandonado la pelea por la nominación, las preguntas más importantes en este momento son cuán duro trabajará él por Clinton y hasta qué punto le pedirá a sus simpatizantes que se alineen con los demócratas —apuntó el experto Cain—. A la distancia puede ser difícil de creer, pero algunos de los seguidores de Sanders realmente desprecian a Hillay, la ven como una herramienta de Wall Street. Se han convencido a sí mismos de que Trump puede ser mejor. Esto puede cambiar en la medida en que el contraste entre Hillary y Trump sea más claro, pero es una preocupación entre los demócratas".

En opinión de Sebold, la mayoría de los partidarios de Sanders no votará por Johnson: "O bien es gente que apoyó antes a Obama y van a votar por Hillary, o se quedarán en sus casas, inclusive los Millennials".

Pero en ellos cifra sus esperanzas Johnson: no sólo más de la mitad de los votantes entre 18 y 34 años son independientes, por no decir descreídos de la política, sino que están a favor del aborto y la despenalización de algunas drogas, contra la intromisión del gobierno en temas personales y las excursiones guerreras del país en el exterior. También les preocupa una economía que les da menos oportunidades de crecimiento que a sus padres, y la tremenda deuda con la que ingresan al mundo del trabajo por haber solventado así su educación universitaria.

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