Debate sobre el control de armas en los EEUU, nuevamente eje de controversia nacional

La nación norteamericana cuenta con más armas de fuego en posesión de civiles que cualquier otra nación. La cultura pro armamentista y su impacto en la sociedad civil. Videos

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Existe una "atracción turística" en Miami que siempre me ha llamado la atención. Catalogada en TripAdvisor como la número uno dentro de la categoría de "Diversión y Juegos", las instalaciones de Lock & Load podrían pasar tranquilamente desapercibidas en el fashionista "Design District" de la capital de las Américas, de no ser por el hecho de que esconden un sofisticado y exclusivo polígono de tiro que permite a turistas y locales vivir en carne propia la experiencia de disparar armas no convencionales, como ametralladoras.

Más allá de que el establecimiento funciona bajo la ley y cumple con todos los requisitos para poder operar de manera segura sin poner en ningún momento en riesgo la vida de quienes lo visitan, resulta cuando menos llamativo que en un estado donde las playas parecen no tener fin y las opciones para disfrutar el aire libre son incontables, personas de todo el mundo prefieran jugar a ser Rambo y disparar una AK-47.

La fascinación por las armas no conoce fronteras y a lo largo de la historia desde el surgimiento de la primera arma de fuego creada por China en el siglo trece, estos artilugios fueron utilizados para ejercer poder sobre otros, tanto en contextos bélicos como civiles.

Pero si existe una nación en el mundo en la cual la cultura de la posesión de armas entre civiles está marcada a fuego entre sus ciudadanos, más allá de que muchos prefieran que no sea de esta manera, es en Estados Unidos.

Según cifras oficiales, el país cuenta con sólo el 4,4% de la población mundial pero a la vez tiene dentro de su territorio casi la mitad de todas las armas en posesión de civiles del mundo. Más allá de lo llamativo de la cifra, la importancia detrás de ésta es que –según estudios académicos– a mayor disponibilidad de armas, mayor será el número de muertes vinculadas a ellas.

Para tener una idea más exacta de la omnipresencia de las armas en Norteamérica, existen 270 millones de armas de fuego en territorio estadounidense y se calcula que por cada 100 personas existen 88,8 armas. EEUU tiene cientos de millones de armas más que India, el país que le sigue en el ranking, con un total de armas en posesión de civiles (tanto lícitas como ilícitas) de 40 millones.

Los dramáticos hechos sucedidos en Orlando el domingo pasado sirven como un macabro recordatorio de la gravísima situación que se vive en el país del norte en lo que respecta a las legislaciones que permiten a personas de cuestionable historial acceder legalmente a armas de fuego de tipo militar con alarmante facilidad.

Los homicidios con armas matan a más personas en los Estados Unidos que los accidentes de tránsito que involucran vehículos de pasajeros. Según cifras del FBI, las muertes que involucraron armas alcanzaron la preocupante cifra de 8.124 personas sólo en 2014.

Según un reporte del New York Times, este nivel de violencia no tiene comparación entre los países desarrollados. En Alemania, las muertes por armas son tan poco comunes como las vinculadas a objetos que caen desde lo alto en Estados Unidos. Alrededor de dos personas por cada millón mueren por armas de fuego en una nación europea promedio, mientras que en EEUU ese ratio sólo aplica a muertes por hipotermia o accidentes aéreos.

En Estados Unidos, por cada millón, mueren 31 personas en homicidios que involucran armas, el equivalente a 27 personas disparadas y muertas todos los días a lo largo de un año.

Los cada vez más seguidos y fulminantes ataques de civiles a otros civiles con armas de fuego, como el sucedido en Orlando que dejó hasta el momento 49 personas muertas, en lo que representa el peor ataque sobre suelo estadounidense desde los hechos del 11 de septiembre, son una llamada de alerta para los millones de personas en este país que todavía consideran que su derecho constitucional a portar armas debería ser algo intocable, más allá de que los homicidios con pistolas y rifles ya hayan tomado la categoría de una preocupación de salud pública.

Cada nuevo ataque contra civiles inocentes, ya sean niños en una escuela, personas en un cine o gente que sólo buscaba celebrar el amor en una discoteca, parecería ser la última gota en un vaso que aparentemente nunca rebalsa.

La presión ejercida por la Asociación Nacional del Rifle y el poderoso lobby de los fabricantes de armas sobre el Congreso de los Estados Unidos viene dilatando hace décadas la reforma constitucional que permitiría sacar de las calles millones de armas de fuego que no tienen razón de ser fuera de un ámbito de combate militar.

 
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