La ciudad uruguaya de Maldonado no sale de su asombro, después de enterarse de que Fernando Sierra López secuestró, abusó y mató a Felipe Romero, de 10 años, y luego se suicidó.
La historia es estremecedora, ya que la relación que mantenía el entrenador con el pequeño era "casi paternal". Los padres del niño le habían firmado un permiso para que puedieran viajar al exterior.
Fernando López Sierra tenía 32 años y era oriundo de Maldonado. Un hombre "amable, cariñoso e incapaz de hacer daño", o por lo menos así lo describían sus conocidos.
Además de tener estudios en Taekwondo, el uruguayo se desempañaba como entrenador de las categorías formativas del Club Defensor de Maldonado, hacía varios años. Fue allí donde conoció a Felipe Romero, hijo de Luis Romero, ex jugador de Peñarol, y Alexandra Pérez.
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Poco a poco, la relación con el niño empezó a tomar fuerza, a tal punto que ya era un miembro más de la familia. Después de un tiempo, Fernando no fue más su entrenador, pero el lazo de amistad los mantenía unidos.
El niño había llegado a tomarlo como "una figura paterna" debido a que compartían reuniones familiares, salidas y viajes. Incluso en su perfil de Facebook, el nombre del pequeño aparece en la categoría "hijos".
Por ese motivo, la madre, miembro de la policía de Maldonado, decidió investigarlo. El hombre de 32 años no tenía antecedentes policiales ni judiciales. Se hizo tan cercano a la familia Romero que los padres le permitían retirarlo del colegio y hasta firmaron un permiso para que pueda irse de vacaciones con Felipe al exterior.
Diez días en Camboriú, reuniones con las maestras, mucho tiempo juntos… Alexandra Pérez comenzó a notar un cambio de actitud en el entrenador y decidió mandar a su hijo con una psicóloga para que analice la relación que mantenían.
Tras salir de la sesión, la mujer le recomendó a la madre que no dejara a Felipe a solas con el hombre, que se mantuvieran lejos. La especialista había detectado un patrón de que "algo no estaba bien".
Posteriormente, Alexandra se encontró con Fernando López y le explicó que, por el tratamiento psicológico, no podrían verse por un tiempo. Él demostró serenidad y hasta se preocupó por la salud de "su hijo". Pero al otro día alquiló un automóvil y decidió retirar al niño del colegio número 2 de Maldonado. No tuvo inconveniente en hacerlo, ya que todos conocían su relación con el niño.
Después de ese momento, comenzó el infierno. Lo llevó a unas quebradas cerca de Villa Serrana, uno de sus lugares preferidos por el paisaje. Un día antes del trágico final, la policía había encontrado el Chevrolet Prisma con los cuadernos de Felipe y la billetera de Fernando.
"Lo que podemos decir es que las dos personas fallecieron cada uno a causa de un disparo de arma de fuego a nivel de sus respectivas sienes. Todo nos hace suponer al día de hoy que Fernando mató a Felipe y posteriormente se quitó la vida", sentenció la jueza Adriana Morosini dos días después del secuestro. Las autopsias también revelaron que hubo abuso sexual.