Cuál es el origen de las tradiciones más curiosas del deporte mundial

Desde las cabezas rapadas de los futbolistas debutantes, pasando por la prestigiosa chaqueta verde del Masters de Augusta, hasta el festejo con champagne en automovilismo, todas las costumbres tienen un origen digno de ser contado

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Pocos conocen la historia de
Pocos conocen la historia de estas seis tradiciones del deporte

Rapado a los debutantes

El debut profesional es para un deportista el primer sueño cumplido. Luego de tanto esfuerzo y sacrificio, aparece la oportunidad de mostrar frente a los mejores de qué es capaz. Sin embargo, antes debe pasar por un viejo y (a veces) doloroso ritual.

En los deportes grupales se suele rapar la cabeza de aquellos que inician su carrera de manera oficial. Esta práctica, habitual en equipos de fútbol y rugby de América Latina y algunos países de Europa, fue evolucionando con los años y en algunos casos se le realizan cortes de cabello extraño a los debutantes.

Los debutantes deben pasar por
Los debutantes deben pasar por las tijeras

Por otra parte, hay casos en los que el corte de pelo ha sido reemplazado por una acción más violenta o que incluye algún tipo de humillación, ya sea una golpiza de sus compañeros o correr desnudo por los pasillos de la concentración.

Esta vieja tradición tiene su origen en el servicio militar, en donde los recién llegados son sometidos a un corte de pelo que deja de lado los largos rizos y le dan luz al cuero cabelludo.

Ropa blanca en Wimbledon

El Grand Slam británico es el torneo de tenis más antiguo del planeta y desde su nacimiento, aquellos que osen participar deberán usar prendas blancas, incluido el calzado. No sólo los jugadores son los que tienen que vestir exclusivamente de blanco (no se permite ni crema ni gris), también los árbitros y los alcanzapelotas.

La regla es tan estricta que al propio Roger Federer se le pidió que cambie sus zapatillas, producto del llamativo color de sus suelas, y varios tenistas tuvieron inconvenientes con el color oscuro de su ropa interior que se transparentaba.

La ropa blanca ha sido
La ropa blanca ha sido un reto para las marcas (Getty Images)

El nacimiento de esta curiosa y aún vigente tradición se remonta al comienzo del tenis como deporte, el cual sólo era practicado por las clases altas. En aquel entonces, las manchas de sudor estaban mal vistas y la ropa blanca las lograba disimular.

Lluvia de Champagne del piloto más rápido

Cruzar primero la meta, subirse a lo más alto del podio y lanzar champagne al público que celebra la victoria. Pasos que los corredores de automovilismo realizan con naturalidad cada fin de semana, pero que difícilmente se hayan preguntaron cómo nació ese festejo.

En 1966 el suizo Jo Siffert recibió una botella de vino espumante como obsequio luego de participar en las 24 Horas de Le Mans, pero al recibir el presente, el corcho no soportó la presión y salió disparado, generando una lluvia de alcohol.

En el circuito de Abu
En el circuito de Abu Dabi se derrama champagne sin alcohol, porque están prohibidas las bebidas alcoholicas (Getty Images)

Al año siguiente, Dan Gurney, ganador de la competencia recordó aquel episodio y roció a propósito a toda la multitud. Ese acto fue provocó risas en la multitud y a partir de allí, la popular bebida pasó a ser parte habitual del automovilismo.

Corte de red en básquet

Habitualmente los campeones de algún torneo de baloncesto no sólo levantan un trofeo, sino también se llevan un particular souvenir a sus casas: la red de uno de los aros. Aunque parezca una práctica comenzada por un joven travieso, en realidad fue un adulto quien inició esta tradición.

Durante las décadas de 1920 y 1930 el entrenador Everett Case alcanzó un admirable récord de 726 victorias y 75 derrotas con la secundaria de Frankfort, Indiana, sumando también 4 títulos estatales (1925, 1929, 1936, 1939). Al despedirse, por su ingreso a la fuerza naval estadounidense en 1941, se llevó como recuerdo de sus días de gloria, la redes de los canastos de los estadios en donde había conseguido ser campeón.

Los campeones se reparten los
Los campeones se reparten los rozos de la red (Getty Images)

Cinco años más tarde regresó a la actividad en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, con la cual se consagró 6 veces campeón de conferencia y luego obtuvo otros cuatro representando a la estatal de Wolfpack. Allí su tradición tomó popularidad y actualmente es replicada por los grandes equipos del planeta.

Saco verde al ganador del Masters de Augusta

Uno de los torneos más prestigiosos del golf entrega al campeón una chaqueta "verde masters", color patentado por los organizadores del certamen, que podrá utilizar durante un año y luego está obligado a devolver.

Hasta 1949 sólo los socios vestían la chaqueta y las usaban cuando hacían de veedores en el torneo, para poder identificarse con facilidad. Pero aquel año Bobby Jones, fundador del club,  decidió otorgar una al ganador, emulando al Royal Liverpool, que regalaba sacos de color rojo al vencedor del Open Británico.

Los ganadores deben devolverlo, pero
Los ganadores deben devolverlo, pero siempre lo tendrán disponible para usarlo dentro del club (Getty Images)

Ahora, la chaqueta se ha vuelto un símbolo de prestigio y los golfistas de todo el mundo anhelan conseguirla para poder ingresar a esta especie de "Salón de la Fama paralelo" que sólo entran los ganadores del Masters de Augusta.

Botella de leche al gandor de las 500 millas de Indianápolis

Antes de competir, los corredores deben enviar a la organización la información de qué tipo de leche prefieren, en caso de ser los ganadores de la carrera que se disputa todos los años en Estados Unidos, ya que al subir al podio recibirán una botella con la misma.

Quien inició esto fue el norteamericano Louis Meyer. Al lograr ser el más rápido en tres ocasiones diferentes (1928, 1933 y 1936), el piloto pidió un brindis con su bebida favorita: leche.

La organización prepara una botella
La organización prepara una botella para cada competidor, según sus gustos (Getty Images)

Uno de los mayores proveedores de leche de Estados Unidos vio en ese gesto una excelente campaña publicitaria y colaboró para mantener viva una tradición que sólo se detuvo entre 1947 y 1955 (ya que los pilotos no quisieron beber) y en 1993 cuando Emerson Fittipaldi llevó un jugo de naranjas de su plantación, para promocionar su producto.

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