Esta semana, un estadio de fútbol se convirtió en un ejemplo de la desigualdad que existe entre los hombres y las mujeres en Irán.
A pesar de que el deporte es sinónimo de inclusión (o por lo menos en gran parte del planeta), desde el triunfo de la Revolución islámica en 1979, la ley iraní establece una estricta separación entre los sexos en espacios públicos, entre los que se incluyen los estadios de fútbol.
Por ese motivo, y para "proteger a las mujeres", se ha establecido que ninguna persona de sexo femenino pueda ingresar a los estadios.
Esta semana, ocho mujeres se disfrazaron de hombres e intentaron ver el partido entre el Esteghlal y el Persepolis correspondiente a la 21ª jornada de la Copa del Golfo. Al ser descubiertas, se les prohibió el ingreso, aunque no fueron detenidas, como había trascendido en primera instancia.
El objetivo es evitar que las mujeres estén expuestas a la violencia y al lenguaje obsceno
El Gobierno argumenta que la prohibición tiene como objetivo evitar que las mujeres estén expuestas a la violencia y al lenguaje obsceno que hay en los eventos deportivos. Sin embargo, sí tienen permitido ver partidos de fútbol femenino, básquet y voley.
En 2015, esta realidad había tomado trascendencia luego de que la capitana del seleccionado iraní de fútbol sala, Niloufar Ardalan, no recibiese el aval de su esposo para viajar a Guatemala a disputar la Copa del Mundo.
En aquel entonces, un fiscal intervino y la jugadora finalmente pudo disputar el certamen. La mala noticia fue que su seleccionado perdió en todos los partidos y volvió en primera ronda.
En 2006, el cineasta iraní Jafar Panahi retrató esta realidad en la película Offside, que cuenta la historia de seis mujeres que intentar ver fútbol en Irán. El objetivo fue impulsar a las autoridades a rever las leyes, pero hasta el día de hoy, esa meta no fue alcanzada y los partidos de fútbol siguen siendo una utopía para las damas.
El trailer de Offside
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