Un disfraz de cura para ingresar al hospital, el frustrado robo de sus archivos médicos y la venta millonaria de una fotografía suya son algunas de las fallidas aproximaciones que la prensa tuvo hacia el alemán Michael Schumacher, la leyenda del automovilismo que hace tres años lucha por su vida.
Desde que el siete veces campeón del mundo de Fórmula 1 sufrió aquel accidente de esquí, el 29 de diciembre de 2013 en la estación alpina de Meribel, su entorno –encabezado por su esposa, Corinna, y su portavoz, Sabine Kehm– impuso un blindaje mediático e informó sobre su salud a cuentagotas.
El mundo del automovilismo aún acompaña la batalla por sobrevivir de uno de los mejores pilotos de todos los tiempos, que mejora lentamente y "sigue luchando", como dice el eslogan que eligieron para la flamante apertura de sus perfiles oficiales en redes sociales.
Hermetismo y misterio, desde el hospital en Francia a su mansión en Suiza
Hace tres años, mientras esquiaba con su hijo Mick, el corredor sufrió un fuerte traumatismo en la cabeza por una caída en la estación alpina de Meribel. Su casco se rompió a causa del impacto. Fue trasladado en helicóptero a una clínica de Moutiers y luego a Grenoble, donde lo operaron de urgencia, en estado crítico. Al día siguiente entró en coma inducido y tuvo que ser sometido a una segunda intervención cerebral.
Recién en junio de 2014, Schumacher despertó del coma e ingresó en el hospital universitario de Lausana, en Suiza. Y tres meses más tarde, regresó a su casa, luego de 254 días internado, para continuar la recuperación más cerca de su familia.
Hoy pasa sus días rodeado por un equipo médico de 15 especialistas que permanece junto a él las 24 horas del día. Esto representa un costo de 150.000 dólares semanales y se cree que la familia lleva gastados unos 15 millones de dólares, si se le suman los hospitales y el acondicionamiento de la habitación de su casa para que siga su recuperación.
En todos esos escenarios, su familia levantó un muro ante la prensa y evitó cualquier filtración posible sobre el estado de salud del "Kaiser". Demandó a los medios de comunicación que publicaron informaciones falsas, como la revista alemana Bunte, que aseguró que Schumacher salía a caminar con la ayuda de terapeutas y podía levantar uno de sus brazos.
Los testimonios de la poca gente que ha podido visitarlo son confusos. Nadie quiere generar falsas esperanzas en los fanáticos. Pero tampoco entregan detalles sobre su situación médica. Prefieran ser reservados y estar más cerca del misterio.
El futuro de Schumacher
"La salud de Michael no es un asunto público, por lo que seguiremos sin hacer comentarios. Tenemos que proteger su esfera íntima y, desde un punto de vista legal, cada declaración relacionada con su salud disminuye la extensión de su esfera íntima", dijo su vocera, Sabine Kehm, el pasado 17 de diciembre, compañera del piloto en sus años de gloria y sostén de su familia mientras él lucha por seguir con vida.
Mientras tanto su hijo Mick, de 17 años, crece en las pistas. Es una de las grandes promesas del automovilismo y se acerca cada ves más a la Fórmula 1. Al momento del accidente tenía 14 años y estaba allí. Lo presenció. Disfrutaba con su padre de un día de esquí que terminó en tragedia. Fue una de las últimas personas que Michael Schumacher vio antes de golpearse la cabeza. El sueño de Mick es que su padre vuelva a verlo en un podio.
LEA MÁS: