El portugués Cristiano Ronaldo fue el gran protagonista del derbi madrileño entre el Atlético y Real Madrid, donde no sólo anotó los tres goles de su equipo, sino que innovó con sus celebraciones y generó el disgusto de los aficionados colchoneros.
En su primer tanto, producto de un tiro libre, Cristiano corrió hacía una de las esquinas para hacer su clásico salto con giro, que siempre finaliza con un abrazo con el resto de sus compañeros. Un festejo habitual que no levantó polvareda en las gradas del Vicente Calderón.
Pero en las dos anotaciones posteriores, tuvo una actitud que los hinchas del Atlético consideraron altanera. En el segundo gol, que fue de penal, dirigió al costado de la portería y se agachó para posar con la mano en la barbilla, lo que indignó a los espectadores locales.
Posteriormente, cuando completó su hat-trick tras un centro de Gareth Bale, fue aún más engreído: se plantó como una estatua, mirando desafiante una de las gradas del estadio, lo que terminó por enfurecer a los seguidores del Atlético Madrid.
El odio que acumularon en las gradas quedó expuesto cuando el goleador portugués fue reemplazado, ya que se retiró del césped entre abucheos e insultos que caían detrás del banquillo del Real Madrid. El triunfo por 3-0 dejó al equipo de Zidane como único líder de la Liga española con 30 puntos, cuatro unidades más que el Barcelona.