La final femenina de los 100 metros pecho fue muy apretada. La estadounidense Lilly King ganó la medalla de oro por un margen minúsculo. La plata fue para la rusa Yulia Efímova, odiada por sus colegas porque arrastra dos dopajes positivos, pero apeló al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) y consiguió competir en los Juegos Olímpicos.
"Sacudes el dedo índice diciendo que eres la 'número uno' y has sido atrapada por hacer trampas con drogas", declaró King el domingo en referencia a la celebración de la rusa tras ganar la semifinal.
La tensión fue aún mayor en el podio, donde Efímova fue abucheada por el público e ignorada por sus rivales. "Yo siempre pensé que la Guerra Fría ya era una cosa del pasado. ¿Para qué volver revivirla ahora utilizando el deporte?", comentó Efímova, que terminó delante de la estadounidense Katie Meili, al salir de la piscina.
La hostilidad con la nadadora rusa, de 24 años, está directamente relacionada con sus casos de dopaje positivo. El primero fue en 2013 por consumir DHEA, una hormona esteroide, que le valió una sanción de solamente seis meses y los laureles conseguidos en el Mundial de Barcelona.
Pero su pesadilla continuó en marzo de este año, cuando fue acusada de consumir Meldonium, el fármaco cardiovascular que entró en la lista de sustancias prohibidas de este año emitido por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA).
Un mes después, el Comité Olímpico Internacional (COI) la excluyó junto con el resto de atletas rusos implicados en el escándalo de dopaje en Rusia. Pero ella apeló el fallo en el TAS y le dieron la razón como a otros nadadores, que habían recibido dos castigos por la misma falta.
Así, Río 2016 se ha transformado en un purgatorio para Efímova, que aún debe competir en los 200 metros y en los relevos. "No recuerdo la última vez que dormí bien, aunque sea más de cuatro horas, sumando la siesta. Las últimas tres semanas fueron horribles. Los atletas creen en todo lo que se ve en televisión", se lamentó la nadadora rusa.