La amistad entre dos de los mayores escritores latinoamericanos duró poco menos de una década. Cuando se vieron por primera vez, en un aeropuerto de Caracas en el año 1967, ya eran casi amigos íntimos. Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa se habían leído, habían intercambiado correspondencia y habían compartido proyectos en común. "Nos fuimos haciendo amigos sin vernos las caras", dijo Vargas Llosa durante un curso de verano en la Universidad Complutense de Madrid sobre 'Cien años de soledad'.
Además de abordar diferentes cuestiones de la obra de García Márquez, el peruano se refirió -por primera vez- a los hitos de su relación de amistad, que se truncó de forma repentina en el año 1976 aparentemente por una mujer y que le costó un ojo morado al colombiano. Al intentar explicar por qué desde entonces no volvieron a verse, el escritor añadió, irónico: "Entramos en terrenos peligrosos. Es hora de poner fin a esta conversación".
Según el autor de Conversación en la Catedral, en el momento que intercambiaban correspondencia, los dos estaban descubriendo la identidad latinoamericana. "Más que colombianos o peruanos, teníamos una patria común, que era Latinoamérica (…) La conciencia de América Latina como unidad cultural no existía cuando yo era joven".
De ese descubrimiento nació, probablemente, un proyecto común sobre una guerra que enfrentó a Perú y a Colombia en una región del Amazonas. "La novela a cuatro manos", como menciona al proyecto Vargas Llosa y que se truncó incluso antes de que los escritores se conocieran, había sido un tema recurrente, sobre todo en las cartas del colombiano, con episodios llamativos y datos extravagantes sobre el enfrentamiento bélico de los países fronterizos.
Además de proyectos literarios, los jóvenes escritores compartieron sus gustos, sus aprendizajes y sus referentes. La admiración por el escritor estadounidense William Faulkner. "Él era nuestro denominador común", aseguró Vargas Llosa, sobre la impresión que les había generado a ambos.
Como toda su generación, los jóvenes escritores fueron marcados por la Revolución Cubana. Vargas Llosa confiesa que en los comienzos de su amistad él era incluso más entusiasta que García Márquez, y que lo que terminó de invertir los roles fue el "Caso Padilla", que dividió a los escritores del llamado boom latinoamericano cuando el poeta fue acusado de ser un agente de la CIA.
"García Márquez tenía un sentido muy práctico de la vida. Yo creo que descubrió que en ese momento fronterizo era mucho mejor para un escritor estar con Cuba que estar contra Cuba. Se libraba del baño de mugre que recibimos los que optamos por una postura crítica. (Es que) es la izquierda la que tiene el verdadero control de la vida cultural en todas partes del mundo", dijo Vargas Llosa sobre el posterior alineamiento de García Márquez con el gobierno de Fidel Castro.
Sobre la obra que acaba de cumplir 50 años, Vargas Llosa no se ahorró elogios: "A mí me fascinó Cien Años de Soledad. Leerla me pareció una experiencia deslumbrante. Magnífica. Extraordinaria". Más tarde, la eligió para hacer su tesis doctoral, y de sus notas sobre las clases que dio en distintos lugares del mundo, salió Historia de un deicidio, un estudio pionero y ambicioso para penetrar en la obra García Márquez, a cargo de su amigo.
El silencio se quebró después de décadas, pero aún sigue el misterio del ojo morado de Gabo.
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