"Cuando empecé, hace dos años, mi material ocupaba doce metros corridos de mesas; ahora voy por los sesenta. Y la colección crece y crece…", cuenta con gran entusiasmo este teólogo, pastor de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata (luterana), acerca de su Museo itinerante de la Biblia "Dr. Martín Lutero".
Varios cientos de ejemplares de Biblias –algunas de varios siglos de antigüedad- originales o facsímiles, documentos, pergaminos, maquetas y otros objetos integran esta muestra que, además, va acompañada de charlas y videos.
La Biblia no es sólo religión, es también historia y mito, prosa y poesía, leyenda y profecía. No es un solo libro, sino un conjunto de ellos –de número levemente variable, según la versión- que fueron escritos por muy diversos autores a lo largo de varios siglos.
Su exégesis requiere en consecuencia del auxilio de múltiples disciplinas: teología, historia, antropología, filología, arqueología, semiología, etc. El interés e influencia de este que algunos llaman "El Libro" excede por lo tanto en mucho lo religioso, aunque es su pilar. Sus versículos han sido fuente de inspiración en todos los ámbitos y expresiones de la cultura y el arte: literatura, pintura, escultura, cine…
Es el libro más editado, vendido, leído, estudiado, analizado y citado de la historia.
En consonancia con todo ello, el profesor René Krüger sueña con dotar a su Museo de una sede fija, pero no para abandonar la itinerancia, sino para poder sumar, por ejemplo, una réplica de la imprenta en la cual Gutemberg imprimió su célebre Biblia, dando comienzo a una nueva era cultural; también quiere reproducir la celda de un monje medieval en plena tarea de copiado; y un espacio para lecturas colectivas y música afín, entre otros proyectos.
Eso sí, el Museo de la Biblia Martín Lutero ya tiene interactividad: todas las Biblias expuestas pueden ser tocadas y hojeadas por el público.
En diálogo con Infobae, Krüger contó cómo surgió la idea, cuál es la finalidad de esta exposición y el tipo de público al que va dirigida.
—¿De dónde salen todas estas Biblias?
—Durante décadas coleccioné Biblias en varios idiomas y de muy diverso tipo, desde las más "establecidas" hasta ediciones populares, pasando por las ediciones académicas de los textos originales así como también material fotográfico.
— ¿Y la idea del Museo itinerante?
— En varias ciudades del mundo existen museos de la Biblia, que exhiben Biblias originales y facsimilares, fotos, objetos arqueológicos e históricos, láminas, tablas, mapas, líneas de tiempo y otros materiales, todo relacionado con la historia de la Biblia. La mayoría está en Europa. En Alemania solamente hay unos treinta. En cambio, en América Latina, muy pocos: el de la Sociedad Bíblica del Brasil en São Paulo; el Maná-Museo de las Sagradas Escrituras, creado en 2000 en México DF; y un proyecto en desarrollo de la Sociedad Bíblica de Perú, en Lima. Ante este panorama, mi esposa Zully y yo nos dijimos que teníamos una oportunidad de ofrecer algo valioso al público interesado en la Biblia y en cultura general y así resolvimos crear este museo, por ahora itinerante, pero con la intención de convertirlo en algún momento en un museo con sede fija, manteniendo a la vez la posibilidad de seguir ofreciendo exposiciones itinerantes. Con este fin, estamos en conversaciones con la Sociedad Bíblica Argentina.
— ¿Empezaron hace mucho?
— Hicimos una primera exposición en el templo de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata en Esmeralda 162, Buenos Aires, en junio de 2014. En ese momento, mi material ocupaba unos doce metros corridos de mesas. El éxito y la demanda fueron tales que resolvimos ampliar considerablemente el proyecto; hasta ahora hicimos 16 exposiciones en Buenos Aires, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe… ¡y el material ocupa 60 metros de mesas! Y la colección crece y crece y crece…
— El Museo no tiene sede fija aún pero sí un nombre…
— Sí, Martín Lutero, en homenaje a quien fue el primer traductor del Nuevo Testamento a un idioma moderno desde el original griego koiné. A partir del siglo II, se tradujo el Nuevo Testamento al siríaco, al copto, al latín; pero luego hubo un "estancamiento" y durante la Edad Media solo se podían hacer traducciones desde la Vulgata latina. Eso cambió con el impulso que vino con el humanismo de volver a las fuentes. Erasmo de Rotterdam y el Cardenal Cisneros publicaron a principios del siglo XVI los textos originales; y Martín Lutero tradujo en un tiempo récord de dos meses el Nuevo Testamento al alemán, usando como base el texto griego publicado en 1516 por Erasmo. Lo novedoso fue que se basó en el texto griego y no en la Vulgata latina, además de la técnica de traducción y la formulación de una versión fácilmente comprensible. Lutero tradujo luego el Antiguo Testamento, publicando su primera Biblia completa en 1534.
— ¿Qué finalidad tiene el Museo?
— Comunicar la historia de la formación, canonización, traducción y divulgación de la Biblia. Las exposiciones están abiertas a todo público, cristiano o no; de la confesión o iglesia que fuere; judío también porque hay valioso material sobre la historia del texto hebreo desde el siglo VII a. C. hasta la actualidad; incluso al público agnóstico, pero interesado en historia, letras, lenguas, lingüística, cultura en general. También se dirige a escuelas, colegios, terciarios y universidades; instituciones culturales, círculos literarios y grupos con intereses específicos. Un atractivo adicional es que ofrece información para personas interesadas en la historia de ciertas técnicas: como los soportes de escritura desde la antigüedad hasta hoy, la imprenta, los medios modernos.
— ¿Es sólo una exposición o incluye también conferencias?
— Cada exposición dura generalmente tres días enteros. Hay conferencias con soporte audiovisual sobre la historia de la Biblia; fotos y videos que muestran por ejemplo el copiado manual del texto hebreo por un Sofer (escriba), la invención de la imprenta, la traducción de Lutero, la Biblia del Oso, los idiomas indígenas, etc.
Que se entusiasmen chicos de 8 años o jóvenes de 16 con la historia de la Biblia no es algo tan habitual
—¿Qué tipo de público ve la muestra y cómo reacciona?
— Hasta ahora la han visto miembros y comunidades enteras de muchas iglesias, escuelas, colegios, la Facultad de Teología de la UCA, jardines de infantes y escuelas especiales, personas interesadas en cultura general. Gracias a Dios, los resultados fueron altamente estimulantes. Que se entusiasmen chicos de 8 años o jóvenes de 16 con la historia de la Biblia no es algo tan habitual. Un papel importante lo tienen los periodistas, para quienes un Museo de la Biblia es una total novedad.
—¿Cuántos ejemplares exponen?
— Son varios centenares de Biblias en un buen número de idiomas y dialectos de todo el mundo, medio centenar de fotos de papiros y pergaminos antiguos y de ediciones manuscritas medievales, facsímiles de Biblias particularmente importantes, un rollo de la Torá, varios textos hebreos copiados sobre pergamino -cuero de vaca- por el Sofer Sebastián Grimberg, las ediciones científicas con aparato crítico, Biblias ilustradas, Biblias para niños y jóvenes, Biblias en Braille. No faltan miniaturas, facsímiles de textos de Qumrán -entre ellos, el rollo completo de Isaías-, una maqueta del castillo de Wartburgo donde Lutero tradujo el Nuevo Testamento, una maqueta del templo de Jerusalén del tiempo de Jesús, textos bíblicos en lenguaje criollo. Tampoco faltan la versión Torres Amat, oficial para los católicos hispanohablantes desde 1884 hasta el Concilio Vaticano II y las versiones argentinas de Straubinger y Levoratti-Truss.
— ¿Cuál es la edición más antigua?
— Eso depende del criterio. El facsímil del texto completo de Isaías reproduce el original del año 100 a. C.; tenemos el facsímil completo de la Biblia de Venceslao del año 1400 con sus 646 ilustraciones en miniatura; el facsímil de la Biblia de Gutenberg reproduce el original del año 1455; Lutero está representado por los facsímiles de sus ediciones de 1522, 1534, 1546 y Zuinglio por el de su edición de 1531; Casiodoro de Reina con el facsímil de su Biblia del Oso de 1569 y Cipriano de Valera con el de la Biblia del Cántaro de 1602. Ahora bien, los ejemplares originales más antiguos son Biblias de Lutero de 1640 y 1746. A partir de esta última fecha, están representadas todas las décadas.
— La más valiosa para usted ¿cuál es?
— Considero que la principal joya es la edición facsimilar de la Biblia de Gutenberg de 1455, conocida como Mazarinea. Además de este facsímil en dos gigantescos tomos, de tamaño, contextura, impresión, colores y peso originales, tenemos también una edición algo reducida en un solo tomo, más manejable para conferencias y clases. Cuando el Museo tenga una sede fija, está pensado construir una réplica de la imprenta de Gutenberg en tamaño natural, cuyos planes me fueron facilitados por especialistas de Suiza. La Gutenberg es tan especial por ser el primer libro del mundo impreso con tipos móviles; eso marcó un antes y un después en la difusión universal de la cultura letrada. Muchos especialistas consideran que la Gutenberg es también el libro más hermoso hecho en la historia de la humanidad.
— ¿Y cuál sería el ejemplar más curioso?
— Quizá una edición de la Biblia de Lutero, llamada Biblia de Altona por el lugar de edición, cerca de Hamburgo, de 1815, con comentarios racionalistas moderados de Nicolaus Funk, en los que éste transmitía a sus lectores los resultados de las investigaciones histórico-críticas de aquel entonces. Cuando el Rey se enteró del contenido de los comentarios de Funk por una denuncia de dos pastores, hizo sacar los ejemplares no vendidos de circulación y prohibió una segunda edición. Es un caso curioso de "inquisición protestante". Esto es anecdótico, pero ilustra algunos vaivenes de la historia de la Biblia.
— Si una persona le pregunta qué Biblia leer hoy, ¿qué le recomendaría?
— Depende de su confesión y del nivel de interés. Si es un protestante "clásico", le sugiero la Reina-Valera 1960; también puede ser la NVI (Nueva Versión Internacional); si es católico, la traducción de Levoratti y Trusso oficializada por la Conferencia Episcopal Argentina para el uso litúrgico; si tiene intereses académicos, la Biblia de Jerusalén.
— ¿Cómo debe empezar a leer la Biblia alguien que nunca la leyó? ¿Por el principio, por el Génesis?
— En estos casos, sugiero comenzar por un Evangelio, y quizá tomar para ello el más antiguo y breve, a saber, el de Marcos. Luego Mateo y Lucas y después Juan. Después algunas epístolas y así poco a poco lo demás.
—¿Se puede leer la Biblia solo y entenderla? ¿O conviene leerla en un grupo, con un guía?
— Una cosa no quita la otra. La Biblia fue escrita para ser leída comunitariamente, por ejemplo en asambleas del antiguo Israel o por la comunidad cristiana reunida en una celebración. Con líder o sin él, salen a la luz muchas cosas del texto bíblico cuando se lo lee en comunidad. Al mismo tiempo, toda persona puede leer la Biblia por su cuenta. Entenderá mucho y quizá muchísimo; y, para aclarar lo que no entienda, hay diccionarios bíblicos, comentarios, atlas y miles de explicaciones en formato impreso y en internet.
— ¿Está traducida la Biblia o parte de ella a los idiomas aborígenes?
— Hay traducciones de la Biblia entera, del Nuevo Testamento o de por lo menos un evangelio, a la mayoría de los idiomas indígenas de América Latina. En el Museo, tenemos las ediciones argentinas, por ejemplo, Biblias completas y Nuevo Testamento en qom, wichí, mocoví, chorote; varias en diversas variantes de quechua, en idiomas mexicanos y, por supuesto, en guaraní.
Esta obra crece de manera colectiva y ya pertenece a una comunidad mayor y no sólo a un dueño individual
— ¿Cómo crece el Museo?
— Por compras, intercambio con otros museos, donaciones. Constantemente ampliamos la colección. Muchas personas, entusiasmadas luego de ver la exposición ya sea "en vivo" o sus fotos en internet, nos acercan ejemplares que donan con mucho amor, de manera que esta obra crece de forma colectiva y ya pertenece a una comunidad mayor y no meramente a un dueño individual. Soñamos con ampliaciones a la historia de la escritura, rincones interactivos, una celda de un monje copista de la Edad Media, ejercicios de copiado, la imprenta de Gutenberg, lecturas colectivas, himnología y música relacionadas con la Biblia, tablas históricas, mapas, pantallas interactivas, un blog con el catálogo del Museo y con enlaces a los Museos similares. En fin, tenemos muchos proyectos.
— ¿Es verdad que los ejemplares exhibidos no están bajo vidrio?
— Sí. Todos los materiales se pueden tomar en las manos, hojear, leer, comparar, fotografiar, grabar en video, oler, sostener, mostrar. Incluso los facsímiles. El riesgo de una manchita es ínfimo frente a la grandeza de la experiencia de interactuar con varios sentidos con lo expuesto.
— Si tuviera que definir qué es la Biblia, ¿qué diría?
— Es la comunicación por escrito del proyecto de vida y salvación que Dios tiene para toda la humanidad. Estamos en una situación muy privilegiada: el Creador del universo se pone en contacto con nosotros, que somos menos que una partícula de polvo en la inmensidad del cosmos, y nos comunica por escrito qué nos ofrece y qué quiere para nosotros y de nosotros. ¿Cómo desaprovechar esta oportunidad?
[Contacto: renejkruger@gmail.com ]