Cómo es el proceso de desarme de las FARC en Colombia

Población civil, guerrilleros, militares, policías, observadores internacionales de las Naciones Unidas y funcionarios públicos colombianos comparten el mismo territorio. La normalización finalizará el 1 de agosto. El valioso papel de los extranjeros que participan en este momento histórico

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El dia 27 de junio se llevó a cabo una ceremonia formal que marcó la dejación definitiva de las armas por parte de las FARC-EP, en Zona Veredal Transitoria de Normalización en La Guajira, Mesetas, Meta.

La ceremonia fue presidida por el presidente de Colombia Juan Manuel Santos, el cual estaba acompañado por el vicepresidente de la república, parte de su gabinete, el Alto Comisionado para la Paz y Jefes Militares y Policiales. Por parte de las FARC se encontraba su comandante, Rodrigo Londoño, más conocido como Timochenko, y gran parte del Secretariado de dicha organización. En representación de la Misión Política Especial de la ONU, se encontraban Jean Arnault, Representante Especial del Secretario General y el General de Brigada argentino Javier Pérez Aquino, Jefe de los Observadores Internacionales de la ONU. También se encontraban delegados de Noruega y Cuba, países garantes del Acuerdo de Paz, y representantes de los Estados Unidos y de la Unión Europea.

El lugar elegido fue la zona donde se han concentrados los guerrilleros del ex poderoso Frente Oriental de las FARC, quienes supieron dominar grandes espacios del Departamento del Meta y del suroriente colombiano. Allí las FARC llegaron hace décadas, luego de la fallida creación de la Republica de Marquetalia en el Departamento del Tolima, en el ya lejano 1964, cuando las guerrillas comunistas que darían origen a las FARC debieron abandonar la región por la presión de las Fuerzas Militares colombianas.

Hoy, en el barro, la población civil, guerrilleros, militares, policías y Observadores Internacionales de la ONU comparten el mismo sitio y se entre mezclan

Allí, un año atrás no había prácticamente presencia del estado colombiano, salvo cuando las Fuerzas Militares y Policiales se enfrentaban a la guerrilla. Hoy, en el barro, la población civil, guerrilleros, militares, policías, Observadores Internacionales de las Naciones Unidas y funcionarios públicos colombianos comparten el mismo sitio y se entre mezclan. Este espectáculo era impensable hace pocos meses atrás.

La implementación de Proceso de Paz comenzó formalmente el 1 de diciembre del año pasado, luego de la refrendación por parte del Congreso de Colombia del Acuerdo Final para una Paz Estable y Duradera firmado entre la guerrilla y el gobierno colombiano. Se había trazado una hoja de ruta que debería finalizar con la reincorporación de los guerrilleros a la vida civil después de 180 días, es decir el 30 de mayo. Pero ningún proceso de paz es perfecto y este no fue la excepción. Se produjeron algunas dilaciones.

Sin embargo, desde el mes de febrero casi 7000 guerrilleros y guerrilleras ya se habían concentrado en las denominadas zonas veredales transitorias de normalización, con la policía y las fuerzas armadas colombianas proporcionándoles seguridad. El 29 de mayo, el Gobierno de Colombia y las FARC arriban a un nuevo mini acuerdo para que se produzca entre otras cosas, la dejación definitiva de las armas por parte de la guerrilla más poderosa del continente.

De acuerdo con el procedimiento consensuado en el Acuerdo de Cese del Fuego y de Hostilidades y de Dejación de Armas del Acuerdo de Paz, y de conformidad con la Hoja de Ruta aprobada el 29 de mayo, la Misión de las Naciones Unidas recibió el 30% de las armas a partir del 7 de junio, y otro 30% a partir del 14 de junio.

La tercera fase empezó el 21 de junio y al 27 de junio la Misión de las Naciones Unidas en Colombia, había recibido en sus contenedores más de 6400 armas individuales y colectivas de los guerrilleros de las FARC, quedando en manos de estos aproximadamente 700 armas que servirán para dar seguridad a los 26 campamentos de las FARC hasta que finalicen las Zonas y Puntos Veredales de Normalización el 1 de agosto, y estas pasen a ser zonas de reincorporación de la ya "ex" guerrilla.

Antes del 1 de agosto, la Misión de las Naciones Unidas deberá haber extraído la totalidad de las armas de las Zonas Veredales de Normalización, y en el mes de agosto todas esas armas se entregarán para siempre. Serán inhabilitadas en un lugar en los alrededores de Bogotá. Parte de esas armas servirán para la construcción de tres monumentos en Colombia, Cuba y la Sede de la ONU en Nueva York.

Al mismo tiempo se están desarrollando operaciones en las denominadas "caletas" donde las FARC ocultaban parte de su armamento, sus municiones y sus explosivos. Hasta este momento los integrantes de la ONU han alcanzado a 80 de esos escondites y continuarán realizando esta tarea junto con los integrantes de las FARC, con el apoyo de la Fuerza Pública hasta el 1de septiembre. Martin Cattardi y Marcelo Alvarez, un oficial y un suboficial de la armada participaron en la primera gran operación de caletas donde se extrajeron una gran cantidad de armas y explosivos. Alvarez estuvo casi dos semanas en un remoto lugar del Departamento de Nariño, la zona donde se produce el 20 % de la cocaína de Colombia, junto con los guerrilleros monitoreando la extracción del material.

Argentina ha estado muy comprometida con el fin de este conflicto ya que aportó el 18 % de los casi 450 Observadores Internacionales desplegado por las Naciones Unidas, integrados por 19 países, la mayor parte de la latinoamericanos y otros europeos como España, Portugal, Gran Bretaña, Suecia, Noruega y Rusia.

El grupo de argentinos está integrado por militares de las tres fuerzas armadas y de la gendarmería nacional. Entre ellos también hay desplegadas en Colombia 7 mujeres. Esta es la misión de la ONU con más cantidad de mujeres desplegadas casi el 20 % de su efectivo, considerando que un 30 % de las FARC son guerrilleras. La masa de los Observadores Internacionales viven en campamentos donde conviven con militares, policías y guerrilleros que integran del denominado Mecanismo de Monitoreo y Verificación, en 26 sitios de Colombia y desde donde monitorean, además de la dejación de armas, el cese de fuego y de hostilidades bilateral y definitivo entre las partes.

Durante el proceso de Dejación de Armas varios integrantes del contingente argentino han tenido un notorio protagonismo, entre ellos el Capitán Jorge Vélez Soler. Este joven oficial, casado y padre de tres hijos es uno de los responsables de la dejación de armas en la Zona Veredal de El Ceral, en el Departamento del Cauca, coincidentemente el último sitio donde se produjo el último gran ataque de las FARC contra el ejército y donde murieron varios militares hacen apenas dos años.  La fotografía de este militar recibiendo armamento de la guerrilla fue la más difundida en toda Colombia, y en donde en la manga de su camisa se distinguen claramente el emblema de la ONU y la bandera argentina.

Un integrante del contingente argentino recibe las armas de las FARC
Un integrante del contingente argentino recibe las armas de las FARC

Es más, increíblemente en el video que hicieron las FARC para la ceremonia del 27 de junio, el mismo cierra con la imagen en que este joven oficial argentino almacena un arma dentro de un contenedor de la ONU. Este hecho resalta los nuevos tiempos de nuestros uniformados. A su lado se encontraba Guillermina Gutnisky, una cordobesa que es voluntaria civil de Naciones Unidas, y quien llevaba el registro formal de las armas dejadas. La otra imagen que simboliza la entrega de las armas, es protagonizada por quien ejerce el liderazgo militar de la Misión, el General Javier Pérez Aquino quien le está mostrando el armamento que se está almacenando al Representante del Secretario General de la ONU. Los responsables de las armas dejadas también han sido dos argentinos, dos oficiales de alta graduación del Ejército. Pero no solo los hombres militares son quienes están recibiendo armas de las FARC. La Capitán de Arsenales del Ejército Gloria Mansilla Prieto es la responsable de recibir las armas de la guerrilla en el norte de Antioquía.

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