En Viena, ante la Comisión de Estupefacientes de las Naciones Unidas (CND, por su sigla en inglés), la canciller María Angela Holguín reconoció que "luego de varios años de reducción sostenida, los cultivos de planta de coca aumentaron, desafortunadamente en el 2014 y 2015, en porcentajes relevantes que rondan el 40% en cada uno de estos años".
Y atribuyó este fenómeno a la "incidencia" del capítulo sobre drogas incluido en el acuerdo firmado en noviembre con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que busca superar más de medio siglo de un conflicto en parte financiado con recursos vinculados al narcotráfico.
Ese capítulo, que incluye programas de sustitución de cultivos de uso ilícito, prevención del consumo y solución al fenómeno de la producción y comercialización de narcóticos, fue acordado en mayo de 2014 en el marco de las negociaciones desarrolladas desde 2012 en Cuba.
"Campesinos y cultivadores de coca, viendo los beneficios que por la sustitución de cultivos en la etapa del posconflicto tendrían, aumentaron la siembra e involucraron más área con el fin de acceder a los recursos que el Estado se comprometió a otorgar, a partir de la firma del Acuerdo de Paz", dijo Holguín.
En su intervención en el 60º período de sesiones de la CND, la canciller también atribuyó a otros factores al incremento de los cultivos ilícitos en Colombia: las operaciones de cárteles extranjeros, la devaluación del peso colombiano y más sofisticados procesos de producción del alcaloide extraído de la hoja de coca.
Ante esta realidad, Holguín dijo que el gobierno se trazó una estrategia que busca por un lado la erradicación forzosa y, por otro, en el marco del pacto con las FARC, la suscripción de acuerdos con las comunidades campesinas e indígenas para la sustitución voluntaria de cultivos de coca.
Colombia es el principal cultivador mundial de hoja de coca, materia prima de la cocaína, con 96.000 hectáreas de sembradíos, y también el mayor productor de esa droga con 646 toneladas en 2015, según la ONU.
LEA MÁS: