El populismo está lejos de desaparecer en América Latina: al contrario, si continúan la inestabilidad política y económica, podría pronto volver a ser la tendencia dominante en la región.
Así lo advirtió un análisis de la consultora Stratfor Worldview, que aseguró que los políticos populistas, desplazados en casi todo el continente después del fin de la bonanza económica vinculada al boom de los commodities, podrían regresar al centro de la escena si los líderes actualmente en el poder se demostrarán incapaces de responder a las instancias de cambio expresadas por las sociedades latinoamericanas.
Según el informe del analista Paulo Gregoire, para medir el riesgo de un nuevo auge populista será clave el próximo año y medio, cuando tendrán lugar decisivas elecciones presidenciales en Brasil, Chile, Colombia y México. En Argentina, en cambio, un test fundamental serán las legislativas de octubre, en las que el oficialismo buscará aumentar sus escaños en el Congreso para profundizar las reformas comenzadas en los primeros dos años de gobierno de Mauricio Macri (en este sentido, las recientes primarias mostraron señales esperanzadoras para el oficialismo).
El riesgo de un regreso de líderes populistas -identificados por el autor como aquellos que poseen la capacidad "de capitalizar la insatisfacción popular por el status quo"- se debe principalmente a tres factores: la ralentización económica, el desempleo y los escándalos de corrupción. Mientras en México el aumento de las tensiones con Estados Unidos, al exacerbar el nacionalismo de los ciudadanos, podría favorecer la victoria de un candidato populista como Andrés Manuel Lopez Obrador.
Para Gregoire, las razones por las que en la región el riesgo del regreso de políticas populistas está siempre latente hay que buscarlas en la propia historia de América Latina, marcada por ciclos económicos de auge y colapso y por una profunda desigualdad. Esos elementos dificultan la tarea de los gobiernos durante las épocas de bajo crecimiento económico, al tener que balancear cuidadosamente la necesidad de reformas con la capacidad de los ciudadanos de soportarlas.
Esa dificultad -ejemplificada por los 14 millones de personas que quedaron desempleadas por la recesión en Brasil- hace que las sociedades latinoamericanas sean, una y otra vez, "excepcionalmente susceptibles" a los encantos del populismo.
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