En esta historia paradigmática de la legalización del cannabis en Uruguay, hay un sólo dato que es incontrastable: ni una de las casi 5.000 personas que se registraron en el Correo nacional para comprar cannabis en farmacias todavía probó alguna de las dos cepas que el Estado empezará a vender el miércoles 19 de julio. Y cada cuerpo es un universo particular. De todos modos, la confirmación de que su componente psicoactivo (la molécula THC) será bajo -2%, al menos en esta primera tanda- disparó diversos análisis respecto del objetivo de fondo de la decisión histórica de regularizar: ¿conformará al consumidor la dosis para que definitivamente elija comprar en la farmacia y no al narco de los barrios? ¿Habrá nuevas variedades?
La ley sancionada en diciembre de 2013 busca reducir los daños del usuario. Por eso permite no sólo que el Gobierno monopolice el cultivo, la distribución y la venta de marihuana en todo el país; también habilita a que cada uruguayo tenga hasta seis plantas en su casa (hay casi 6.942 registrados) o la conformación de clubes de cultivo (ya existen 63) con hasta casi 50 socios. Por lo tanto, el objetivo político y sanitario de la regulación es quitarle al mercado negro el negocio de una sustancia considerada de baja toxicidad y efectos terapéuticos positivos, que allí consumen unas 106 mil personas.
En su patio, en el balcón o en un placard, el usuario uruguayo puede hacer crecer el tipo de planta que quiera, con mayor psicoactividad, o con un "efecto medicinal" preponderante. Las semillas, que se consiguen libremente, se venden con genética ya adaptada. En general, y en todo el mundo, el promedio de contenido de THC de las plantas que se consumen para uso "recreativo" rodea el 10%, aunque se pueden fumar variedades con potencia muy alta, hasta el 20 ó 22%.
Pero no todos pueden cultivar. Porque no saben, porque carecen de espacio o de interés. A ellos, también, apunta la venta en farmacias, donde el gramo costará 1,3 dólar al menos en el arranque, más barato que el prensado que llega con dudosa calidad desde Paraguay. "Cuando quieres ganar un mercado tienes que tener en cuenta al consumidor", remarca Raquel Peyraube, médica uruguaya, una de las pioneras en impulsar legalización del consumo de drogas en el mundo. Integrante de la Sociedad Uruguaya de Endocannabinología y de Monitor Cannabis, de la Universidad de la República, considera que la composición de 2% puede que no "pegue" lo suficiente.
Por eso, aunque fue impulsora del proyecto y, asegura, desea que "la ley salga bien", Peyraube es crítica de este primer paso oficial. "No es un criterio que tenga en cuenta la expectativa del usuario. Tiendo a pensar que el efecto va a ser leve. Para aquellos que están acostumbrados a consumir variedades de 7 ó 10 por ciento, esto no colmará sus expectativas", explica a Infobae.
Según publicó el medio uruguayo La diaria fuentes del Instituto de Regulación y Control del Cannabis (IRCCA) adelantaron que habrá una segunda tanda, con dos nuevas cepas, que tendrán 4%, es decir, el doble de THC que la primeras en venderse.
Las que estarán el miércoles en 16 farmacias de todo el país fueron etiquetadas como Alfa I y Beta I. Una variedad "índica" (con efectos más relajantes y "corporales") y una "sativa" (genera sensaciones más activas, de euforia o bienestar emocional), respectivamente. Ambas tienen 2% de THC y entre 6 y 7% de CBD, otro componente químico, trascendental en el aspecto medicinal y con efecto neutralizante sobre la psicoactivdad del THC.
Peyraube explica que, entre los beneficios de esa proporción, está que puede ayudar a bloquear los efectos nocivos del THC sobre la memoria y la concentración: "Aunque hay variedades que facilitan la concentración y el usuario lo sabe, el hecho de que tenga CBD puede mejorar las funciones cognitivas, aunque, igual, no era necesario tan bajo THC".
En Libertad cultivan las dos empresas que ganaron la licencia. International Cannabis Corporation, cuya cosecha es la que llegará a las farmacias el 19, y Simbiosys, productora de la segunda tanda. El ingeniero agrónomo Eduardo Blasina es accionista de Simbiosys y fundador del Museo del Cannabis de Montevideo, ubicado en el tradicional barrio de Palermo. "Creo que el bajo THC de esta tanda es en cierta manera un percance, derivado de que la biología es así. A veces lo que medís en un grupo reducido de plantas en un lugar determinado no es lo que después se expresa en otro como se esperaba. Había expectativa de que fuera entre 5 y 10% terminó siendo del 2%", comenta a Infobae.
Para Milton Romani, secretario general de la Junta Nacional de Drogas durante el gobierno de José Mujica, que impulsó esta ley revolucionara en materia de política de drogas, "las variedades que se ponen a la venta son apenas el inicio, y serán monitoreadas desde cerca. El IRCCA tiene muy claro que para desplazar al narcotrafico, nuestro cannabis tiene que tener competitividad en materia de calidad, precio, accesibilidad, seguridad para los usuarios, reducir los daños y establecer un vinculo amigable estado usuario".
Ex integrante de Simbiosys y experto en cultivo, el argentino Fernando Saicha explica: "Si bien los niveles de THC en el cannabis recreativo para venta en farmacias producido en el Uruguay son bajos, imagino que esto se va a ir ajustando conforme la devolución de los consumidores. Para subir, eventualmente, hay tiempo", y considera que no para todos "un 2% de THC puede generar un efecto bajo".
A pesar de que preparan una marihuana más potente para lanzar al mercado en el mediano plazo, en el gobierno uruguayo consideran, no obstante, que están en una "curva de aprendizaje". Según adelantó La diaria, se prevé agregar cuatro nuevas genéticas para el próximo ciclo de cultivo en los invernaderos instalados en la localidad de Libertad, a 50 kilómetros de Montevideo, por lo que pronto serán ocho variedades.
Blazina y Saicha coinciden con esa perspectiva. "Veo bien que están disponibles variedades con bajas concentraciones, porque hay que educar acerca del consumo responsable, y entiendo que el principal mercado para las farmacias es el consumidor ocasional", comenta Saicha. "Es muy favorable en el comienzo que el porcentaje de THC sea bajo. Recordemos que se anotó gente que nunca fumó. Gente mayor que tiene dolores y quiere amortiguar el Parkinson o combatir dolores. La experiencia será satisfactoria, va a dar un pegue leve, que permitirá saborear los terpenos, una parte importante de la experiencia", agrega Blasina.
Ambos remarcan que para quienes quieren experiencias más intensas o variedades más potentes estarán los clubes y la posibilidad de cultivo doméstico. "El espectro es amplio, hay para todos los gustos y necesidades", observa el cultivador argentina.
No obstante, a Peyraube le preocupa que esa insatisfacción no sea una hendija por donde se cuelen los mercaderes de las drogas. "La pregunta es si así los usuarios van a quedar complacidos dentro del mercado legal", remarca. Paciente respecto de los tiempos de implementación, Romani es más que optimista: "La experiencia de Uruguay va a ser muy positiva. Porque podremos evaluar las virtudes de un modelo que pretende arrebatarle este negocio al narcotrafico, extiende las poltícas hacia los usuarios, dialoga con la sociedad civil, desarrolla un enfoque de reducción de daños y respeta los derechos humanos de todos y todas".
Blasina confía en la teoría Mostaza Merlo del "paso a paso" y arriesga una metáfora: "Esto como si fuéramos a legalizar el alcohol en un país musulmán, deberíamos empezar con una cerveza suave y no con una ginebra. El que quiera otra cosa no tiene que ir al prensado traficado de Paraguay, puede ir a un club o plantar en su casa lo que quiera consumir".
Además, considera Romani, ex embajador uruguayo ante la OEA, el modelo de criminalización del usuario de drogas caducó. "Ha mostrado su ineficacia, y peor aún, ha demostrado que resulta mas dañino que las drogas mismas. Genera violencia, es más costoso, y no resuelve la reducción de la oferta ni tampoco reduce la demanda".
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