Techo de cristal, brecha salarial, violencia machista. Expresiones que hasta hace apenas unos años eran extrañas y que hoy, a fuerza de movilizaciones, charlas e iniciativas de todo tipo –pero también a costa de los más aberrantes crímenes–, se colaron en nuestro lenguaje cotidiano.
Estos y otros temas abordó el "Primer encuentro sobre equidad de género y empoderamiento de la mujer latinoamericana", celebrado el miércoles en Buenos Aires y organizado por la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo. Con tres paneles enfocados en violencia de género, brecha salarial y equidad de género en los ámbitos legislativo, político y gremial, el evento cerró con la firma de una serie de compromisos con representantes en el país de ONU Mujeres.
"En Latinoamérica estamos alzando la voz, nos estamos movilizando y, sin embargo, nos están matando más". El diagnóstico de Nadia Sánchez, fundadora de She Is, que trabaja con mujeres víctimas del conflicto armado en Colombia, refleja también una realidad regional: "En todos nuestros países falla el sistema penal, falla la estructura política, falla el acceso universal a la educación". Y agregó: "Es incoherente que nosotras seamos las víctimas pero que, a la vez, no tengamos la posibilidad de pensar las políticas públicas que podrían ayudarnos".
Si bien todas coinciden en que la violencia de género es el aspecto más trágico del asunto, también es apenas el final de una larga cadena de desigualdades. Las estadísticas de la ONU hablan, por ejemplo, de una brecha salarial entre hombres y de mujeres del 23% a nivel global y de un plazo de al menos 70 años para cerrarla.
Sobre el tema, la coordinadora del área de Género de ONU Argentina, Andrea Balzano, ubicó el origen de la desigualdad en una división sexual del trabajo, en la que los hombres concentran las tareas productivas y las mujeres, las tareas reproductivas. "Lo importante es reconocer que este proceso no es natural, sino social; es decir que podemos cambiarlo", explicó la especialista.
La economista Mercedes D'Alessandro, autora del libro Economía feminista: cómo construir una sociedad igualitaria sin perder el glamour, fue otra de las expositoras que hicieron eje en la brecha salarial basándose en el trabajo doméstico no remunerado. "Mientras que en los años 60 sólo dos mujeres de cada diez trabajaba fuera del hogar, hoy la proporción es siete de cada diez. Esas siete, sin embargo, siguen siendo las responsables de las tareas hogareñas". Además, puntualizó que estas desigualdades afectan de forma mucho más notoria a los sectores de mujeres con trabajos precarios, donde pueden llegar a ganar hasta un 40% menos que los hombres.
El desafío propuesto por el encuentro y retomado en varias oportunidades por las expositoras es cómo hacer para que la sensibilidad social despertada a partir de las manifestaciones de #NiUnaMenos –que el sábado cumple su tercer aniversario– se traduzca en políticas y transformaciones concretas que puedan mejorar en hechos las condiciones de vida de las mujeres. "De las palabras a los hechos", reclamaron en varias oportunidades.
"Hace poco en el Fondo Monetario Internacional hubo un panel que se llamó Macroeconomics and Gender, del que partició Christine Lagarde y varios CEO, hombres y mujeres. Esto refleja que el problema de género está en todas las agendas, incluso en la del FMI", explicó a Infobae D'Alessandro.
Según ella, el desafío ahora es que los gobiernos, los sindicatos, las empresas y las organizaciones sociales entiendan que se trata de un problema de índole social y no sólo 'de las mujeres': "Que el problema de género no sea más un anexo".
El encuentro culminó con la firma por parte de las autoridades de la UMET de la campaña "Hombres por la Igualdad", junto con representantes de ONU Mujeres.
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