Las negociaciones están totalmente trabadas en el mercado cárnico. Así lo definió Sérgio De Zen, investigador del Centro de Estudios Avanzados en Economía Aplicada y profesor de la Universidad de San Pablo (USP). En 27 años que lleva siguiendo diariamente la evolución de este mercado nunca había visto una parálisis semejante, contó a Folha de S.Paulo.
Los frigoríficos no saben a qué precio vender, en gran medida porque no saben finalmente cuánto van a poder exportar y cuánto tendrán que volcar en el mercado interno. Tampoco está claro cómo va a reaccionar el público, que probablemente retraiga el consumo.
Para Sérgio Lage, coordinador del posgrado en gestión de la experiencia del usuario de la Escuela Superior de Propaganda y Marketing de la USP, en el corto plazo los consumidores penalizarán a los productos de las empresas involucradas en el escándalo. Eso desplazará el consumo hacia otras marcas. "Es esencial que las compañías hagan estudios y análisis para testear la calidad de sus productos y publiquen esos análisis", dijo al portal Meio&Mensagem.
De Zen definió la situación como una crisis de información. "Nadie puede explicar lo que ha pasado ni el alcance de lo que está ocurriendo. Hay una gigantesca desinformación", señaló.
El economista anticipó que es muy probable que se reduzca la faena, para evitar inundar el mercado interno de cortes que no serán consumidos. Por lo pronto, muchos comercios ya redujeron los precios. En promedio, bajaron de 145,1 reales el lunes (47 dólares) a 142,6 reales (45 dólares) el martes.
El escándalo se desató el viernes pasado, cuando una investigación de la Policía Federal reveló que importantes frigoríficos pagaban sobornos a supervisores públicos para exportar carne vencida y en mal estado. Países como Chile y China anunciaron inmediatamente un cierre de las importaciones de carne brasileña.
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