Harold Vilches, un estudiante de Ingeniería Comercial de la Universidad Mayor de Santiago, Chile, escribió en la búsqueda de Google:
"Distribuidores de oro en Perú".
Entre las primeras entradas leyó el nombre de Rodolfo Soria Cipriano. Lo estudió: el diario El Comercio, de Lima, lo describía como "uno de los exportadores más prolíficos del país". Le escribió.
Soria le respondió al muchacho de 21 años con rapidez y pocas palabras: él podría brindarle todo el oro que quisiera siempre que tuviera el dinero para pagarle. Al llegar a un acuerdo, Vilches tuvo la precaución de no preguntarle a Soria de dónde salía el mineral. Le bastó con saber que recibiría el oro en Santiago sin pagar impuestos de ingreso.
Así comenzó el mayor contrabando de oro de Chile: un cartel del joven-orquestra —ni las autoridades locales ni la Agencia Federal de Investigaciones (FBI) de los Estados Unidos encontraron un pescado gordo por encima de él— que llegó a exportar más de 50 millones de dólares en 4.000 libras (1.814 kilos) de oro sacado de la minería ilegal de América del Sur. Antes de su arresto en agosto de 2016 Vilches concentró más de la mitad de la comercialización anual del oro desde Chile desde 2012. En la trama se mezclan una empresa de Dubai que reclama USD 5 millones y otra de Miami investigada por lavado de dinero.
Durante los últimos 15 años la demanda global de oro aumentó de 1.000 toneladas anuales a 4.300. La minería legal no pudo cubrir ese incremento, y las mafias comenzaron a explotar el negocio desde el Amazonas hasta África. En esos huecos tóxicos donde se usa mercurio para extraer el metal, toda la degradación del medioambiente y los seres humanos es posible, según las Naciones Unidas: trabajo infantil, prostitución asociada.
Vilches había heredado la responsabilidad del negocio familiar de joyería de su padre, Mario, quien había sufrido un accidente cerebrovascular. Había empezado a colaborar con él a los 15 años y lo había visto trabajar demasiado. "Si él iba a hacer eso, decidió, quería hacer más que comprar y vender dijes", publicó Bloomberg Businessweek en una narración extensa del caso. "Pensaba hacer dinero de verdad, y eso implicaba entrar al negocio mayorista del oro".
A modo de prueba se convirtió en proveedor del exportador Gonzalo Farías: en septiembre de 2013 le entregó 6,6 libras (tres kilos) de oro que había comprado legalmente en Chile. En sucesivas entregas averiguó que Farías exportaba a la empresa Fujairah Gold, de Dubai, y los contactó directamente. En junio de 2014 firmó un contrato para entregarles 6.000 libras (2.721 kilos, casi tres toneladas) a lo largo de 12 meses.
"El contrato comenzó con 90 libras el primer mes, luego la cantidad aumentaba", escribieron los autores de la nota, Michael Smith y Jonathan Franklin. "Como no tenía dinero para comprar tanto oro, la empresa le dio acceso a una reserva de USD 5,2 millones". Con un valor total de más de USD 100 millones, Vilches esperaba una ganancia de entre USD 2 y USD 6 millones.
No había suficientes monedas de oro ni joyas en todo Chile para cumplir con los encargos de Fujairah. "Así que Vilches decidió convertirse en contrabandista", sintetizó Bloomberg. El peruano Soria le conseguía oro de alta pureza de la región de Madre de Dios. Además de Dubai comenzó a venderle a una empresa estadounidense, NRT Metals de Miami, una filial de la empresa de Dallas, Texas, Elemetal LLC, especializada en oro certificado.
El 28 de abril de 2015 Vilches fue demorado en el aeropuerto de Santiago de Chile porque las autoridades de aduana no le creyeron que las 44 libras de oro que llevaba a Miami para NRT Metals provinieran de monedas fundidas, como declaró. Los lingotes —que él mismo había aprendido a hacer, junto a su suegro, por medio de videos de YouTube— valían unos USD 800.000 y los documentos no lucían bien.
"Vilches había llegado al aeropuerto con seis horas de anticipación porque pensaba que podría haber problemas; había escuchado que la aduana había confiscado envíos de contrabandistas competidores", reconstruyeron los autores del texto. "Pero Vilches había hecho esta carrera, o enviado gente a hacerla, más de una docena de veces, y había preparado su documentación falsa de exportación con cuidado extra".
El oro nunca llegó a Miami, donde lo esperaban dos guardas con un camión blindado para llevarlo a NTR Metals, la empresa que —investiga el Departamento de Justicia de los Estados Unidos— "compró al menos USD 3.000 millones de oro sudamericano en los últimos cuatro años, mucho del cual provenía de operaciones mineras ilegales". El envío fue confiscado. Vilches volvió a su casa. Y la Policía de Investigaciones lo monitoreó durante los 15 meses siguientes, hasta su detención la noche del 12 de agosto de 2016 en su apartamento del barrio Las Condes.
Intervinieron sus teléfonos, siguieron a sus mensajeros. "Observaron a los contrabandistas que traían el oro desde Perú, a lo largo de trechos remotos del desierto y por los valles de los Andes, o desde Argentina, manejando sobre las montañas nevadas a la sombra del Aconcagua". Todos los caminos terminaban en el cuartel central de Vilches, que evaluaba el oro, lo pesaba y lo pagaba. Luego lo fundía y convertía en lingotes: así quedaba listo para que él o un courier lo llevaran a Miami. Los investigadores probaron movimientos por USD 80 millones, realizados mediante ocho empresas fantasmas en Chile y los Estados Unidos, a nombre de Vilches, su esposa, su suegro y un socio.
Para entonces Vilches había roto el contrato con Fujairah, que lo había demandado por el dinero que le había dado para operar y por una serie de excusas que le había dado antes de la cancelación. Soria lo había presentado a NTR Metals y el comité de conformidad de la firma lo había aprobado en tres semanas. "La información que NTR Miami recibió es que Vilches provenía de una familia de joyeros establecidos", dijo un vocero de la empresa. También el tío de Vilches, Enrique, un pastor evangelista, tenía la cadena de Joyas Barón.
"Vilches les dijo a los fiscales que viajó a la Florida y se encontró con dos ejecutivo de NTR: Renato Rodríguez, director de ventas para América Latina, y Samer Barrage, quien supervisa las operaciones en Miami", publicó Bloomberg. "Se reunieron en un restaurante de Coral Gables. 'Ellos sabían que algo pasaba con mi oro, porque era tan puro… Pocos meses después les dije expresamente que era oro de contrabando' dijo Vilches. También les dijo a los fiscales que Rodríguez y Barrage lo entrenaron para falsificar los documentos aduaneros". Los ejecutivos negaron las acusaciones.
Las autoridades de aduana no le creyeron que las 44 libras de oro que llevaba a Miami para NRT Metals provinieran de monedas fundidas.
Vilches también declaró que a comienzos de 2015 Rodríguez y Barrage lo citaron en Miami para proponerle que encontrase un proveedor de oro en África que les permitiera contrabandear 1.000 kilos (2.200 libras) por mes. Le dijo al FBI: "Por políticas de conformidad, no podían recibir oro africano. Así que me propusieron que lo exportara de África a Chile y desde ahí lo enviara a NTR Metals". El joven pasó un mes en Tanzania, donde negoció con traficantes de Sudáfrica y Camerún, pero encontró un estafador más afilado que él —perdió USD 300.000— y lo persiguieron e interrogaron. Rodríguez y Barrage negaron también esos cargos.
A cambio de su testimonio, Vilches salió de la prisión —había ingresado por "lavado de dinero, evasión fiscal, contrabando, comercio clandestino y facilitación de documentación falsa", entre otros delitos— y no regresará. Vive con detención domiciliaria nocturna en un apartamento modesto, luego de haber tenido un bunker con medidas de seguridad que envidiaría un banco. "Hoy Vilches y NTR Metals están en el centro de una investigación penal de gran alcance que llevan adelante el Departamento de Justicia de los Estados Unidos, la Oficina del Fiscal Nacional en lo Económico de Chile y las autoridades de Perú y Ecuador", detalló Bloomberg.
A partir de este caso, Santiago fortaleció la normativa de exportaciones. Sin embargo, todas las agencias de investigación que participan creen que Vilches dista de ser original y que puede haber miles como él en América Latina.
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