Con un acuerdo de paz logrado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y los primeros pasos de un proceso de paz con la segunda guerrilla del país, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), el 2016 se vislumbraba como el gran año en el que Colombia definitivamente dejaría atrás los enfrentamientos armados después de más de medio siglo.
El histórico acuerdo con las FARC, el grupo insurgente más importante del país, sin dudas fue un gran paso en busca de la paz. Sin embargo, la intención del presidente Juan Manuel Santos de tomar el mismo camino con el ELN quedó paralizada ante la falta de flexibilidad de la organización subversiva frente a las exigencias del Gobierno para iniciar un diálogo.
Sumado a eso, los ataques de la última semana y los cinco militares asesinados en lo que va del año, no hacen más que socavar todos los esfuerzos realizados para que Colombia definitivamente viva en paz.
"El mayor peso de las decisiones está de lado del ELN, que tiene que valorar si flexibiliza su postura", señaló Luis Eduardo Celis Méndez, asesor de la ONG colombiana Nuevo Arcoiris, en diálogo con Infobae.
El investigador y especialista en temas de paz y conflicto explicó que, a diferencia de las FARC, el ELN "tiene un formato rígido de negociación". "Eso explica porque no liberaron a Odín Sánchez; ellos quieren que todo sea acordado en la mesa de negociación".
El ex congresista fue secuestrado en abril pasado, y su liberación es la principal condición que estableció el equipo negociador de Santos para iniciar un diálogo con el grupo guerrillero.
“El ELN tiene un formato rígido de negociación”
"Esta es una negociación más difícil que las de las FARC. La desconfianza hacia el Gobierno es enorme", agregó Celis Méndez, quien de todas formas confió que el próximo 10 de enero se instale la mesa de negociación entre las partes.
El 30 de marzo de este año, el Gobierno y el ELN anunciaron en Caracas el inicio de un proceso de paz cuyos garantes serían Brasil, Cuba, Chile, Ecuador, Noruega y Venezuela.
El presidente Santos anunció que el 3 de noviembre se establecería en Quito, Ecuador, la mesa de negociación con el ELN para alcanzar un acuerdo de paz, siempre y cuando el grupo insurgente liberara "sano y salvo" a Odín Sánchez. Sin embargo, hasta el momento eso no fue posible.
A fin de noviembre, el Ejecutivo reconoció que espera poner en marcha la mesa de negociación el próximo 10 de enero.
Celis Méndez consideró que la segunda guerrilla del país, que tiene en sus filas cerca de 1500 combatientes, "hoy está mejor que hace una década". Esto, sin dudas, "puede hacer más difíciles las negociaciones con el Gobierno".
En las últimas dos décadas el ELN "ha pasado por una época de expansión", con ciertos momentos de debilitamiento, hasta el día de hoy en que el cuenta con una "presencia territorial importante".
Gran parte de la expansión que logró la organización subversiva se debe a su intervención en el narcotráfico. "La intensificación de la guerra en los 90 llevó a que se involucren en el narcotráfico", manifestó el investigador colombiano.
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Pese a este panorama, el equipo negociador del gobierno colombiano sigue depositando todos sus esfuerzos para que el ELN abandone las armas y se sienten a negociar en busca de la paz.
"Del lado del Gobierno ha faltado mejor estrategia para conducir la negociación, y del lado del ELN no ha madurado la convicción de la negociación como la prioridad y el camino a recorrer de manera decidida", explicó Celis Méndez.
"Internamente hay un debate sobre el rumbo de actuación y el ELN debe madurar cual camino escoger: si mantenerse en resistencia armada o transitar un acuerdo de paz", concluyó.