Desde un criadero de huevos hasta millones de insectos que aletean antes de ser liberados en la naturaleza: la mayor fábrica de mosquitos genéticamente modificados del mundo abrió sus puertas esta semana en Brasil.
A unos 140 km de San Pablo, en la ciudad de Piracicaba, la firma inglesa Oxitec levantó esta planta con una capacidad de producción semanal de 60 millones de zancudos transgénicos, que tienen la misión de combatir el vector –el mosquito Aedes aegypti– de virus como el dengue y el zika.
La fábrica se abrió poco más de dos años después de que Oxitec instalara laboratorios en la cercana ciudad de Campinas y en Bahía para estudiar la efectividad de esta nueva tecnología que desarrolla mosquitos defectuosos que viven menos tiempo.
Según la firma, en cinco pruebas de campo entre 2011 y 2014 tanto en Bahía como fuera del Brasil –Panamá y las islas Caimán–, la población de mosquitos salvajes de Aedes aegypti disminuyó en torno a un 90% después de la liberación de los congéneres modificados.
"Esta es la primera y mayor fábrica del mundo de mosquitos transgénicos y su producción será enteramente para Brasil. Por ahora sólo comercializaremos en esta ciudad pero estamos conversando con varios municipios y estados", declara a la AFP Hadyn Parry, presidente de Oxitec, que viajó hasta Piracicaba para la apertura de la planta.
Epidemias tropicales
Autoridades de Estados Unidos dieron luz verde provisionalmente en marzo a las pruebas de campo con estos mosquitos, pero el proceso para los tests y una eventual venta aún tienen mucho camino por delante.
En Brasil, Oxitec aún no ha obtenido el permiso de comercialización de parte de la autoridad sanitaria Anvisa, pero la Alcaldía de Piracicaba ya llegó a un acuerdo para desembolsar 3,7 millones de reales (en torno a 1,1 millones de dólares) por un total de 4 años.
En un primer momento serán liberados 10 millones de mosquitos por semana en esta ciudad de 360.000 habitantes.
El proceso arranca, sin embargo, sin que hasta ahora se hayan realizado estudios epidemiológicos en Brasil para comprobar que haya caído efectivamente la incidencia de dengue u otras enfermedades transmitidas por este mosquito, como la chicunguña o el zika.
Según estadísticas del Ministerio de Salud, hasta julio de este año Brasil registró 1,39 millones de casos de dengue tras el récord de 1,64 millones en 2015.
Con cuatro tipos distintos de virus, el dengue provoca un cuadro de fiebre muy alta y dolor muscular que puede ser mortal en su versión hemorrágica.
Hubo además en el período 174.000 casos de zika tras el brote epidémico de fines del año pasado en Brasil, que se expandió al resto de América Latina. El zika puede provocar una malformación congénita –la microcefalia– y se lo considera vinculado al síndrome de Guillain-Barré, una grave enfermedad neurológica.
¿Cómo funciona el mosquito?
Las amplias salas de la fábrica de Piracicaba replican el ambiente ideal de calor y humedad para la proliferación de mosquitos, desde la obtención de huevos, larvas y pupas.
Son los machos del linaje OX513A, desarrollado por Oxitec en 2002, los que serán liberados, mientras las hembras se guardarán para mantener la reproducción.
En la naturaleza estos machos copularán con las hembras salvajes y la prole, lejos del ambiente controlado de los laboratorios, morirá antes de llegar a la vida adulta, sin haberse reproducido.
Distintos grupos y figuras del ambientalismo han cuestionado, sin embargo, que no haya estudios de largo plazo sobre la liberación de insectos transgénicos ni estudios epidemiológicos sobre su efectividad, pero la bióloga Karla Tepedino, de Oxitec, desestima esas críticas.
"Un test epidemiológico demora mucho tiempo", afirma.
"Existen tres factores esenciales para la transmisión de estas enfermedades: los mosquitos, los virus y los seres humanos. Lo que estamos haciendo acá es eliminar el mosquito, que transmite el virus. Acabamos con el vector, acabamos con la enfermedad", resume a la AFP.
En el gigante sudamericano también se han puesto en práctica otras formas de combate, como la liberación en Río de Janeiro de mosquitos inoculados con la bacteria Wolbachia que bloquea el desarrollo del virus del dengue.
El Aedes aegypti es un mosquito muy adaptado a la vida de las ciudades, que prolifera en cualquier fuente de agua estancada, incluso un florero. Por eso, muchos expertos han apuntado que el deficiente manejo de estas aguas en Brasil, la precariedad de los servicios sanitarios o el almacenamiento de agua en los sectores más pobres del país también han contribuido a la explosión de estos virus.
(Natalia Ramos para AFP)