"Mi mayor miedo es que el gobierno de Nicolás Maduro mate a mi hermano". Contundente y profundamente conmovida, así se refirió Mariana Ortega, en diálogo con Infobae, a la delicada situación que vive su hermano Efraín, uno del centenar del presos políticos del chavismo, cuyo estado de salud es "crítico".
Torturas, golpizas, descargas eléctricas y denegación de la asistencia médica. Ese fue el trato que recibió el Licenciado en Administración, de 42 años, desde su detención el 24 de julio de 2014.
¿El motivo de su encarcelamiento? "Efraín fue detenido por ser amigo, por ayudar al prójimo, y por pensar distinto", resumió Mariana, quien además de ser su hermana es su abogada.
El empleado del Banco Central de Venezuela fue detenido en Caracas por el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalistas (CICPC) junto a José Luis Santa María y Vasco Da Costa, en el marco de la causa "Araminta Thais González Castillo".
En primera instancia, el licenciado, casado y con un hijo de siete años –Efraín Jesús-, fue acusado de terrorismo. Ante la falta de pruebas en su contra, esa causa fue sobreseída y "con esos mismos elementos lo acusaron de asociación para delinquir y de suministro de explosivos". Pero al momento de su detención "no se le incautó nada".
Aquel 24 de julio, "él estaba de guardia en el Banco porque era feriado, su esposa lo llamó de emergencias por un problema doméstico, y coincidentemente lo llamó Santa María para preguntarle si le prestaba plata para un pasaje y una caja de cigarros. Efraín le dijo que se encontraba en su trabajo, y quedaron en encontrarse", relató Mariana.
Por la tarde se reunieron en una tienda, donde Efraín necesitaba comprar una canilla ante el pedido de su mujer, Rosa Jarel. "Mientras lo esperaba afuera, lo detuvieron a José Luis. Él se manifestaba, iba a marchas (…) Cuando lo detuvieron dijo que estaba acompañado; lo hizo inocentemente, sin malicia. Entonces lo llamaron a Efraín y lo capturaron".
"Recién lo dejaron llamar desde El Rosal, a las 00.45. Con mi mamá pensamos que nos estaba haciendo un chiste, y a esa hora no íbamos a salir a ningún lugar. Nos exigía ir al penal. Luego llamó su esposa para decirnos que Efraín no había ido a dormir", completó su relato la abogada venezolana.
En los más de dos años que lleva detenido injustamente, vivió "un verdadero calvario". Al ser trasladado a la prisión de El Rosal, ubicada en la capital venezolana, fue golpeado por los uniformados chavistas y torturado psicológicamente.
Mariana narró el brutal y salvaje episodio: "Le pusieron esposas en pies y manos, lo encapucharon con un trapo, y le golpearon en el pecho, en la cabeza y en la cara con un palo; lo montaron a golpes en un vehículo, y luego le dieron descargas eléctricas en el cuello, en la cabeza y en los oídos".
"Todo eso para que Efraín diera nombres de supuestos cómplices, financistas y personas con las que trabajaba".
Como si eso fuera poco, durante tres meses compartió celda con presos comunes mientras se tramitaba su traslado a algún penal correspondiente a presos políticos. En esos casi 90 días sufrió de escabiosis porque "le caía un chorro de cloaca". "No podía estar parado ni agachado porque no había espacio; tampoco se podía sentar ni acostar porque había muchas personas. Había un hacinamiento", relató su hermana.
Esa terrible situación insalubre en la que fue recluido le provocó sarna.
Esa fue la primera de las numerosas dificultades de salud que sufrió Efraín. Al momento de su captura pesaba 130 kilos. Hoy está cerca de los 70. "Es otra persona", aseguró Mariana.
Tras su dramático paso por El Rosal se hizo efectivo el traslado al Rodeo II. Si bien allí tiene su propia celda, las condiciones carcelarias siguen siendo críticas. El agua que recibe está en mal estado, la comida está podrida, y solo puede recibir visita una vez al mes.
Le pusieron esposas en pies y manos, lo encapucharon con un trapo, y le golpearon en el pecho, en la cabeza y en la cara con un palo; lo montaron a golpes en un vehículo, y le dieron descargas eléctricas en el cuello, en la cabeza y en los oídos
Pero lo más angustiante para el preso político del chavismo es estar lejos de su familia. A su esposa Rosa, quien opta por no hablar con la prensa para no perder su empleo, la ve una vez al mes. En cada visita, "las requisas son espantosas", apuntó Mariana. Mientras que a su hijo Efraín Jesús no lo ve hace más de dos años: desde su detención.
"Efraín Jesús no sabe que su papá está privado de la libertad. Le dicen que está de viaje representando al Banco en el exterior (…) pero él va creciendo y cree que su padre lo abandonó", confesó Mariana, quien subrayó que esta situación lo tiene "moralmente abatido" a Efraín.
Su mamá, Norma, de 75 años, está con su salud frágil. Ella es una de las tantas personas venezolanas que no consigue los medicamentos para la tensión. Desde hace más de dos años reza todos los días por la liberación de su hijo.
Al momento de su captura pesaba 130 kilos. Hoy está cerca de los 70. Es otra persona
Además de las torturas psicológicas que sufre a diario y la falta de su familia, el licenciado, nacido en Barcelona, estado de Anzoátegui, padece serios problemas de salud. A tal punto que su vida corre peligro si no es asistido con urgencia. La escabiosis ya curó, pero le quedaron las marcas debido al poco suministro de agua. A su vez, desarrolló un quiste en el riñón derecho por sus problemas de hipertensión, lo que le genera fuertes dolores. También tuvo seis cólicos, problemas renales y sufrió de hepatitis B y A.
"La prisión ya no es la única sanción, la condición de salud y el trato a las personas se convierte en un esquema de tortura", explicó Alfredo Romero, director del Foro Penal Venezolano, organismo no gubernamental que asiste a los detenidos por cuestiones políticas.
Tuvo algunos traslados a hospitales públicos, pero la escasez y desabastecimiento que el régimen de Maduro ignora, también representa un obstáculo para Efraín. Allí fue analizado por especialistas, pero no cuentan con los recursos necesarios para tratarlo, y tiene prohibido ser atendido en un hospital privado.
"Efraín necesita una cirugía cardiovascular urgente. Su organismo está muy comprometido", denunció su abogada, quien hace una semana tuvo que dirigirse de urgencia al penal del Rodeo II porque su hermano había tenido una recaída. "Tenía mucho dolor de cabeza, las pupilas dilatadas, zumbidos en los oídos y mareos".
En ese emotivo y triste encuentro, Efraín se sinceró: "Necesito ir al médico porque me voy a morir". A causa de ese episodio, una doctora de la prisión caraqueña lo revisó y reconoció que debe ser asistido urgentemente "porque tiene arritmia cardíaca".
"Denunciamos ante la Defensoría del Pueblo y ante la Organización de Naciones Unidas 35 casos de presos políticos que se encuentran con enfermedades y que no se les ha brindado la atención médica adecuada", indicó Romero.
Y añadió: "Se hacen múltiples solicitudes a los tribunales para que los atiendan, sean trasladados a centros de salud y no los trasladan".
Lo que quieren es matar a Efraín
Los tribunales, la Defensoría del Pueblo, "nadie puede hacer nada". "Nadie quiere actuar, todos tienen miedo", criticó Mariana. Mientras tanto, la salud de Efraín empeora día a día. "Estamos destruidos. Mi mayor miedo es que el gobierno mate a mi hermano", esbozó, entre lágrimas.
El ministerio penitenciario aseguró que se haría cargo de las revisiones y tratamientos. Pasaron dos semanas, y la situación es la misma: Efraín sigue sin ser evaluado. "Todo eso es mentira. Ellos no cuentan con los recursos necesarios (…) Y la única patología que le reconocen es la de hipertensión. No tiene ningún tipo de atención médica".
"Ellos lo que quieren es matar a Efraín", sentenció.
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Es tan angustiante la situación, que ni siquiera las amenazas del chavismo representan el mayor temor para los Ortega. "Fuimos amenazados. Esas amenazas provienen del Gobierno para crear miedo".
La causa no avanza. La justicia chavista no presenta pruebas en su contra –porque no las tiene-. La audiencia preliminar tuvo más de 20 postergaciones. Los diferentes órganos competentes se desvinculan del caso. Su familia, está destruida anímicamente. La salud de Efraín, un padre de familia que un día se fue a trabajar y nunca más pudo volver, empeora rápidamente. El Gobierno, en cambio, continúa con sus teorías conspirativas, supuestas guerras económicas en su contra y con sus denuncias contra los sectores privados por el desabastecimiento del país. "Eso es estar en democracia en Venezuela", concluye, lacónica, su hemana.
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