Miles de brasileños volvieron a manifestarse en las calles de San Pablo en rechazo al presidente Michel Temer, quien asumió formalmente el cargo tras la destitución de Dilma Rousseff, en el séptimo día de protesta consecutivo. La policía detuvo a decenas de personas en el inicio de la jornada, que acabó con algunos enfrentamientos aislados.
Una marea de ciudadanos (100 mil, según los organizadores) se concentró en la emblemática Avenida Paulista, considerada el corazón financiero de Brasil. La gran mayoría de asistentes vestían de rojo, característico del Partido de los Trabajadores (PT) del cual hace parte Rousseff, y muchos coreaban el habitual "Fuera Temer", con pedidos de elecciones directas anticipadas.
Temer, quien viajó a China para participar de la Cumbre del G20 horas después de ser juramentado, había afirmado que las protestas fueron "grupos pequeños y depredadores", en referencia a los actos anteriores. "Son pequeños grupos, parece que son grupos mínimos. No lo tengo numéricamente, pero son 40, 50, 100 personas. Nada más que eso", lanzó el mandatario sobre las jornadas anteriores.
"El presidente golpista de Brasil dijo que nuestra manifestación tendría 40 personas. Aquí están las 40 personas, ya somos casi 100.000 en la avenida Paulista", replicó Guilherme Boulos, del movimiento de los Sin Techo, que convocó a la marcha junto con otras organizaciones de izquierda.
Las autoridades de la ciudad habían considerado no permitir la manifestación por celebrarse en la misma avenida donde también debía pasar la antorcha de los Juegos Paralímpicos, sin embargo, finalmente optaron por permitir que los ciudadanos se reunieran horas después del paso de la llama.
La mayoría de los presentes rechazaron los actos de la violencia y el acto se desarrolló sin mayores contratiempos. A su vez, las autoridades detuvieron a 26 personas antes de la manifestación, acusados de portar piedras y palos.
Fuentes policiales indicaron que los agentes se vieron obligados a utilizar gas lacrimógeno, granadas de aturdimiento y cañones hidrantes para impedir actos de vandalismo posteriores a la manifestación contra Temer que "en un principio fue pacífica".
La oficina de seguridad pública afirmó en un comunicado que un grupo actuó con violencia en una estación del metro, destruyó torniquetes y lanzó piedras contra policías antidisturbios después de que concluyera la protesta.
Un relevamiento hecho por la consultora Ibope reveló que la gestión del ex vicepresidente es ampliamente reprobada en las principales ciudades del país, donde su imagen positiva varía entre 8% y 19%. Salvador es la urbe más crítica con el mandatario: el 53% califica su presidencia como "ruin" o "pésima".
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